Sábado, 12 de diciembre de 2009 | Hoy
En la última sesión de la saliente Legislatura, este lunes pasado, hubo una muy buena noticia. Sin mayores discusiones, el cuerpo sancionó finalmente una ley que ordena comprar la antigua casa del virrey Liniers para que sea la sede del Instituto Histórico de la Ciudad y de la Dirección General de Patrimonio. La futura sede se compone en realidad de tres inmuebles rodeando la esquina de Bolívar y Venezuela. Uno es la casa virreinal, de las pocas de época que quedan y la treintaiúnica con su fachada hispánica. Otro es la Editorial Estrada, edificio ya centenario y particularmente bien preservado. Y el tercero es un lote demolido junto a la editorial que se usa de estacionamiento. Como las tres propiedades pertenecen a los Estrada, se conectan por los fondos y arman un conjunto. Cuando se supo que las tres piezas salían a la venta, la diputada –ahora ex– Teresa de Anchorena se movilizó para que quedaran en manos públicas. Encontró una aliada en la directora general de Patrimonio Liliana Barela y el argumento fue que el Instituto podía vender sus cuatro sedes, por donde andan desperdigados papeles y archivos, y mudarse a una sede mejor, con sala de exposiciones y espacio para ordenar y mejorar el acceso público de su patrimonio. Finalmente, el gobierno porteño vio la posibilidad y este lunes el PRO votó el proyecto que autoriza las ventas y las compras. Los Estrada, familia histórica, sostuvieron todo hasta que se pudiera hacer esta venta que preservará sus edificios. El predio de la editorial hasta tiene una pieza de equipo particularmente relevante para el Instituto, la caja fuerte antiincendios, añeja y en perfecto estado de uso, donde se guardaban los manuscritos de los autores de la casa. Ahora podrá cuidar las cartas, documentos, dibujos y acuarelas acumuladas, y hasta los archivos de las invasiones inglesas.
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