Sábado, 9 de noviembre de 2002 | Hoy
Los jardines de Cristina Le Mehauté la ganaron el puesto de paisajista más vanguardista. Ella habla de un “arte en movimiento” que tiene expresiones mínimas, de balcón apenas, o abarca todos los espacios disponibles.
Por Luján Cambariere
Verde rima con vida
Un jardín
es mucho más que poner plantas. Es por eso que cuando concebís
un espacio exterior no vale sujetarse a ninguna tendencia. Yo no soy de armar
un espacio con un patrón de medidas o códigos fijos. Soy muy animal,
muy instintiva en eso. Lo primero, para ella, pasa por enamorarse del
lugar. Entrar en complicidad con él. Por eso, en este punto, es fundamental
una introspección, que en el caso de sus clientes resuelve mediante una
encuesta.
Con ella intento descifrar quién es el personaje que va a vivir
ese espacio. Cuáles son sus sentimientos, su memoria, sus nostalgias,
sus recuerdos. Así como en la casa, ese color que dimos a la pared seguramente
tenga que ver con algo nuestro, el exterior también habla de nuestra
cultura, pero no necesariamente la de los libros, sino esa que se teje día
a día. La que tiene que ver con el perfume que uno recuerda de su abuela,
el árbol que ostentaba la plaza de la infancia o quizás ese aroma
que odiaba de una vecina cercana, remata.
Recursos varios
Por supuesto
también manda el estilo de la casa. La minimalista no va con el jardín
inglés, la francesa con el mexicano. Porque todo entra en juego color,
forma, textura, sonidos, aromas. Todo tiene que estar en armonía
y en un diálogo fluido entre el adentro y el afuera. El paisajismo de
la fachada para afuera en toda su periferia saca la casa para afuera,
mete el jardín hacia dentro y organiza todo ese espacio.
Después, la resolución puede ser de lo más variada. Hasta
en un espacio pequeño como un balcón podemos optar por tapar una
visual fea con una planta, una estructura metálica o una escultura de
vidrio. Podemos poner pocos elementos o una silla y hasta un camastro donde
relajarse. Los recursos son infinitos. Desde una planta que atraiga a los pájaros,
como un tipo de salvia o un jazmín del país que abrazado a una
columna perfume toda una galería o el marco de una puerta o ventana.
Así dadas las cosas, parece que pensar en el perfume que uno ama o el
que odia, el color que nos energiza o seduce, ayuda. Porque además,
sostiene, cuando uno firma la escritura de una casa, no está comprando
solamente la casa. Esta comprando todo lo que ve y eso es maravilloso.
Uno es dueño de lo que ve y eso tiene que estar bien presente.
Mitos y corrientes
¿Hay
clichés en el jardín? Hay muchos años de aburrimiento,
donde la gente se hacía esclava de ciertas plantas o teorías.
El cerco que debe ser de ligustrina o jazmines, cuando también puede
armarse con una hilera de rosas, una grilla con hormigón o chapa agujereada.
El descartar plantas porque supuestamente traen mala suerte, como los cactus,
las hortensias o el gomero. En líneas generales hay una tendencia a olvidar
la curva. Se usan las rayas largas con borde de ladrillo, madera dura y, sobre
todo, allí donde nada funciona o las piedras y las plantas de moda como
losagapantos, los papiros, los formios y los álamos. O las calas, que
antes se asociaban a la muerte y ahora son fashion, explica.
Es que en su concepción del exterior, lo vegetal flores, arbustos,
plantas es sólo una parte. Quién te dice que un ejército
de enanitos de jardín o un cantero hecho con resortes no puede ser lindo.
Desmitificar es su estilo. Después podemos filosofar años
si debe ser más escultórico o arquitectónico, más
dinámico o estático, prolijo o salvaje. Porque como decía
Henry Moore: No hay nada más hermoso que tener por techo el cielo
y por suelo la tierra. El jardín es arte sinético. La obra
de uno. Arte en movimiento, remata.
Cristina Le Mehauté:
4701-4387,
[email protected], www.verde&vidrio.com.ar.
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