Joaquín Moscato y Ramiro Schere están dedicados, entre otras cosas, a diseñar casas chiquitas y lindas, estirando la plata de sus clientes para que con poco lleguen a tener casa lo antes posible. Su último proyecto es un simpático cubito de 6,20 x 6,20 x 6,20 en Ingeniero Maschwitz, ejecutado en dos etapas de diez mil dólares cada una. La primera cerró el volumen y la segunda montó instalaciones y muebles de cocina de un modo casi de autoconstrucción.

Esto se pudo hacer también por el perfil de clientes que Moscato y Schere lograron conseguir como mecenas: una pareja joven que vendió un PH en Capital y se mudó a las afueras, a un terreno 20 por 50 bien arbolado.

Desde el diseño, los profesionales jugaron con una geometría simple pero movida donde los planos de bloques de cemento se alternaron con planos de vidrio a modo de composición neoplasticista y que, sostiene Schere, se valieron en la etapa proyectual de una mística polarizada entre Toyo Ito (high-tech) y Catalinas Sur (pero en otra proporción y escala).

Además, el perfil controlado y austero se vio concretado en el uso de pocos materiales en la obra: viguetas premoldeadas en la longitud máxima posible, sin necesidad de columnas intermedias; bloques de cemento y vidrio. Por otro lado, se valieron de la económica carpintería de chapa doblada y de perfiles de hierro de demolición. La disposición interna de la casa se manejó con simplicidad: un entrepiso-dormitorio arriba y un estar con baño, cocina y lavadero en la planta baja.

Por supuesto que ésta no es la primera de sus casas. Basta recordar la premiada Nona’s House en el bajo de Beccar, en la que Moscato y Schere montaron en la barranca de San Isidro un volumen perfectamente triangular en planta que combina de un modo también simple materiales básicos y colores saturados. Además, se incorporan dobles alturas en ambos ejemplos, lo que permite mantener en todo momento la idea de totalidad del volumen.