Domingo, 6 de enero de 2013 | Hoy
Por Michel Foucault
El conocimiento fue inventado, pero la verdad lo fue aún más tarde.
Esto se articula en varias preguntas:
–¿Qué es un conocimiento que no sea de entrada conocimiento de la verdad, conocimiento que se dirige a la verdad o conocimiento que quiere la verdad? ¿Qué es un conocimiento que no sea suspenso o puesta fuera de circulación de la verdad, sino lugar desde el cual ésta surja de manera secundaria, aleatoria, no esencial?
–¿Qué es la invención de la verdad? ¿Cuál es la peripecia que la hizo posible? Pregunta que involucra lo que será el conocimiento de la verdad: ¿hay que analizarla como una ilusión, como una voluntad o como una estructura? En otras palabras, ¿la relación del conocimiento con la verdad es del orden del error (id est, de la no verdad), del querer o de la ley?
–¿Qué es el conocimiento una vez convertido en conocimiento de la verdad? ¿Y qué pasa con la verdad una vez nacida y hallado su lugar en el conocimiento? ¿La verdad es un episodio? ¿Habrá un fin de la verdad? ¿Cabe imaginar o pensar un nuevo conocimiento que sea de nuevo conocimiento sin verdad? ¿Hay una verdad del futuro o un futuro sin verdad? ¿Se puede contar la historia de la verdad: la fábula de la verdad?
Pese a algunas analogías superficiales, marcar con claridad la diferencia con una historia de los conocimientos de tipo comtiano o positivista. En esa historia positivista, la verdad no está dada al inicio. El conocimiento la busca durante largo tiempo: ciego, a tientas. La verdad se da como resultado de una historia. Pero esa relación finalmente establecida entre la verdad y el conocimiento es una relación de derecho que se postula al comienzo. El conocimiento está hecho para ser conocimiento de la verdad. Hay una copertenencia de origen entre la verdad y el conocimiento. Y esa copertenencia es tal que:
–la verdad es el objeto del conocimiento,
–el conocimiento sin verdad no es verdadero conocimiento, y
–la verdad es la verdad del conocimiento.
El descaro de Nietzsche radica en haber disuelto esas implicaciones. Y en haber dicho: la verdad sobreviene en el conocimiento, sin que éste esté destinado a la verdad, sin que ella sea la esencia del conocer.
El primer descaro de Nietzsche era decir: ni el hombre, ni las cosas, ni el mundo están hechos para el conocimiento; el conocimiento sobreviene, sin que le preceda ninguna complicidad ni lo garantice ningún poder. Sobreviene, surgido de lo completamente otro.
El segundo descaro era decir: el conocimiento no está hecho para la verdad. La verdad sobreviene, precedida por lo no verdadero o, más bien, por algo que no puede calificarse ni de verdadero ni de no verdadero, porque es anterior a la división propia de la verdad. La verdad emerge de lo que es ajeno a la división de la verdad.
Fragmento de “Lección sobre Nietzsche”, conferencia dictada en Montreal en 1971, recopilada en Lecciones sobre la voluntad de saber.
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