Sábado, 4 de octubre de 2008 | Hoy
Este martes a las siete de la tarde se presenta en el Congreso una iniciativa para invitar al gobierno porteño a expropiar junto a la Nación una propiedad de fuste histórico. Se trata de la casona de Mansilla en el barrio de Belgrano, un edificio bellísimo, nunca remodelado de manera drástica, que por décadas fue alquilado por el normal del barrio. El caserón pudo ser demolido –hubo un proyecto de torres– y fue hecho Monumento Histórico Nacional para evitarlo. Pero no fue expropiado, con lo que sus dueños iniciaron un juicio para que les paguen. La Ciudad intentó un arreglo pero no hubo caso y todo parecía que quedaba para las famosas calendas argentinas porque el dueño y litigante murió el año pasado, con lo que el caso se complicó con una sucesión. En la Legislatura se presentaron dos proyectos –Cantero y Urdapilleta– pero siempre existió la sensación de que se le pedía al gobierno porteño que arreglara y pagara un olvido del nacional. El tema puede ahora encontrar una solución si prospera el proyecto de la Comisión de Cultura de Diputados –García Hamilton– para que ambas partes solucionen el tema a cuatro manos.
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