> UN FRAGMENTO DE LA NOVELA DE DENIS JOHNSON DONDE SE EXPLICA QUé SIGNIFICA UN “áRBOL DE HUMO”
”Bien borracho, Skip Sands de la CIA se puso de pie y dirigió su cuerpo hacia la escalera. Se sentía lo bastante capaz de caminar como para subir la escalera y encontrar su cama, pero demasiado mareado para acostarse, así que se sentó en una silla con los pies apoyados en la cama bamboleante y mecida por las olas.
Se despertó después de una siesta de una hora y salió a la terraza a beber un café fuerte y muy caliente que lo revivió menos que el vértigo emocionante que sintió al contemplar sus propios errores, todas aquellas equivocaciones en las que había incurrido al seguir los pasos de su tío, el Hombre de Acción primitivo. Neanderthal, es como lo había llamado Rick Voss. El señor Tho entró con un espiral para mosquitos encendido en un plato, lo dejó sobre el brazo del sillón de adelante y allí se quedó: la simplicidad misma, la brasa del incienso pestilente, el abalorio de color naranja creando un túnel por su sendero en espiral hacia la extinción y la no entidad. Skip se sintió rodeado, asediado, habitado por toda aquella imaginería serpentina: los túneles, el Proyecto Laberinto, las catacumbas retorcidas del oído humano... Pero por encima de todo se erguía la imagen central y muy distinta: el Arbol de humo. Sí, su tío tenía la intención de desplegarse a sí mismo como un espectro oscuro y conquistar todo el Servicio de Inteligencia, de arriba abajo, subvertir sus mareas irreversibles. O bien asaltarlo en la cancha de básquetbol.
Porque era más nutritiva, había pedido leche de verdad en el café. El sabor era muy parecido a aquel sustituto parecido a la tiza. El perro nuevo se le acercó entre las rodillas y metió el hocico en su taza y se lo bebió con un ruido de engullimiento casi vocal.
El tío F. X., columna de fuego, árbol de humo, quería levantar un árbol enorme a su imagen y semejanza, una nube atómica: si no una de verdad sobre los escombros de Hanoi, sí por lo menos su temible posibilidad en la mente del tío Ho, el Rey Enemigo. ¿Y quién podía decir que el viejo guerrero delirante no estaba persiguiendo verdades ciertas? Al infierno con la inteligencia, los datos, los análisis. Al demonio con la razón, las categorías, la síntesis, el sentido común. Todo era ideología e imaginería y conjuros. Fuegos para iluminar las mentes y calentar las acciones de los hombres. E intimidar sus conciencias. Fuegos artificiales, todo ello: no sólo la materia de la historia sino también la materia de la misma realidad, los pensamientos de Dios, mudos y obvios: dibujos incandescentes que se expandían infinitamente.
En algún momento del pasado, era consciente de eso, podría haberle dicho simplemente a su tío que se quería ir a casa. Pero a estas alturas estaba tan metido que ya no podía escabullirse y desplomar el cielo sobre la cabeza de yunque de su tío. No quería ver aquella cabeza hundida.”
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