Sábado, 26 de enero de 2008 | Hoy
Jorge Cohen, editor honoris causa que nos mantiene al tanto de lo que pasa en el Interior, reunió un paquete de informes sobre Rosario y Santa Fe que realmente levantan el ánimo. Están pasando cosas por allí, y de las buenas. Los vecinos de Santa Fe todavía festejan que se haya restaurado la Casa España, un precioso e importante edificio neoclásico en el que por muchos años funcionó el cine Colón y que estaba necesitado de un trabajo general de puesta en valor y arreglos. La Asociación Española de Socorros Mutuos y la mutual de ATE hicieron un convenio por el cual ya se inauguró un centro de artes y cultura muy amplio y abierto a todos. El nuevo espacio es un teatro de 600 butacas, bien equipado, con una segunda sala de 140 metros para reuniones, encuentros, muestras y seminarios. Todo el edificio fue restaurado y su aspecto recuperado, con lo que es un gusto verlo en sus maderas, yeserías y rejas de primera agua. La intervención en la fachada retiró un alero construido en los años cincuenta totalmente fuera de estilo y restauró molduras, marquesinas en estilo y aberturas. Todo el exterior se iluminó y se arreglaron las veredas.
La Casa España es parte de una tendencia que este año tomó fuerza en esa ciudad, que salió de la placidez con que se deterioraba su patrimonio edificado y mostró una buena serie de obras de rescate y consolidación. Así se restauraron el Teatro Municipal, el salón blanco de la Casa de Gobierno, la cámara de senadores provincial y la casa del brigadier Estanislao López, donde funciona el archivo de la provincia. La iglesia de la compañía de Jesús, que incluye el primer observatorio astronómico local, está en trámite para ser restaurada con la comisión nacional de monumentos y lugares históricos. Lo mismo ocurre con la preciosa catedral santafesina, a la que hay que ver de derecha a izquierda para evitar la enorme torre que algún pánfilo dejó construir a su lado (para peor, de ladrillitos a la vista).
San Fe recuperó, recupera y recuperará algunos edificios públicos de porte y neoclásicos. En esta lista están la facultad de leyes, la escuela industrial y la Facultad de Ciencias Económicas, que funciona en el antiguo Correo Central. Todos tuvieron obras parciales de mantenimiento y puesta en valor. Lo mismo se hizo en el museo de bellas artes Galisteo de Rodríguez, cuya ala más antigua fue restaurada. Y con el muy romano frente del cementerio municipal restaurado a nuevo y con su color original cateado y recuperado.
Mientras tanto, en Rosario, festejan una obra privada para la recuperación del viejo Hotel Majestic, inaugurado en pleno centro en 1923 y maltratado por muchos años como geriátrico. El Majestic fue el hotel de los artistas que visitaban la segunda ciudad argentina, pero sufrió interminables remodelaciones, de una estupidez notable. Luego fue reinaugurado como el Majestic Hotel & Suites, con 50 habitaciones y tres salas de conferencias. A fines de 2006, el hotel cambió de dueños y allí surgió la idea de restaurar su fachada. Dos cosas notables comenzaron a ocurrir: la primera fue que se comenzó a restaurar la bonita cúpula, dañada durante un granizo extra large que cayó en noviembre de 2006; el otro fue que se bajó el enorme cartel original del hotel para repararlo, cosa que implicó cortar la calle y se hizo de madrugada.
El Majestica es patrimonio catalogado de Rosario, ciudad con una ley que los porteños podemos envidiar, verdes y verdes. El hotel está en una zona clave, que vincula el microcentro urbano a la costa del Paraná, que está siendo reabierta después de un siglo de adivinarse tras una barrera de edificios industriales y portuarios. Además de un trabajo inteligente en recuperar algunos, los de valor, y librarse de infinitas alambradas y murallones, Rosario está creando un eje de interés urbano y turístico que vincule las dos áreas. El Majestic es una pieza, otras son el viejo hotel Savoy y el lindo edificio del viejo BID, en proceso de transformación hotelera.
En Rosario anduvieron experimentando con cosas como reducir la velocidad en ciertos tramos urbanos, para espantar a los autos y bajar el ruido. Resultó que las áreas donde se usaron estos reductores subieron en valor y atrajeron inversiones, con lo que la idea se está extendiendo a esta región de interconexión entre el centro y la costa nueva. Otra pinza de la recuperación de la ciudad es lo que definen como “políticas activas de restauración del patrimonio y de renovación urbana”.
Mientras tanto, en La Plata, los vecinos recuperaron una muy linda estación de trenes en el barrio con el increíble nombre de Meridiano V. La estación está en 71 y 17 y había sido desactivada en 1977, con el consiguiente deterioro del edificio. La estación en sí es una verdadera curiosidad porque no formó nunca parte de la red nacional sino que servía al Ferrocarril Provincial, una línea que iba de La Plata a Mira Pampa. En 1961 la línea dejó de llevar pasajeros y en 1967 ya no hubo cargas, pero la estación siguió en uso diez años más con el tráfico con Avellaneda.
La desaparición del ferrocarril deprimió mucho al barrio, al que le costó mucho recuperarse económicamente. En 1998 los vecinos comenzaron a usar la estación como punto de reuniones y pidieron que se reactivara la línea. El no fue tan rotundo que entendieron que tenían que recuperar el edificio ellos mismos. Lo fueron limpiando y reabrieron un salón para fiestas y encuentros comunitarios. Ahora, la estación está completamente recuperada y consolidada, es hogar de una compañía de teatro vocacional y del centro cultural El Faldón, que recientemente perdió su sede y pudo trasladar su biblioteca a la estación.
Según un estudio de Jorge Tartarini, especialista en patrimonio y columnista de m2, de las 3165 estaciones de trenes del país sólo sigue funcionando un tercio, mientras que algo más de 300 están en ruinas o desaparecieron. La de Meridiano V forma parte de la amplia mayoría que fue reutilizada para algún uso comunal o se transformó, por derechas o torcidas, en vivienda.
Peor suerte está corriendo otro edificio histórico platense, la antigua casilla de maderas y chapas que perteneció al fundador Pedro Benoît y pervive malamente en el Parque Saavedra de la ciudad. Según parece, ese parque está en muy mal estado y el vandalismo es regla, un problema que no se limita, en La Plata, sólo a esta área. La casilla de Benoît fue incendiada por algún cretino en el verano de 2006 y quedó a medio destruir. De milagro se salvó la biblioteca de la sociedad local de escritores, que tuvo que evacuar su sede. Luego fue hachada un poco más y sus paredes están cubiertas de grafitis que van de lo amoroso a la rara svástica de los seguidores de Biondini.
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