Sábado, 23 de agosto de 2008 | Hoy
CON NOMBRE PROPIO
Una diseñadora argentina radicada en Nueva York, Vanesa Natale, difunde y vende a través de su etiqueta Vía Nativa artesanía del norte argentino, bajo los principios del Comercio Justo.
Por Luján Cambariere
Hay puertas al mundo que son más grandes que otras. Para el diseño, Nueva York es una de esas imponentes de doble hoja que ofrece las máximas chances de ser visto y valorado. Una doble “V” a la hora de abrirse paso. Así lo entiende la diseñadora Vanesa Natale, quien se ocupa de difundir y vender artesanía latinoamericana en un coqueto local de la Gran Manzana.
Natale nació en Buenos Aires pero se crió en Nueva York. Hija de una funcionaria de las Naciones Unidas, cursó la primaria y secundaria en la una escuela internacional con compañeros de distintas nacionalidades, lo que según ella la incitó a aprender sobre otras culturas y viajar por el mundo. Al terminar el colegio, hizo una licenciatura en Bellas Artes con especialidad en Diseño Gráfico en el Pratt Institute de Nueva York. Mismo camino que recorrió Alessandra Plasa, compañera de escuela y de ruta (dedicaron parte de su juventud a recorrer Latinoamérica) y hoy socia en Vía Nativa, emprendimiento que las encuentra difundiendo artesanía argentina al mundo bajo los principios del Comercio Justo. Urban Alchemist es la tienda multimarca que comparten en Brooklyn junto a otras cinco diseñadoras y donde actualmente están a la venta piezas del norte argentino. Todo tipo de accesorios en chaguar tejidos por comunidades wichí de Chaco y Formosa, piezas en palo santo, así como tejidos de lana de llama teñidos utilizando elementos naturales que se obtienen de raíces, frutos, semillas o hojas de la cooperativa Puna de Abrapampa en Jujuy. Hamacas tejidas a mano 100% de algodón, joyería y piezas en maderas reciclada, como los bellos recipientes de madera Cocobolo, resistente al agua, y cestas entretejidas de aguja de pino de Nicaragua, completan la apuesta que intenta abrirse paso dando cuenta de estas manos artesanas del sur al resto del mundo.
–Con mi socia, Alessandra Plasa, nos conocimos en la Escuela Internacional de las Naciones Unidas y ambas estudiamos en la misma universidad. En el 2004, después de graduarnos, yo decidí continuar mis estudios de diseño en Argentina y dedicar tiempo a explorar las provincias del norte. Mientras que Alessandra trabajaba como voluntaria de una organización no gubernamental en Nicaragua. A raíz de esto, las dos viajamos extensamente por Argentina, Brasil, Uruguay, Costa Rica, Nicaragua y Guatemala, lo que nos permitió conocer y familiarizarnos con talentosas comunidades de artesanos, ricas en tradiciones y técnicas ancestrales. En el 2006 comenzamos creando un proyecto que tendría como objetivo celebrar y hacer conocer a estos artesanos, su creatividad y espíritu empresario y al mismo tiempo facilitarles el acceso a los mercados internacionales. Un tiempo más tarde, este proyecto se materializaría en Vía Nativa.
–Vía Nativa es una entidad de alto contenido social y principios éticos que tiene como objetivo ofrecer al mercado una selección única de accesorios artesanales producidos a mano en Latinoamérica con elementos naturales y en una forma ética. A través de un enfoque de sensibilidad cultural y de desarrollo y respetando el diseño y la cultura, nosotras colaboramos con artesanos independientes, cooperativas y organizaciones no gubernamentales con el propósito de apoyar sus artesanías tradicionales que están en peligro de desaparecer y crear otras fuentes de ingreso que les permita mejorar su calidad de vida y las de sus familias.
–Nosotros en este momento no somos parte de IFAT (Asociación Internacional de Comercio Justo), pero lo estamos considerando para un futuro cercano. Igualmente nuestro principal enfoque es trabajar con los artesanos conforme a sus principios –pagando un precio justo, ayudando a su estabilidad económica pagando un 50% adelantado para solventar el costo de los materiales y mano de obra, asegurando que los artesanos trabajen en un medio ambiente seguro y limpio, ya sea en sus talleres, en espacios comunitarios o en sus propios hogares, asegurando que no se emplee mano de obra infantil, a menos que la familia entera participe en la elaboración de la artesanía y que los niños continúen con su educación escolar, garantizando la igualdad de las mujeres, proveyendo la necesaria asistencia técnica y experiencia de mercado a fin de que los productos mantengan la alta calidad y puedan mantenerse en un mercado internacional. Estos pensamientos son compartidos por muchos grupos en los Estados Unidos que se dedican a ayudar a comunidades marginadas en distintos países.
