Dom 22.02.2004
libros

RESEñA

Mutante

PERROS HÉROES
Mario Bellatín

Interzona
Buenos Aires, 2003
78 págs.

POR MARCELO DAMIANI

La busca de cierta marginalidad, paradójicamente, parece haberse convertido en un tema central en los debates literarios actuales. El problema, por supuesto, es ubicar el centro en esta modernidad líquida (si hay que creerle a Baumann) en la que vivimos, donde nada está fijo ni garantizado, donde imperan las leyes de lo virtual y la historia no parece tener lógica ni metas. Escribir en este contexto, como bien señala Libertella, es una apuesta “extravagante”, ya que el significado etimológico del término “extra-vagar” es salirse fuera de sí, andar de un lado a otro un poco sin rumbo, entendiendo la literatura no como algo dado sino como un proyecto siempre mutante, donde el aparente resultado final es menos importante o se disemina en sus efectos y el camino recorrido. Éste es quizás uno de los mejores puntos de vista para leer los libros de Mario Bellatín.
Perros héroes, el libro que bellamente acaba de editar Interzona, es una suerte de cuadro de situación o estado de las cosas. Acá, una serie de personajes poco improbables sobreviven en los suburbios mexicanos tiranizados por un hombre inmóvil y sus 30 pastores belgas Malinois entrenados para matar. La acción es mínima, casi absolutamente circunscripta a meros asuntos cotidianos, y toda la tensión está puesta en esas frases pulidas y filosas del autor mexicano que tanto ha elogiado Juan Villoro.
Mientras se nos muestra ese pequeño zoológico donde conviven la madre y la hermana del por momentos delirante hombre inmóvil (quien pretende averiguar, por ejemplo, cuántos pastores belgas Malinois entran en una nave espacial), sin olvidar al enfermero-entrenador, los perros ya mencionados, media docena de loros australianos y un ave de cetrería, el texto va tejiendo sutilmente una perturbadora red de poderes que uno imagina que debería tener graves consecuencias. La maestría de Bellatín, sin embargo, nos hace interrogarnos cada vez con más insistencia sobre esa vieja pregunta que suele estructurar toda verdadera nouvelle. ¿Qué pasó? ¿Qué ha pasado para que tenga lugar lo que leemos que sucede?
Suerte de Aira mexicano con algo de Bolaño, recientemente asociado al nuevo crack, es probable que Bellatín estaría de acuerdo con gran parte de las ideas del autor de Nouvelles impressions du Petit Maroc, en especial cuando éste sostiene que “en mi caso se trata menos de un arte de la narración que de un arte a secas. Nunca me importó relatar, ni en general hacer nada que espere el lector; mis libros son novelas por accidente; aproveché el azar histórico (salvo que éste no es un azar accidental) de que en nuestro tiempo la palabra novela es un passepartout que lo cubre casi todo. No se trató en realidad de literatura, salvo para hacerme entender. Era el sueño de un arte general, un arte de la invención”. Tal vez no esté de más aclarar que Bellatín estudió cine antes de dedicarse a escribir, según él, debido a que necesitaba menos medios para expresarse. Y así también se entiende ese dossier del libro llamado “Instalación”, donde una serie de fotos no puede menos que obligarnos a relacionar esas imágenes con los personajes del libro.
“Perros héroes”, dentro de Perros héroes, es un libro escrito por un chico, que el protagonista hubiera querido leer cuando tuvo la oportunidad de hacerlo. Así, por una especie de ley de contigüidad que también engloba la relación del libro con el futuro de América latina, esta nouvelle se convierte en una suerte de añoranza de los grandes relatos que siempre nos hicieron desear y que acaso ya nunca volverán.

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