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Sábado, 4 de enero de 2003

Días de verano

Entre el arte y la simplicidad, el diseño de arreglos con flores suele ser el toque final para la decoración de un ambiente. Un material evanescente, único, de vida limitada.

 Por Luján Cambariere

Flores y plantas pueden reeditar escenas, ambientar espacios o colaborar en crear el mejor clima apelando a los cinco sentidos. Es que muchas veces el perfume de un jazmín, el tono único entre azul, celeste y lavanda de un agapanthus, la textura de una dalia o el sonido de algunos follajes son condición indispensable para la decoración de un lugar. En ellos, se revela el secreto encanto de las pequeñas cosas, ya que el arreglo más espectacular puede partir de una sola flor en un recipiente sencillo. Engalanando una mesa, coronando un cuarto o siendo el broche de un día, los armados con flores y plantas forman parte de la ambientación contemporánea.
Dicen los orientales y lo repite Paula Pryke, reconocida paisajista inglesa preferida del decorador Terence Conran para la decoración floral de sus locales, que contemplar una sola flor puede ser más gratificante para el alma que ver un ramo de gran tamaño. La flor aislada es una obra de arte viva. El dibujo de sus hojas, la disposición de los pétalos, la forma del cáliz y la corola, el color del tallo y su olor característico. En un arreglo de una sola flor pueden observarse todos estos detalles. Una sola gardenia o gerbera flotando en un bol con agua o una vara de orquídea Phalaenopsis en un vaso son perfectas por sí solas. Un jazmín en una bandeja de desayuno es toda una declaración de amor. Eso sí, para crear una buena escena, dicen los entendidos, lo primero es pensar el envase. Tubos de ensayo, botellas, cuencos de cerámica o hasta un vaso sirven para albergarlas. Un tallo de fresia, un narciso, un jacinto, un lirio o un gladiolo son ideales para capturar todas las miradas por sí solos.

Combinadas
Las relaciones entre flores y plantas también funcionan como las humanas: nunca sabrás si existe cierta compatibilidad hasta no probar. Un buen recurso para empezar es centrarse en un solo color por arreglo. Lo que no significa de ningún modo limitarse a una sola variedad de flores. La combinación de distintas especies del mismo color redobla el interés en la composición. Es que en el trabajo con flores es esencial el equilibrio tonal y la utilización del verde como regulador. “Si se trabaja con colores muy cálidos, aconseja Pryke, se necesita de un follaje denso de color oscuro para equilibrar el ramo. Los colores oscuros o apagados, por el contrario, se animan con un poco de follaje verde limón, de varios tonos o plateados”. Por otra parte no hay combinaciones prohibidas. Se pueden utilizar todos los colores siempre y cuando se haga con decisión. “Violeta y rojo, naranja y celeste, fucsia y amarillo son tonalidades que además están combinadas así en la propia naturaleza”, suma Pryke.
La proporción con el contexto en donde se ubicará el arreglo es otra de las características que debe cuidarse para lograr el efecto deseado. Aunque, ojo, que respetar esta consigna no pasa por encasillarse en los arreglos medianos. Justamente jugar con los extremos suele ser algunas veces más divertido. Recipientes pequeños como hueveras, frascos de perfumes o saleros son ideales para arreglos diminutos con violetas, anémonas, margaritas o jazmines. Aunque, si lo que se quiere es impresionar desde el tamaño, conviene apelar a ramas de cerezos, ciruelos, manzanos o sauce eléctrico o llorón o hasta juncos colocados en el piso en distintos recipientes. En los lugares espaciosos, sus siluetas orgánicas hacen las veces de esculturas.

El medio es el mensaje
Muchas veces, el recipiente en el que va el arreglo es el gran protagonista. Un cuenco de cerámica de un color vibrante, un vidrio o una porcelana tienen vida propia. Allí la flor acompaña o juega con eso. Entren de aconsejar, los paisajistas o especialistas en arreglos siempre se inclinan por los de cristal. Ellos llevan la delantera porque permiten observar el armado en toda su plenitud. Pero decir cristal no es necesariamente hablar de un jarrón. Copas altas, jarras de agua o vasos sirven para presentar el mejor armado. ¿Otras opciones? Los recipientes vegetales –macetas, cajas o cuencos forrados con ramas de retama o romero o grandes hojas planas atadas con cuerdas o hilo de papel– y los entelados con tul, algodón o en versión más rústica, rafia.

Consejos prácticos
- Si se usan flores del propio jardín, deben cortarse preferentemente por la mañana, antes de que el sol esté demasiado alto, evitando los tallos que tengan brotes nuevos. Al comprarlas, conviene preguntar sin miedo cuántos días llevan cortadas, así se podrá calcular su duración.
- Lo ideal es cortar los tallos con un cuchillo bien afilado al bies para que la superficie en contacto con el agua sea lo más grande posible.
- Antes de ponerlas en agua, conviene eliminar todas las hojas por debajo del nivel porque la contaminan.
- Los arreglos duran más en habitaciones frescas. Como norma vale evitar el sol directo, el exceso de calor y las corrientes de aire.n
Las fotos de esta nota fueron tomadas del libro Flores, ideas frescas para decorar la casa, de Paula Pryke, Editorial RBA Práctica, distribuido por Editorial Del Nuevo Extremo, Juncal 4651, 4773-3228. En venta en librerías Yenny y Fausto, entre otras.

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