Sábado, 7 de noviembre de 2009 | Hoy
El Museu Da Casa Brasileira, institución icónica para el diseño en San Pablo, expone Alejandro Sarmiento Designer y presenta Edison de la Sierra, su más reciente creación, que será lanzada también este mes en la tienda del Malba.
Por Luján Cambariere
nDurante mucho tiempo, Brasil estuvo actuando como lo que era, una potencia encubierta. Hoy, dos hechos aparentemente banales, los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol que los van a tener como anfitriones, reafirman su poderío en el mundo. Como vecinos, no podemos tomar nada prestado, porque lamentablemente los hechos demuestran que si bien cerca, hacemos las cosas distinto a ellos. Lo cierto es que hoy Brasil y sobre todo San Pablo, su capital económica, es un sitio donde el mundo posa su mirada. El lugar donde hay que estar.
A Alejandro Sarmiento lo une a este país una afinidad genuina. El padrino de una de sus hijas es un reconocido designer gráfico pernambucano. Allí tienen un especial aprecio y valoración por su particular mirada hacia la disciplina. En tiempos donde el latiguillo sustentable está de moda y antes de que se tome conciencia real del asunto, está siendo vaciado de significado, él da buenos ejemplos de varias décadas de coherencia.
Por eso, hacía tiempo, desde la época en que la periodista especializada en diseño y curadora Adelia Borges dirigiera el Museu Da Casa Brasileira, que tenía una invitación cursada a exponer su trabajo en tan icónica institución paulista.
Fue el empuje del Senac (Servicio Nacional de Aprendizaje Comercial), una institución educacional emblemática, con fuertes apuestas al futuro de su alumnado, que con su valoración a la usina de creación colectiva que procura desde Satorilab, junto a los esfuerzos de los nuevos directivos del museo –Miriam Lerner y Giancarlo Latorraca–, lograron finalmente concretar un evento con todos los condimentos: workshop (A Infancia em Jogo) y una exposición con el eje en su trabajo inaugurada el 27 de octubre que se extiende hasta el 22 de noviembre.
Tres de las salas principales del museo se vistieron de plata y celeste. La antesala a su trabajo recibió la enorme producción realizada con los alumnos en un workshop hecho en los días previos a la inauguración, mientras que en las otras dos se repartió parte de su producción más personal. Investigaciones y desarrollos que realiza para sí como forma de canalizar sus diversas inquietudes. Así, en la primera, da la bienvenida su universo Pet. Proyecto de reciclado de botellas plásticas que le ha valido los más importantes reconocimientos internacionales (fue expuesto en el Museo de Arte Moderno de Tokio, entre otros, y recibe solicitudes diarias de personas que en el mundo vislumbran las alternativas productivas de su creación). Dan el presente la herramienta original del gaucho argentino en la que se inspiró para crear las que cortan las cintas de Pet y por supuesto las de su autoría en versión estándar y para niños. Reinando en un absoluto estallido de color que resalta sobre la caja plata, un bello sistema de módulos a partir de pelotas. Una idea que cruza dos de sus líneas de trabajo (la deformación de cuerpos esféricos, esta vez metidos en redes poliédricas de Pet reciclado, y conectados entre sí a través de picos de botellas de gaseosas). Con estos módulos conformó una pared continua y curvada para delimitar espacios personales mostrando un sistema que admite una infinidad de usos posibles que en la muestra se exhibe en versión abierta y de color uva.
Completan esta puesta sus series de luminarias: la Supernova, realizada con los restos de las botellas que no se pueden tejer y los picos y la Invasura Pet, lámpara que diseñara especialmente para el proyecto Marca Cárcel de Satorilab, proyecto productivo con las internas de la cárcel de mujeres de Ezeiza. Además de las cajas I-D Brick, que desarrolló para la revista inglesa i-D con motivo de su 25 aniversario, a través de una trama termoformada de panel de abeja con la que jugó con el concepto de colmena en colaboración estrecha con Federico Meyer Arana.
