libros

Domingo, 23 de febrero de 2014

“Vivir es llegar hasta donde no se puede seguir”

Muchas veces penetra la realidad y el mundo cambia.

Otras veces estás contra el cielo y se te ve a menudo en los lugares

más vagos;

tomas café, paseas, charlas. Eso se llama tus acciones. Cuando eres

de verdad un hombre tu rostro espanta: descender

o dorarse el corazón en el sol deforma y deslumbra.

A la belleza o al abismo uno se acostumbra sin duda

y parece normal hablar de “noches como jarros”,

o de la gratuidad de la bondad; o de esas cosas

patrimonio fatal del corazón. De veras,

estás hecho con fuego y marcado

Rimbaud triste, Sade melancólico, Cristo sin fe

que deplora el quehacer y los suplicios Oh que las flores

te secunden ahora y en la hora de los límites

y sean buenos contigo los círculos viciosos.

“Regiones”

Dejaría, probablemente, en alguna calle, frágil,

un rastro. Que, por fin, se borraría.

Había,

sin embargo, de todos modos, atravesado,

mirando a veces para atrás, y solo,

regiones, el hombre que era capaz de encontrar,

a través de desiertos de años, azules, lagunas,

que acostumbraba pasar semanas enteras en hoteles,

mirando la calle desde la ventana y tirando,

cada media hora, puchos humeantes a la vereda,

que había perdido las viejas leyes que permiten llorar.

Una billetera vacía, medio podrida,

pisoteada, llena de barro seco, en el cordón

de la vereda. No sintamos, no es necesario, ninguna

piedad. Mal afeitado, mal dormido,

¿en qué se distingue de cualquiera de nosotros,

y por qué habría, sin esas leyes, de ver, por fin, patente,

el horror?

La mano que rebotó,

que recibió, una y otra vez, la descarga,

¿no es, acaso, la misma mano endurecida

que acaricia, maquinal, todas las noches,

el mismo cuerpo macizo, de hierro puro,

que nunca canta? Giran, reales, a nuestro

alrededor, las mañanas. Y sin nosotros, más tarde,

(...)

A Juan L. Ortiz

“Para cuerdas”

¿Con qué palabras, entonces,

tocar la tierra hecha de espejos y flores,

qué cielo abrir? Retamas,

el amarillo vivaz y los lamentos

sin historia convocan

la misma sorprendida mudez.

La luz palpita y cambia y los crepúsculos

degradan sobre los pinos con frío.

Compartir: 

Twitter

Poemas Borradores inéditos 3 Juan José Saer Seix Barral 367 páginas
 
RADAR LIBROS
 indice
  • Nota de tapa
    EL ARTE DE ENSAYAR
    La publicación de Poemas no sólo culmina con el proyecto de dar a conocer los borradores...
    Por Daniel Freidemberg
  • SOMOS EL BOSQUE
    Por Juan Pablo Bertazza
  • COMUNIDAD DANI UMPI
    Por Hugo Salas
  • DÍAS CRUCIALES
    Por Guillermo Saccomanno
  • SOY WILDE
    Por Claudio Zeiger

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.