Sábado, 26 de mayo de 2007 | Hoy
CON NOMBRE PROPIO
Jimena Moabro estampa sus personajes en todo tipo de objetos. Son antihéroes varios, monjitas y sushi girls que trepan a individuales, lámparas, pins, mouse-pads y almohadones.
Por Luján Cambariere
La de Jimena Moabro es la historia de muchos ilustradores y dibujantes que encuentran en las tres dimensiones la posibilidad de que sus creaciones salgan a la luz. Personajes tiernos, simpáticos, irónicos, pícaros y hasta sarcásticos, que en su caso trepan a pantallas de lámparas, estampan almohadones o imprimen individuales, pins, posavasos y mouse pads, renovando el paisaje cotidiano.
La historia cuenta que Moabro se ganaba la vida como recepcionista en una oficina del microcentro, donde despuntaba el vicio o mataba el tiempo gracias a sus personajes. “Estudié dibujo y pintura. Y en la necesidad de escapar de la rutina del trabajo, dibujaba en los tiempos libres casi compulsivamente. Una vez que los personajes ya tenían carácter propio se me ocurrió inventarles soportes para hacer que estos pequeños dibujos se convirtieran en un proyecto. Y poco a poco en mi pequeña empresa –Sitevisto Nomeacuerdo– pude fusionar lo artístico con lo comercial y finalmente poder vivir de lo que me gustaba”, cuenta Moabro.
En un primer momento eran los Carlitos y Juanitas, simpáticos hombrecitos de ojos grandes y boquitas picudas, que ella dibujaba en microfibras en cuanto papel tenía a mano. Para ese entonces nace su hija Mora y, con su llegada, el emprendimiento propio se acelera. “Digamos que Mora y mi necesidad de estar con ella fueron mis motores para comenzar casi simultáneamente con mi proyecto. Por unos pocos meses de diferencia mi hija y Sitevisto Nomeacuerdo no fueron gemelos”, detalla. La misión no fue fácil, pero poco a poco y ferias de diseño mediante, fue logrando pasar cada uno de sus personajes a objetos. Los primeros aterrizaron en individuales de PVC espumado, veladores, muñecos de tela, pins y mouse-pads, donde sus creaciones eran las grandes protagonistas.
Varios héroes –desde Batman, pasando por la indiscutida y única Mujer Maravilla al Hombre Araña– siempre en versión regordeta que dan más ternura que miedo. Sirenitas, hombres-rana, monjas coquetas o bombas sexuales encubiertas (quién sabe), novias demandantes del “Sí quiero” y , en contraposición, las infaltables geishas. Capítulo aparte y souvenir predilecto de los extranjeros que dan con sus piezas: los tangueros (que vienen en versión chicas y chicos) y las Sushi Girls. También hay hadas, ovejas Dolly, Caperucitas Rojas que buscan al lobo, y Elvis. Jugando todo el tiempo entre lo inocente y lo sugerente, la autora da fe de que pueblan la casa de consumidores de 0 a 99 años. “Los personajes tienen múltiples llegadas a la gente. Están los que enseguida los eligen pensando en niños pero después los adoptan para ellos. Los que se identifican de inmediato con su superhéroe favorito de la infancia y se lo autorregalan. Y los que se divierten pensando a quién van a dedicar el cliché o tendencia de nuestros tiempos como de las que intentan, por ejemplo, dar cuenta las Sushi Girls, que no dejan de ser una humorada. Por eso, también, hace poco decidí que todos viajaran en un glamoroso pack de tul de colores”, remata.
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