–Tratamos de trabajar con artesanos que se encuentran en las regiones más desventajosas de América latina. Es por esta razón que decidimos comenzar con Nicaragua, uno de los países más pobres, por muchos años explotado por compañías extranjeras y donde la mitad de la población vive bajo el nivel de pobreza. Nuestros socios artesanos deben demostrar que sus productos representan sus valores ancestrales y culturales, que son cuidadosamente elaborados con materiales locales naturales y sin afectar o dañar el medio ambiente. Quiero destacar que nosotras valoramos los productos que nuestros socios artesanos realizan y estamos orgullosas de venderlos. No se trata de un acto de caridad, sino de una transacción comercial basada en el respeto por sus trabajos y en una compensación justa. Siempre y cuando es posible, nosotras seguimos prácticas de protección del medio ambiente, y nos aseguramos de que los artesanos seleccionen productos naturales que han crecido en un ambiente no contaminado y además que traten de usar energía renovable. Tratamos de evitar procedimientos que requieran material químico o artificial. También identificamos socios potenciales a través de recomendaciones de otras organizaciones que comparten nuestros valores. Por ejemplo en Argentina, hemos obtenido hermosos productos de la Fundación Silataj, una entidad sin fines de lucro que desde 1986 centra sus esfuerzos en la creación de fuentes de trabajo para pueblos indígenas del norte argentino.
–La cooperativa de mujeres El Cerro en Chinandega, Nicaragua, produce recipientes multipropósito y apoyavasos que se elaboran con las agujas de pino. Después que caen en forma natural de los árboles, las mujeres las recogen, limpian esta fibra natural para remover toda suciedad y las preparan para entretejerlas. A medida que le van dando la forma y el tamaño deseado, mojan las agujas de pino para hacerlas más maleables y así continúan hasta completar su trabajo. Es importante destacar que las agujas de pino no son biodegradables, por lo tanto las artesanas, al utilizarlas, no sólo están creando hermosas artesanías, sino que también ayudan a salvaguardar su comunidad, al remover un elemento que puede producir incendios forestales.
–La joyería de madera reciclada, las canastas de agujas de pino, las hamacas de puro algodón de Nicaragua y los accesorios de Chaguar del norte argentino. También lo que les atrae es escuchar el relato detallado de cómo el producto ha sido confeccionado y la explicación del simbolismo indígena (cuando existe) con respecto a los colores y motivos del diseño. También les encanta saber que muchos de los productos son únicos y valoran que están hechos a mano. La mayoría de nuestros clientes son personas que se preocupan por los problemas globales, el respeto a los derechos humanos y prestar ayuda a las comunidades que lo necesitan. En lugar de comprar artículos producidos en masa prefieren aquellos que reflejan su gustos hacia el arte y lo estético.
–Nosotras creemos que los países de América latina tienen la oportunidad de que sus productos se vendan en el comercio internacional, ya que es un mercado todavía bastante desconocido pero increíblemente rico en la originalidad, calidad y producción. Es un hecho que los productos étnicos latinoamericanos con su refinamiento y la combinación de influencias indígenas, europea y a veces africana, tiene un atractivo muy especial para los consumidores de Norteamérica y seguramente también para algunos países de Europa. Además el comercio justo no es una moda pasajera, sino que es un sistema de valores y de creencias que poco a poco se está expandiendo a las masas. Los consumidores cada día más se interesan por el mundo que está detrás de cada producto que ellos compran.
–En realidad ya lo hemos empezado con un artesano muy talentoso de Nicaragua que sólo se dedicaba a artesanías de madera ornamentales y para la casa. Nosotras le diseñamos una colección de anillos con diseño más moderno usando la madera Cocobolo que nos encantó por su acabado y tonos rubí.
–Alessandra y yo estamos orgullosas de lo que hemos logrado hasta ahora, pero también estamos conscientes de que sólo es el comienzo. Nuestra meta es que un día podamos representar a todos los países de Latinoamérica. Hoy es una experiencia muy grata conocer tanta gente que sabe tanto sobre Argentina, ya sea porque han visitado el país o vivido allí. Para mí es aún más sorprendente, ya que años atrás la gente me hacía tantas preguntas y no tenían la más mínima idea de dónde quedaba. Resultaba bastante difícil para mí, todavía una niña, explicarles sobre mi país.
* Vía Nativa: 343 5th Street, Park Slope, Brooklyn, NY. Webs: www.urbanalchemiststore.com y www.vianativa.com.
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