Sábado, 11 de agosto de 2007 | Hoy
BLOG DE ASIENTOS
Hartos del ninguneo a manos de las sillas, los creadores de banquitos se encolumnaron en un blog para reclamar por sus derechos. Una juntada que promete postales, posters y exhibiciones.
Por Luján Cambariere
Lo que empezó tímidamente hace unos meses por iniciativa de dos diseñadores del interior –Manuel Rapoport de Designo de Bariloche y Marcelo Federico de Nuestro Monte en Córdoba– ahora ya es un movimiento fuerte de creadores encolumnados en pos de una tipología. Es que hartos del ninguneo al que sienten están sometidas sus creaciones, sobre todo frente a su pariente cercana la silla, hicieron causa común y hoy reclaman mancomunados por sus derechos. Ser reconocidos con igual glamour, figurar en las categorías de los concursos, ser tapa de revistas y ser invitados a los eventos internacionales. Se trata de los banquitos, por aquí, calificados de materos. Pieza que nunca falta en el hogar, gauchita como pocas, indispensable cuando el espacio aprieta o a una mesa se arriman más de los esperados. Pero mejor que lo cuenten ellos, sus defensores.
“La iniciativa nace de una charla que tuvimos con Marcelo en un congreso. Teníamos ganas de estar más vinculados, siempre fuimos ‘los del interior’. La idea desde el comienzo fue divertirnos y hacer algo que no tenga que ver con lo comercial. Una cuestión de los fundamentos del movimiento es desmitificar eso de que un diseñador es tal recién cuando ha diseñado una silla. Algo bastante divulgado en los ambientillos top del mundo. Soñamos hacer una muestra itinerante en que la gente pueda probarlos tomando mate sobre ellos. Somos de la firme idea que el diseño es diseño cuando la gente hace uso de los objetos. Igualmente los de los banquitos no tenemos nada en contra de los creadores de sillas. Nuestra lucha (o mejor, la razón de ser de nuestra lucha) es contra las sillas”, cuenta uno de los voceros, Rapoport, autor junto a Martín Sabattini del simpático y lanudo Matero Patagónico o del Veral en lenga y caña colihue.
¿Por qué vale una reivindicación? A la hora de defenderlos, costó, ya que es claro que en principio esto va de humorada, pero algunos se pusieron más serios. “Yo me metí con los bancos porque noté que cada vez que iba a ver un departamento para alquilar, aunque estaban vacíos, por lo general había un banquito sobre el cual había apoyado un teléfono. Me pareció que era un producto desprestigiado pero al fin y al cabo útil hasta el último momento y eso me hizo pensar de otro modo en el producto banco. Pienso que es un producto no tenido muy en cuenta pero con un plus muy importante: es usado como escalera, como mesa. Un comodín que cumple muy bien con varios roles”, explica Alejandro Sarmiento, al que mal no le fue apostando al banquito, ya que su Circus Stool de cartón plegado y sólo un par de remaches, además de ser una pieza absolutamente bella y contundente, cosecha premios en todo el mundo.
“De portes pequeños, de perfil bajo, livianos en muchos casos, no tiene corona (respaldo) pero un gran corazón, un poco introvertidos y tímidos, y mirándonos desde abajo quieren ser lo que son, salir a la luz y mostrar que se la rebancan”, expresa el cordobés Cristian Mohaded, autor entre otros del banco Bois en maderas varias y del reciente Teo junto a Luciana González Franco (“De aire serio, distinguido y buenos modales. Aunque en el fondo es muy complaciente: cuando se lo piden se desarma, detallan) en cartón.
“Invitan más a las relaciones sociales, a estar en compañía, charlar, a jugar en el espacio, estar más cerca de la tierra. En cuanto a la producción son la mínima expresión de asiento. Quizás hasta es borrosa esa evolución de un simple tronco o una piedra a transformarse en un banco. Se repite esta cuestión primitiva y simple. Son como un objeto-hoja en blanco donde se puede dejar así o dibujar algo. Lo lindo en el movimiento piquetero es que ves distintos dibujos, distintos mensajes y, además ves, que entre lo artesanal y lo industrial hay un abanico de posibilidades. Con respecto a su funcionalidad, al no tener respaldo son más estables por lo que los requisitos estructurales son más básicos y simples, por lo que uno está más libre para jugar con su diseño y eso hace que salgan cosas más diversas y divertidas”, remata Rapoport.
Mientras tanto, los padres de las criaturas están en la etapa de conocerse, por lo que invitan a sumarse. ¿La condición? Ser diseñador/a argentino/a, tomar mate y que los banquitos estén o hayan estado en producción y venta. “Además, suma Federico, los diseñadores-miembros reciben la exclusiva tarjeta ‘Banquito-Gold’ con la que tienen derecho a un buen amargo sentado en cualquiera de nuestros exclusivos socios”, remata.
–¿Quién en este país no ha disfrutado de unos buenos mates en ronda sentado sobre algo? Bueno, ese simple y displicente “algo” es una comunidad de comprometidos banquitos materos que, consideramos, cumplimos un loable trabajo.
–De qué, ¿del mate?, ¿o del culo? Si se refiere a esto último, nosotros apreciamos la diversidad.
–No, del Pro no somos, no estamos afiliados a ningún partido político o puede ser. Humildemente, tenemos más trayectoria.
–Porque tienen marketing. Se saben mover en el medio design, aparentemente son más masivas, están en oficinas, salas de conferencia, comedores, ¡en todos lados! Creemos que la culpa es que sean tantas. Tienen glamour, pero son como las modelos, muy lindas pero vacías.
–Porque en la mayoría de los casos la historia es así: el diseñador primero hace un banquito, luego se prepara unos mates, se sienta y por último se pone a diseñar. ¿Se dan cuenta? ¡Estamos en los orígenes del diseño argentino!
* Blog de banquitos: www.banquitos-argentinos.blogspot.com
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