RESEñA
Camarasa > Los cuñados sean unidos
La última noche de
Juan Duarte. La misteriosa muerte del hermano de Evita
Jorge Camarasa
Sudamericana
Buenos Aires, 2003
252 págs.
Por Martín De Ambrosio
Si es que en verdad el gobierno de Perón no fue corrupto, si no tuvo innumerable cantidad de negociados, incluyendo tratos con (el oro de) los nazis y las consabidas cuentas en Suiza, si muchísima gente –incluyendo a Juan Domingo, Evita y una extensa parentela– no se hizo rica como indican demasiadas evidencias, se trata de un inaceptable logro de la historiografía gorila que los buenos revisionistas deberían ya empezar a cambiar. Pero si lo que suele estar al alcance de cualquier manual es verdad, el presidente argentino más popular de todos no es ni por asomo el más inmaculado.
Ahí tenemos el caso de Juan Duarte. Apenas un muchacho de Junín que, gracias a que su hermana enamora al entonces Coronel, logra un crédito ilimitado de la vicepresidencia de la Nación (cargo pre 17 de Octubre, junto con el de ministro de Guerra y secretario de Trabajo). Al principio Juan Duarte lo gasta en mujeres y en una vida de cabarets y vagancia. Más tarde ganará influencia y más poder al transformarse en secretario privado de aquel coronel que ya miraba de reojo la presidencia. Pronto advierte que puede llevar a sus mejores amigos de la juventud a trabajar con él y comienza a desplegar un sinfín de testaferros que utilizan los codiciados permisos de importación –desde autos hasta tocadiscos– en provecho propio. Así, mientras sigue gastando en mujeres, casi al descuido incorpora pozos petroleros, studs de caballos de carrera y cadenas de hoteles a su propiedad. Eso en cuanto a los hechos que cuenta La última noche de Juan Duarte.
En cuanto al género, lo que se presenta como una “novela”, en realidad es un larguísimo artículo periodístico que logra “novelar” bastante poco de la vida de los Duarte y los Perón, y parece atenerse bastante –demasiado– a lo que está documentado. La “novela”, entonces, naufraga en el intento de darle densidad al personaje, y apenas si logra una descripción superficial.
Respecto del hecho crucial –la dudosa muerte del cuñado presidencial–, Camarasa se limita a repetir las posibilidades que se manejan desde la misma muerte. A saber: la versión de Perón en su autobiografía, según la cual Juan Duarte tenía sífilis, que lo había afectado la muerte de Eva y que se suicidó. Lo que en cierta medida se espera (que de una vez se descubra que Perón lo mandó a matar) no termina nunca de concretarse.
El libro navega en las aguas de la indefinición genérica. Y eso, que perfectamente podría ser neutro a efectos de la calidad, es un problema que el autor no logra resolver en las 250 páginas del libro (pese a que esas últimas 60 páginas que le dan título sostienen un breve efecto dramático que tal vez justifique la lectura).