La edad de la ansiedad
Los comienzos literarios de Auden fueron excesivos en cuanto a elogios y promesas. Auden era señalado, entre otras cosas, como el auténtico líder de un “grupo” con programa político incluido. Por eso la decepción de los críticos fue más hostil. F. R. Leavis observa a un año de editado Los oradores (1932) una inmadurez e involución respecto del primer libro de Auden, Poemas (1930). Desde Estados Unidos, Randall Jarrell “demuestra” en 1941 que la ideología de Auden era producto de sus muy particulares gustos y peculiaridades psicológicas. Ahora se entendía la conversión política de Auden por la suma, “en última instancia”, de irresponsabilidades, frivolidades e inmadureces, aun sexuales. Luego de La danza de la muerte (1933), Auden publica junto a Isherwood El perro bajo la piel (1935); las siguientes colaboraciones son El ascenso del F-6 (1936) y En la frontera (1938). Pero a medida que la década del treinta se polariza, la inteligencia de Auden crece. En una parábola que va desde Carta desde Islandia (1937) hasta Un hombre doble (1941) y Por la hora presente (1944), Auden abraza cada vez más los sufrimientos y las esperanzas que al menos sí se atienden desde la religiosidad. Pero es en La edad de la ansiedad (1947) y, en menor medida, El escudo de Aquiles (1955) donde se muestran con más libertad las simpatías de Auden por la experiencia común de las personas, la que es accesible a todos. Incidentalemente, a fines de la década del 1960 –ya publicadas sus hasta ese momento obras completas, Homenaje a Clío y sus libretos con su amigo de siempre Chester Kallman–, John Bayley celebra en el viejo Auden el ánimo de Dickens y no el de los poetas metafísicos ingleses. Luego de casi tres décadas, al songwritter Morrissey se le ocurre rendirle tributo en sus discos. Escritor y estrella pop coinciden en aquello que exaltan: Auden fue siempre demasiado plebeyo, y demasiado tradicional.