Dom 12.02.2012
libros

La felicidad del lector

› Por Arcadio Diaz-Quiñones

Es un honor y un placer para mí presentar esta tarde a Sarah Hirschman. Por más de treinta años, Sarah, con su grupo de fieles colaboradores, se ha dedicado a desarrollar el muy admirado programa Gente y Cuentos. También ha publicado recientemente un inspirador e inspirado libro acerca de esa experiencia, Gente y Cuentos. Libro que nos enseña muchos consejos acerca de cómo leer ciertos relatos de escritores latinoamericanos como García Márquez o Juan Rulfo. Pero también enseña profundamente acerca del rol del lector en la literatura, la relación con la oralidad y especialmente aquello que Sarah llama en su libro “encuentro a través de la literatura”. Antes que nada, Gente y Cuentos trata sobre la lectura y los relatos leídos por grupos que tradicionalmente han sido marginados de la alta cultura. Sobre todo, este proyecto está muy ligado a lo que Borges llamaba “la felicidad del lector”. Con los años, Sarah y sus colaboradores han trabajado con diversos grupos que habían tenido un pequeño acceso a libros y cultura letrada, pero que tienen una amplia riqueza de experiencias sociales y otras formas de conocimiento así como también una rica tradición oral que incorporan para entender los relatos. Nos permite, por lo tanto, pensar sobre y a través del viejo arte de leer en voz alta y de escucharse a sí mismo y a los otros.

Pero además, Gente y Cuentos –quisiera enfatizar este punto– tiene que ver con la democracia, con el acceso a la literatura y el respeto a otros lectores. En ese sentido, es interesante notar que el libro no tiene uno, sino dos subtítulos provocativos: “¿De quién es la literatura?”, es uno de ellos. Es, de hecho, imposible darse cuenta de lo que Gente y Cuentos ha hecho sin reflexionar en el potencial democrático de los textos literarios.

Tal como ella lo dejó muy en claro, la idea es deudora de Paulo Freire. Ella escribe: “El seminario de 1969 de Paulo Freire me convenció de que los diálogos sofisticados y críticos podían darse entre una mayor variedad de personas, una vez que se hubiera captado su interés”.

El segundo subtítulo es también revelador: “Las comunidades encuentran su voz a través de los relatos”. Respetar a los otros significa acá leer juntos (y pensar y sentir de esa manera). Y en su libro, Sarah habla con admiración sobre la riqueza y el potencial de aquellos que, con frecuencia, han sido marginados. Quiero citar directamente de su libro: “La cultura popular está llena de formas vinculadas con la literatura: proverbios, cuentos de hadas, rimas, baladas y spirituals, entre otros. La Biblia y los otros libros sagrados, que una gran cantidad de adultos de la comunidad conocen mucho mejor que los estudiantes universitarios, sirven como una rica introducción a las obras literarias”.

Por último pero no menos importante, Gente y Cuentos trata sobre contar relatos y leer de manera colectiva, y también atestiguar qué sucede cuando lo hacemos. Es un proyecto conscientemente social, o mejor, un proyecto que nos vuelve totalmente conscientes de las dimensiones sociales de la literatura. Consiste en una lectura cercana y una escucha atenta, recapturando la experiencia y sintiendo a través de la ficción mientras, al mismo tiempo, disfrutamos el sentido de pertenecer a una comunidad mayor. En 1984, Albert Hirschman publicó un importante y hermoso libro titulado Getting Ahead Collectively (El avance en colectividad), volumen dedicado a su hermana Sarah. En su propio libro, Sarah se refiere a aquella obra y nos dice: “En El avance en colectividad, Albert Hirschman describe una cantidad de experiencias populares latinoamericanas base, y demuestra cómo el progreso y las mejoras en la calidad de vida, a menudo, se alcanzan por rutas inesperadas”. Lo que quiero sugerir esta tarde es que ése es también el verdadero tema de Sarah Hirschman. Según mi punto de vista, todo eso está muy claro desde el principio del libro de Sarah, un libro del que hay que estar agradecido.

Déjenme leerles parte de su lúcida introducción: “En esta sociedad multicultural, de clases distintas, cada uno de nosotros puede sentir curiosidad por el otro, pero resulta difícil hablarle al extranjero. Más difícil aún es para nuestros maestros encontrar maneras de involucrar y estimular las voces y establecer un terreno común con gente muy diferente entre sí y donde a tantos se les ha negado una educación rigurosa y completa. Sin embargo, como ciudadanos democráticos hemos establecido loables propósitos, como el que se expresa en el artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948”.

Muchas gracias, Sarah.


Texto de presentación de Gente y Cuentos leído en la Bilbioteca Pública de Princeton, el 30 de septiembre de 2010.

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