Dom 14.12.2003
libros

MUJERES POETAS

La mirada y el silencio

Nicole Brossard es una de las más reconocidas poetas canadienses de habla francesa en la actualidad. Nacida en 1943 en Montreal, donde aún reside, Brossard inició su obra en 1965 con Aube à la saison, una obra que hoy en día consta de una treintena de títulos repartidos entre la poesía, el ensayo y la novela, muchos de ellos traducidos a los principales idiomas de Occidente.

POR MARCELO DAMIANI

Nicole Brossard es una suerte de abanderada de la causa de la mujer y la defensa de los derechos humanos, y pertenece a la Academia de Letras de Quebec. Acaba de ser nominada para uno de los premios más importantes de Canadá, el Governor General’s Award. En castellano se puede encontrar su excelente novela Barroco al alba (1995), una de cuyas partes transcurre en Buenos Aires, ciudad que Brossard ha visitado varias veces. En nuestro país, Botella al Mar ha editado En el presente de la pulsación (2000) con versiones de Sara Cohen y Alicia Genovese. Y ahora La Luna Nueva acaba de sacar su Diario íntimo, traducido por Raquel Heffe. La primera e inevitable pregunta que le hicimos durante el WordFest, uno de los festivales literarios más importantes de Canadá, fue por el libro que acaba de aparecer en la Argentina.
–Escribí Diario íntimo en 1983, y a pesar del título no es exactamente un diario íntimo, ya que fue escrito para la radio. No es un libro sobre el que pueda decir mucho, ya que me parece que arruinaría la lectura. Creo que basta con mencionar que en él están mis preocupaciones de siempre, especialmente la profunda fascinación que siento por el acto de la escritura y, por ende, de la lectura. Así que de alguna forma sí es un diario íntimo, pero también un lugar donde pensar la poesía y la realidad.
Este año ha sido especialmente bueno para usted, ¿no?
–Sí, ya que Musée de l’os et de l’eau, mi libro de 1999, fue traducido al inglés (Museum of Bone and Water). Es un libro que empieza en Tucson, Arizona, en 1993, y va por Trieste, París, Nueva York, Madrid, San Francisco. Es como un libro sobre los distintos lugares o impresiones que me han causado determinadas cosas. Hay una preocupación por la civilización que también está presente en mi libro más reciente, Cahier de roses et de civilisation. Y está también la traducción que acaba de salir en la Argentina. Y mi novela Ayer, que fue presentada en la Feria del Libro de Guadalajara. Ayer es una novela sobre el tiempo, la muerte, y las ruinas que nuestra civilización está dejando (los romanos, los aztecas, pero también Chernobyl). Acá intento mezclar géneros, como en mi novela anterior, Baroque d’aube, pero no puedo dejar de tener una fuerte impronta poética en mi escritura. Y también, por supuesto, está la veta emocional, no puedo estar alejada de ella. Para mí la poesía, el pensamiento y la emoción están íntimamente relacionadas, y no puedo escribir nada si antes no me he sentido conmovida por el tema, lo cual a su vez también lleva a reflexionar para poder escribir.
Por lo que dice, parece que la retroalimentación entre sus poesías y sus ensayos es muy importante para usted...
–Yo básicamente me siento una poeta, pero la poeta que hay en mí se siente atraída por la ensayista, o por las preguntas filosóficas que me plantea el mundo. Aunque no me siento como una testigo del lenguaje sino más bien como una exploradora. Y esto es quizá porque siempre siento que trato de cuestionar lo que sé para tratar de entrar en otra dimensión.
En These Our Mothers hay una suerte de prosa poética donde usted en una página juega con la diferencia entre la relación de una nena con su madre (establecida a través del contacto) y su padre (establecida por la mirada y el lenguaje). ¿Es éste un texto escrito para exorcizar los poderes de lecturas psicoanalíticas?
–Sí, yo pienso que este es un libro que escribí, de alguna forma, para protegerme del psicoanálisis, porque creo que ninguna mujer que entre en el psicoanálisis va a encontrar nunca un argumento que pruebe que es un sujeto existencial. Este libro está atravesado por el psicoanálisis, y yo mantengo mi distancia con él.Por otra parte, sí estoy de acuerdo en que la relación que establece la chica con el padre es a través de la mirada...
Al final del mismo libro su voz se vuelve política. ¿Piensa que la poesía puede tener cierto poder político?
–Sí, creo que la poesía puede tener poder político, pero depende de muchos otros factores y del contexto. Son conocidos los casos de los poetas enfrentados a regímenes totalitarios que han terminado mal. No creo que podamos decir que la poesía sea “revolucionaria”. Yo creo que la poesía necesita tiempo para entrar en profundidad en cada uno, así como también en el lenguaje, en la cultura y en la civilización.
¿Cuáles son sus autores favoritos?
–Del pasado, por supuesto, Stephane Mallarmé, el último Roland Barthes, el de Fragmentos de un discurso amoroso, Gertrude Stein, Djuna Barnes. Ahora me gusta mucho Antonio Tabucchi, Paul Celan, Roberto Juarroz, que para mí están como en la misma familia. Yo siempre digo que hay como familias en la poesía. Ése es mi club. Después hay un montón de excelentes escritores en Quebec que no quiero mencionar porque seguro que me voy a olvidar de muchos... En la Argentina me gustan mucho Juan Gelman, Diana Bellesi, Mirtha Rosemberg.
¿En qué está trabajando ahora?
–Quiero escribir un libro sobre el silencio, que hoy en día me parece muy importante, justamente porque vivimos en una sociedad apabullada por ruidos, y en este contexto el silencio es muy importante. Además quiero dialogar allí con algunos de los grandes escritores que me interesan, como Paul Celan, Samuel Beckett y Maurice Blanchot, entre otros. Este libro ha estado durante mucho tiempo en mi mente y creo que ha llegado el momento de poner manos a la obra.

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