Dando continuidad entre ambas, sus trabajos con deformaciones de pelotas, proyecto que surge con la apertura del Museo Malba de Buenos Aires. Mediante uno de sus materiales aliados, las redes poliédricas en Pet y otros como diferentes textiles o hasta un pulmón neumático de camiones, crea piezas que sirven para sentarse o invitan al relax. Las Ready Made (de forma cilíndrica) ofician de puf y las Tupac o Mar del Plata (donde las distintas estrangulaciones o deformaciones van dando lugar a formas de pechos, colas y ojos de insectos, según quien las mire) seducen y hacen cómplices a quienes se animen al contenido que siempre hay detrás de sus objetos. “Sobre todo son productos amigables. Si te los llevás por delante se desplazan, no lastiman. Si te mudás se desinflan y los llevás en la cartera.”
En la otra sala, la familia de caucho Ruberta Iron. Varios ejemplares de sus trabajos por “sugerencia del material” como el multipremiado Circus Stool, un banco que al día de hoy sorprende por su sencillez y contundencia de sus formas, ya que soporta mediante su estructura laminar hasta 120 kg de peso, que en este caso y bien ad hoc llegó a Brasil versionado en estampa frutal. Las lámparas Blanda que con el celeste de fondo parecen escarapelas luminosas. Otros casos de reuso, como las lámparas Araña que surgen de unas azucareras años ‘60 de cerámica que encontró en un bazar a las que les colocó ventosas para que se pudieran adherir a distintas superficies. Y una primicia que tuvo el público brasileño (y que en unos días se presenta en la tienda del Museo Malba): el armario-escondedor Edison de la Sierra.
Reafirma ese don particular que tiene de posar la mirada donde otros no lo hacen. Resignificando en el mismo acto, modos y materiales, cargándolos de poética y contenido.
Edison de la Sierra es un armario-escondedor de fornitura elástica que, como la mayoría de sus trabajos, viene con su reflexión a cuestas. El origen material del mueble, según cuenta, “es una especie de aparador, ropero, tradicional de las sierras de Medellín, Colombia, donde es muy común el uso de un armario realizado con una estructura metálica soldada y forrada con coloridas cintas plásticas típicas de las sillas playeras. La concepción tradicional cuenta con dos puertas como cualquier armario y forma prismática de gran tamaño”, detalla Sarmiento.
Cómo llega a él y en lo que troca, gracias a su operación de diseño, es lo que cuenta. “Estaba viendo un documental sobre las pandillas de una región, La Sierra, en Medellín. Me llamó la atención un mueble que aparecía reiteradas veces. Pero enseguida me conmovió la historia del protagonista, Edison Flores, un joven de 22 años, que está en esas fuerzas paramilitares desde los 15, vive la muerte de cerca día a día y sus ideales se mezclan con esa situación de violencia extrema”, relata.
Volviendo al proyecto, Edison de la Sierra nace en nuestro contexto y de su mano como un armario elástico, compuesto por una estructura metálica standard, forrada con elásticos de distintos anchos. “Estos elásticos tejidos entre sí permiten superficies de apoyo interior y exterior. Perimetralmente los elásticos no están tejidos para permitir el acceso a su interior dando lugar al guardado. Su terminación elástica permite el guardado de objetos mayores a su tamaño, como así también esconder todas aquellas cosas que queremos tener al alcance y no queremos que se vean”, agrega. Así, algo del original, la forma rectangular, el cruce de las cintas, está implícito en el suyo, pero pasado por el tamiz de su mano que le da un refinamiento y factura absolutamente distintos.
Además, con él, Sarmiento, en simultáneo, revitaliza una industria olvidada propia de los años ‘70. “Esos sistemas modulares de estanterías y exhibidores de nudos y tubos metálicos típicos de las peluquerías. Simple y versátil, permite construir sin límites de crecimiento generando armarios, bibliotecas, paredes. En esta presentación es un sólo prisma, del cual, cambiando las patas de lugar, se pueden obtener distintas configuraciones.”
Y homenajea, si cabe el término, a Edison (quien es asesinado dejando seis hijos antes de que finalice el documental). “En realidad yo rescato el mueble. Que por un lado me parece lo único rescatable de toda esa situación de extrema violencia y vulnerabilidad, tan paradojal. Pero por otro, y sin ánimo de que se malinterprete, de algún modo también a Edison (comandante del grupo paramilitar Bloque Metro del barrio La Sierra en Medellín), que a pesar de la situación en la que está inmerso –asesinatos al estilo ojo por ojo, pobreza extrema y sobre todo el vivir ‘sólo por hoy’, ya que la muerte acecha siempre– es un personaje como los que yo rescato, lleno de ideas y con la esperanza escondida en algún lado”, agrega.
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