Sábado, 12 de abril de 2008 | Hoy
NOTA DE TAPA
La diputada porteña Marta Varela insiste con un proyecto de ley de primera agua: crear un APH que proteja la avenida Callao de punta a punta. Incluye 85 edificios patrimoniales y medidas para mejorar el paisaje, mejorar veredas, controlar obra nueva y sacar el cablerío.
Por Sergio Kiernan
La diputada porteña Marta Varela es una señora de voz suave, lo que termina resultando engañoso: tiene la capacidad de emperrarse hasta lo inamovible cuando quiere. El año pasado vio perder estado parlamentario a su proyecto favorito, pero eso significó apenas que lo tuvo que volver a presentar. Es una buena noticia, porque el proyecto de los amores de la vicepresidenta de la Comisión de Patrimonio de la Legislatura porteña consiste en crear una enorme Area de Protección Histórica que tome enterita la avenida Callao. Son 85 edificios en algo más de veinte cuadras, de Congreso a Libertador, que resultan esenciales al catálogo del patrimonio porteño.
La creación del Distrito APH Callao busca defender un “conjunto urbano de alta calidad arquitectónica y urbana” con “variados estilos europeos, predominantemente de arquitectura francesa, italiana y española, adaptados a la visión estilística y los gustos de la naciente cultura local que se fusionaron en un eclecticismo propio y original”. Callao es, justamente, un muestrario de los estilos favoritos de nuestra Gran Epoca, con edificios de una calidad inmensa que, por su ubicación, se ganaron en muchos casos esa fama particular que tienen los puntos de referencia. A Callao se la puede caminar desde El Molino al Aguila, jerga que otras avenidas pueden envidiar.
Además de proteger específicamente 85 edificios, el APH congela las parcelas actuales y prohíbe que se engloben en futuros proyectos de desarrollo. Esta es una manera muy eficiente de recortar alturas, que siempre son proporcionales al tamaño de los terrenos, y ahorrarle a la avenida las megatorres. Los edificios no incluidos en el listado pueden incluirse especialmente, en particular por pedido de sus dueños.
Para mejorar la avenida, el proyecto de ley ordena que no se amplíen ni reduzcan las veredas y que a medida que se reemplacen sus pavimentos se vuelva a las viejas baldosas calcáreas, evitando otros materiales sin un parecer técnico especial. Ya no se podrán instalar marquesinas en los comercios, ni toldos fijos, y los rebatibles deben instalarse sin romper molduras ni alterar los vanos de los locales.
Un aspecto notable de este proyecto de APH es el detalle en el que entra en cuanto a la calidad urbana del espacio. Además de buenas veredas y forestaciones dignas, esta ley prohíbe específicamente usar los postes de alumbrado como colgaderos urbanos de reflectores y carteles, indica que el mobiliario urbano debe pasar también por una selección específica y avisa que se prohíben los cableados públicos o privados sobre la avenida. Los existentes deben enterrarse en menos de dos años desde su sanción.
El proyecto hasta menciona la calidad arquitectónica de las medianeras y prohíbe deformar fachadas y planos visibles con equipos de aire acondicionado o cañerías. La obra nueva debe respetar límites en la visibilidad de horrores como los tanques de agua y no puede ocupar más que el setenta por ciento de los terrenos disponibles. Los edificios protegidos explícitamente reciben descuentos del 40 al 100 por ciento en el impuesto territorial.
Para la diputada Varela –que también está en la Comisión de Cultura– el objetivo de su ley es afirmar la protección de conjuntos urbanos, más allá de piezas particulares de valor singular. El listado de edificios que propone abarcar incluye algunos ya catalogados y otros que por su tamaño están protegidos de facto, por simple razón económica. Lo que no existe y ella incluye en la ley hábilmente trabajada con su asesor Luis Tornquist es la misma idea de que Callao forma una estructura urbana con sentido propio. Tan es así que el APH se estira de a ratos hacia los lados de la avenida en sí, de modo de abrazar edificios linderos que forman parte de su entorno íntimo. Es el caso del colegio sobre Paraguay entre Callao y Rodríguez Peña, pieza clave del entorno de la plaza que domina el Pizzurno.
Es una idea poderosa y muy cuerda. La calle Rodríguez Peña, para dar un ejemplo cercanito, es hogar de la mejor colección de petit hoteles que le queda a la ciudad, y se merecería un tratamiento semejante justamente porque forma una colección con sentido propio. Asimismo, este tipo de ley “colectiva” permite una agilidad mucho mayor en un trámite cansador: las leyes de catalogación imponen la doble lectura, con audiencias públicas y con la Legislatura obligada a votar dos veces cada protección. Quien siga el trámite de cerca se quedará con un inmenso respeto a la paciencia china de los legisladores que logran que se apruebe una.
Para quien quiera recorrer la futura zona de protección, los edificios incluidos son: Callao 21, 52, 76, 77, 101, 169, 188, 215, 232, 289, 313, 316, 362, 374, 448, 481, 489, 540, 569, 626, 628, 676, 684, 786, 820, 843, 868, 875, 922, 924, 938, 942, 956, 976, 1024, 1034, 1076, 1103, 1137, 1161, 1188, 1211, 1295, 1301, 1315, 1353, 1405, 1412, 1416, 1433, 1460, 1500, 1519, 1531, 1540, 1542, 1604, 1615, 1685, 1707, 1770 y 1949. También figuran Córdoba 2008, Riobamba 650 y 882, Alvear 1799, Bartolomé Mitre 1791, Lavalle 1791, Corrientes 1783, Sarmiento 1720, 1736, 1758 y 1802, Perón 1809, Santa Fe 1650, 1748 y 1801, Viamonte 1816 y 1856, Marcelo T. de Alvear 1705, 1721, 1840 y 1851, Rivadavia 1739, Paraguay 1661.
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