Domingo, 10 de abril de 2005 | Hoy
EL EXTRANJERO
Más extraño y menos expuesto que sus camaradas Eugenides, Moody y Chabon, Jonathan Lethem reunió ensayos que, de tan personales, actúan como un buen espejo generacional.
Por Rodrigo Fresán
Entre la nueva camada de escritores norteamericanos -pensar en Antrim, Eugenides, Eggers, Chabon, Moody y Safran-Foer, por mencionar a los de mayor grado de exposición y más traducidos–, tal vez Jonathan Lethem (Nueva York, 1964) sea el que ha tenido hasta la fecha un recorrido más extraño. Sus primeros cinco libros –publicados entre 1994 y 1998– lo mostraban como el más obvio, entusiasta y cool candidato a ocupar el puesto vacante de Philip K. Dick: novelas y relatos y tramas -como la del thriller futurista/alucinógeno Gun, with Occasional Music– aparentemente sci-fi, pero que en realidad apenas ocultaban tantas otras cosas. En 1999, con Huérfanos de Brooklyn (editada en Mondadori España y ganadora del National Book Critics Award de su país) la cosa se complicó para bien, para mucho mejor, con esta novela más gris que noir y con héroe con síndrome de Tourette esclavizado por un gangster de cuarta. La fortaleza de la soledad (2003, Mondadori) y los relatos de Men and Cartoons (2004) comenzaron a pulsar una cuerda autobiográfica sin que esto significara renunciar a la pasión pulp o el éxtasis pop.
Ahora, los ensayos reunidos en The Disappointmen Artist –originalmente publicados en revistas como The New Yorker, Granta, Harper’s o The London Review of Books– funcionan como las emotivas memoirs de formación del escritor, así como reveladoras notas al pie a su ya considerable obra. Así, Defending the Searchers no sólo trata del deslumbramiento epifánico ante la película homónima de John Ford sino que también explica cómo el film acabó convirtiéndose en la inspiración para su western-galáctico Girl in Landscape (1998). De igual manera, 13-1977-21 arranca con la juvenil obsesión por Star Wars –Lethem llegó a verla veintiuna veces durante el verano 1977 de sus trece años– para acabar evocando el sufrimiento desconcertado por la temprana muerte de su madre. El examen de la obra de Cassavetes en Two or Three Things I Dunno about Cassavetes es el trampolín desde donde zambullirse en consideraciones sobre el descubrimiento del amor y la amistad; mientras que Identyfing with your Parents, or the Return of the King se vale de los comics de Jack Kirby para analizar los primeros efectos del paso de los años y el estreno de la nostalgia. Otros ensayos utilizan otros totems –la necesidad de completar la obra del ya mencionado Dick, la audición con audífonos del Wish You Were Here de Pink Floyd, una estación de subte de Nueva York, Bob Dylan, el perfil del oscuro escritor Edward Dahlberg o la separación de los Talking Heads– como detonadores à la magdalena de Proust para recordar sin ira pero, a menudo, con sabia tristeza. Pero es en los tan desopilantes como dolorosos Lives of the Bohemians y The Beards cuando Lethem alcanza alturas admirables. En sus páginas, recordando su niñez y pubertad junto a padres del tipo “bohemio”, Lethem consigue lo más difícil de todo: que sus recuerdos más privados adquieran la resonancia de lo universal y que este autorretrato del artista adolescente se convierta en el espejo donde todos nos miramos y, claro, nos vemos.
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