LEGISLADORA FLORENCIA POLIMENI
› Por Matías Gigli
La resistencia a las nuevas edificaciones en áreas densamente pobladas de la ciudad parece haber llegado a un punto de movilización alto y realmente impensado en otros momentos. Un accidente grave como el sucedido la semana pasada con el derrumbe de una casa puede desatar una situación de muy difícil pronóstico y proyección. Todo esto lleva a cuestionar el actual Código de Planeamiento, pensar qué ciudad queremos y cómo materializarla a través de una normativa previsible.
La legisladora Florencia Polimeni presentó un proyecto en la Legislatura que hace hincapié en la dificultad del actual código, que superpone la normativa con parámetros numéricos (FOT) y los parámetros morfológicos (con alturas máximas, líneas de frente internos, etc.). De esta superposición, fruto del presente código luego de la modificación de 1977, recién ahora, con un incremento de la construcción importante, se ven los problemas de forma alarmante.
Según Polimeni, “cada ciudad tiene un trazado vial y un tejido propio. La trama urbana que nos permite recorrerla, comprenderla, interpretarla, es un sistema de comunicación. La calle es el ámbito de relación de los ciudadanos, el espacio de lo público donde se manifiestan las pasiones, el trabajo y el ocio. El tejido es el espacio privado construido, es la manzana materializada”.
El actual Código de Planeamiento Urbano promueve en casi todos los distritos la construcción de edificios exentos con plantas bajas libres. Resultan objetos únicos, trasplantados de otras lógicas, que se erigen autónomos, indiferentes a un trazado que no puede contenerlos. Esta tipología edilicia no se condice con las dimensiones y formas de nuestras parcelas.
El Código combina parámetros morfológicos y numéricos. Determina cuánto construir mediante un coeficiente denominado F.O.T. (factor ocupación total) y limita alturas, fondos y frentes de edificación. El FOT es un número que multiplicado por la superficie del terreno nos indica su capacidad constructiva, expresada en metros cuadrados. Los lotes de manzana de Buenos Aires tienen superficies distintas, siendo mayores en el centro de la cuadra y menores al llegar a las esquinas. Por lo tanto, tenemos conviviendo en la misma cuadra distintas volumetrías. Ese perfil, generado después del ’77 (modificación del Código de Planeamiento), va dejando medianeras expuestas y condenando a los lotes de esquina a ser descartados del proceso de renovación urbana o a transformarse en programas que no requieren edificación, como pequeñas estaciones de servicio, locales comerciales o carteles publicitarios.
Cuando las normativas se combinan con las tipologías que establece o promueve el código nos encontramos con la situación actual: una ciudad librada al mercado donde los que más tierra tienen, más y más alto pueden construir y hasta es posible vaciar una manzana y utilizar toda su capacidad constructiva para erigir una torre en su centro.
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