hay muchas formas de acceder al libro Memoria en construcción, el debate sobre la ESMA, que compiló Marcelo Brodsky, porque abundante y caleidoscópico es el material que contiene. Textos, fotografías, reproducciones de expresiones plásticas y visuales, de objetos; una espesura que, mediante la contigüidad y la agregación compone un panorama irreductible sobre lo que ha pasado y sobre lo que recientemente se ha hecho para darle a ese emblema de la represión un destino pertinente. Pero hay una forma que quita el aliento y golpea directo a las entrañas, y si uno se asoma al libro distraídamente y por las primeras páginas, sin saber ni haber adivinado qué hay más allá. Las primeras páginas son de color negro por completo. No se sugiere otra cosa que noche, oscuridad, acaso el fundido a negro de una película pero puesto al principio, y las páginas siguen y siguen oscuras. Hasta que mucho más adelante, en el centro de una a la derecha, aparece una fotografía de un joven, casi adolescente, en musculosa, contra una pared, visiblemente perturbado. Es un plano medio, equivocamente de criminalística porque no ofrece ninguna información burocrática. Al pie, un epígrafe reza: “Fernando Rubén Brodsky fotografiado en la ESMA . Continúa desaparecido”. Entonces aparecen fotos de otros, del mismo tenor, una a una. Fue Víctor Melchor Basterra quien rescató esas fotografías de la ESMA, donde habían sido “tomadas”, adonde fueron llevados esos jóvenes. Basterra, también fotógrafo, ha aclarado que él “rescató” esas fotos pero no las “tomó”, como sí lo hizo con sus secuestradores para otros fines, obligado por la experiencia del campo de concentración, como por ejemplo para la falsificación de documentos. También la ESMA supo albergar la primacía del mal en aspectos menos mortuorios aunque igual de escabrosos.
El libro de Marcelo Brodsky contiene seis partes. Al rastreo histórico sobre la edificación de la Escuela de Mecánica de la Armada le siguen textos alusivos de Felipe Pigna, María Seoane, Alejandro Kaufman, Horacio González, Maco Somigliana y Lila Pastoriza, un conjunto algo dispar pero pluralista. Luego, decenas de reflexiones, definiciones, frases y pensamientos sobre el proyectado espacio de la memoria entre los que se destacan los aportes de Pilar Calveiro, Nicolás Casullo, Beatriz Sarlo y Leonor Arfuch, así como una transcripción de las propuestas de los organismos de derechos humanos sobre el destino de la ESMA como sitio. En la última parte, se incorporan los documentos que establecen los acuerdos estatales entre la Ciudad y la Nación para dar lugar al espacio, el acta de traspaso del predio, y el decreto 1259/2003 de creación del Archivo Nacional de la Memoria. Vale la pena destacar la selección de imágenes sobre instalaciones, y las obras de los artistas Carlos Gorriarena, Carlos Alonso, Cristina Piffer, Juan Carlos Distéfano, Ennio Iommi, Alberto Heredia y Luis Felipe Noé, entre muchos otros.
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