Los Goldfarb presentan su nueva línea de utilitarios en cerámica, gres y porcelana, con su nombre, su pasión por la cocina y una postura un-design.
› Por Luján Cambariere
Diseñador gráfico, durante muchos años profesor titular de Tipografía en la UBA, él. Ceramista y profesora Nacional de Cerámica, ella. Hace unos años el matrimonio Goldfarb, Luis y Cecilia, decidió unir vocaciones en un proyecto común, SumSum. Una colección de piezas utilitarias en cerámica y gres, accesorios de cocina y baño, juegos de sushi, bijou y una original línea de especieros para la emblemática tienda El Gato Negro.
Todas creaciones anteriores a la más importante, su hija Elisa, por la que, entre otras cosas, en el fatídico diciembre del 2001 decidieron dejar Buenos Aires y mudar el taller a las sierras de Córdoba. Fueron a Alta Gracia, donde después de un tiempo de perfil bajo, vuelven al ruedo con nueva marca –Goldfarb– que da cuenta de ellos en más de un sentido. Piezas utilitarias y de decoración nuevamente en cerámica, gres y porcelana que reflejan, por ejemplo, la pasión de Luis por la cocina y un diseño más vernacular.
Así nace una nueva colección de productos para gourmets y connaisseurs. A saber, una vinagrera o vasija tradicional francesa (pot à vinaigre) para la preparación de vinagre casero con los fondos de buenos vinos, un set térmico para capuchino o cortado “en vasito”, un bowl normando (plat à teurgoule), un set para bife-papas-fritas-ensalada, un set de sushi, un tazón de té tibetano y un mortero para pesto, entre otros.
“La vinagrera rescata el diseño tradicional francés de hace 500 años. Es el utensilio ideal para fabricar vinagre casero, ahora que terminó un poco la moda del aceto balsámico. Lleva una canillita o robinete de madera de boj con su corcho, importados por nosotros de Francia”, explica Luis. “Como a mí me encanta todo lo relativo a la cocina desde chico, leo libros, recetas, pregunto y cocino casi todos los días, hice una exhaustiva investigación y voy a adjuntar a la vinagrera un pequeño librito sobre los orígenes del vinagre y el método para prepararlo según Luis Pasteur.” Y continúa: “El vasito térmico para capuchino tiene una doble pared de gres porcelánico. La cámara de aire permite conservar la temperatura del café y no quema la mano. Estamos desarrollando una bandejita o posavaso en madera de haya y unos stencils con patterns para espolvorear el cacao sobre la espuma”.
Pero, además, a Luis le preocupa hacer otra aclaración de tono ideológico: “Aquí hay piezas que las concebimos sin diseño”, desafía. O más bien, corresponde una intervención de nuestra parte, al diseño entendido como estética o styling. Una visión más que limitada, errónea y, por otra parte, limitante de la disciplina.
“Nosotros, vuelve a la carga, trabajamos más con la reconstrucción histórica de piezas vernaculares, tradicionales, de toda la vida. Y otras que son propuestas con algo de humor y novedad. Así, hay piezas en donde el tema es la sobriedad, la proporción y el rigor de la terminación o la calidad del material, y otras que son más bien un ejercicio de mi otra profesión: el diseño gráfico”, aclara. Como una ensaladera con decoración de camouflage y unas tazas de té con graffiti o pintadas callejeras en miniatura que dicen “Lapsang Souchong”, “Earl Grey”, entre otras.
“Creo que si hay algo nuestro relativamente distintivo respecto de muchos diseñadores de producto es esto de rescatar formas arquetípicas tradicionales, imágenes de cerámicas de toda la vida, formas esenciales, y hacerlo sin una afectación posmodernista. Con discreción, con austeridad. No me resulta tan fácil de explicar, pero, por ejemplo, el vasito de capuchino no tiene una forma galáctica ni autorreferencial, sino que evoca los vasitos comunes de vidrio de los bares porteños, a su vez muy tradicionales de las barras de los bistró franceses. O la forma del florero con gráfica, una forma muy ‘común’, más o menos lo que haría cualquier persona si le pedís que dibuje un florero. Nos inclinamos por profundizar formas esenciales de la tradición cerámica, y esto no implica que sean formas antiguas y ni siquiera clásicas. Buscamos formas discretas. Pero muy estudiadas, muy ajustadas, muy proporcionadas. Horas y horas de diseño cada una. Mucha exigencia y rigor con las proporciones, los detalles, la terminación. Pero tampoco es ‘sólo tradición’, buscamos un criterio innovador y un sabor contemporáneo en todo lo que hacemos. Una vuelta de tuerca administrada, sensible.” Y por si su aclaración no fuera suficiente o tendiera a herir susceptibilidades, alinea su postura a la de Tibor Kalman, un diseñador gráfico norteamericano de los ’80 y ’90, conocido entre otras cosas por ser editor de la emblemática revista Colors de Benetton y del libro (Un) fashion.
Ideología presente en otras piezas como los portavelas con pie chino y pantalla de porcelana transparente y los tealights. Y una bella colección de floreros. “Una línea que también comprende una relectura de decoración cerámica tradicional: el florero con pistoletes y con damasquinado de tapicería”, remata.
* Goldfarb: Paravachasca 252, Alta Gracia, Córdoba, 03547-424599 - www.studio-goldfarb.com.ar
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