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Sábado, 29 de marzo de 2008

Mario Linder, maestro de arquitectos

 Por Mario Boscoboinik

El viernes 21 falleció a los 69 años al arquitecto Mario Linder, profesor titular consulto de la FADU. Fue alumno de Wladimiro Acosta en los ‘60, se inició en el campo profesional con la construcción de viviendas unifamiliares, de edificios y, sobre todo, en su pasión por los concursos de arquitectura. El primero, a poco de recibirse, fue el primer premio para un panteón en el cementerio de Chacarita. En 1971, con Carlos Libedinsky, ganó la sede de los tribunales en General Roca y el banco de Río Negro. También habían sido premiados sus proyectos para los concursos de los edificios de Catalinas Norte para la UIA, Segba y Aerolíneas Argentinas.

Fui su socio en la década del ‘80, en el proyecto y construcción de varias viviendas urbanas y, en 1986, junto a Hernán Araujo y Jorge Iribarne, obtuvimos con él el primer premio para el Centro Universitario de General Pico. Con este equipo fundó las bases de su cátedra de arquitectura de la FADU UBA, a la que accedió por concurso con el retorno de la democracia. Su actividad docente se había iniciado a mediados de la década del ‘70 coordinando la cátedra de Alberto Lepera, interrumpida por la dictadura militar.

Los noventa lo encontraron dedicado de lleno a la docencia y en el gobierno porteño como miembro del Consejo Asesor de Planificación Urbana por ocho años. A la vez, continuó obteniendo premios y menciones en concursos, entre ellos el de Puerto Madero, la sede de la Sociedad Hebraica, el área Italpark, el Banco Central y el área de Retiro, asociado a Clorindo Testa. Durante toda su carrera estuvo vinculado con la acción política y profesional en la Sociedad Central de Arquitectos, de la que fue miembro de la comisión directiva y vicepresidente, e integró –votado por sus pares en varias elecciones consecutivas– el Colegio de Jurados y Asesores. Siempre se resistió a participar en concursos que no fueran organizados por la SCA, convencido de que era la única garantía de transparencia.

Fueron miles los estudiantes que pasaron por su cátedra. Siempre alentó y reconoció el talento de los alumnos destacados y a muchos de ellos los convocaba para concursos o para integrar el plantel docente, o los recomendaba para incorporarse a estudios profesionales o a la función pública. Llevaba con orgullo el registro de los más de 200 premios nacionales e internacionales obtenidos por sus alumnos y ex alumnos en los 24 años de cátedra.

A Mario Linder le gustaban las metáforas futboleras y por eso se puede decir que fue un gran armador de equipos. Quienes lo conocieron saben que despiden a una persona inteligente y buena. Los integrantes de aquellos equipos despiden a su entrañable maestro.

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