Sábado, 12 de diciembre de 2009 | Hoy
Esta semana se lanzó la campaña de remeras 100% Comercio Justo, impulsada por Arte y Esperanza y Otro Mercado al Sur. Una apuesta en varios frentes: consumo responsable, agro-ecología y cooperativismo.
Por Luján Cambariere
Los que quieran salirse de esa carrera contra reloj del consumo desenfrenado y sin sentido de esta época del año tienen la mejor excusa. El jueves se presentaron en Casa Natura las remeras de la segunda campaña solidaria 100% Comercio Justo impulsada por las organizaciones sociales Arte y Esperanza y Otro Mercado al Sur. Una acción que por otra parte involucra a múltiples actores de una cadena textil solidaria. Comienza en el Chaco, Corrientes y Formosa con el algodón natural sin uso de pesticidas producido por campesinos de familias tobas y criollos que conforman la Cooperativa Agroecológica del Litoral. Continúa con el tejido, tintura, corte y confección realizado por la fábrica recuperada Cooperativa Textiles Pigüé, en la provincia de Buenos Aires, manejada actualmente por sus 110 trabajadores asociados (la planta era una de las más importantes del grupo Gatic, que cesó sus actividades en el 2003). Y por último, en esta edición, recibe el aporte de los dibujos de Quino, Tute y Crist.
Un campaña, por otro lado, que cobra especial sentido este año declarado por la FAO como el de “las fibras naturales”. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación decidió hacer foco en ellas porque a pesar de que en el mundo se producen alrededor de 30 millones de toneladas de fibras naturales al año –algodón orgánico, yute, sisal, lana, sedas, entre otras–, estos productos fueron perdiendo mercado frente a los sintéticos a pesar de que tienen muchas propiedades, y sobre todo que dan trabajo a poblaciones relegadas. El objetivo fundamental de la campaña de la FAO es el de realzar la importancia de estas materias primas para fortalecer su demanda y contribuir a un mayor bienestar de los agricultores que las producen. Sobre todo el algodón, considerado el cultivo más nocivo y de gran peligro para los campesinos, que generalmente carecen del equipo de trabajo necesario para manejar los pesticidas que se manipulan en las grandes producciones. Es que cubre el 2,5 por ciento de la tierra cultivable y consume el 25 por ciento del total de insecticidas y el 12 del total de pesticidas.
Harold Picchi, director general de Otro Mercado al Sur, representante en Argentina de Altro Mercato Italia y coordinador de la CTS, detalla para m2 algunos puntos claves:
–El algodón se cultiva bajo un sistema de producción agro-ecológico, es una producción libre de pesticidas y fertilizantes químicos, pero también incluye toda una filosofía productiva. Como explican desde la cooperativa, permite producir algodón de variedades convencionales (no transgénicas), sin utilizar agroquímicos, con rendimientos muy buenos, con muy altos rindes en desmote –más de 38 por ciento– y excelente calidad de fibra. La característica de trabajo es que son minifundistas o productores de tierras comunitarias o tierras fiscales, los llamados “sin tierra”. Ellos hacen producción familiar, de no más de tres hectáreas, con asociación de productos para autoconsumo y cosecha manual. Esto le da mayor rendimiento por hectárea y mejor calidad, porque la fibra al ser cosechada manualmente se selecciona de modo más cualitativo que con cosechadora. El cultivo se coasocia con maíz o con maíz y poroto; en algunos casos se siembra una asociación maíz/algodón entre hileras de plantas cítricas. Cuanto mayor la diversidad de cultivos, menor la incidencia de plagas y enfermedades. El suelo se mantiene lo más cubierto posible, se realizan labores superficiales o labranza vertical. El control de malezas también es manual. La experiencia de los últimos tres años demuestra que es posible producir sin agroquímicos, sin transgénicos, con menores costos y obtener un producto mejor pagado en el mercado. Es un camino posible para el pequeño productor algodonero. Además, los contratos de compra respetan la filosofía del comercio justo. Esto es: se garantizan precios mínimos, se hacen contratos a largo plazo, se prefinancia la producción y se otorga un valor Premium para inversiones comunitarias.
–Sí, desde 2004 que comenzamos a trabajar a hoy se nota una mayor conciencia de organismos públicos y empresas. También entre los consumidores se comienza a ver una incipiente conciencia crítica respecto de los modos de comprar y consumir y su relación con el trabajo de las personas y el medio ambiente.
–El consumo de Comercio Justo no es de elite, el problema todavía no resuelto es que los proyectos son demostrativos respecto de modelos de producción sustentable, pero todavía no alcanzan cantidades significativas de mercado. Algunos productos comienzan a tener peso cuantitativo como el café y la banana en el mercado europeo y vemos que en esos casos la conciencia de los consumidores está muy extendida. Los frutos de 30 años de trabajo en sensibilización de organizaciones de base en Europa se muestran con índices de conciencia y atención muy altos.
–El proyecto CTS provee fundamentalmente a marcas, tanto grandes como el caso de Levi’s y Altromercato Italia, como pequeñas, como el caso de Cristóbal Colón, Juana de Arco en Argentina o Thical Threads en Reino Unido. Luego trabajamos muy fuerte con organizaciones socias como Arte y Esperanza de Buenos Aires, Comercio Solidario de Rosario para que ellos vendan nuestras remeras bajo campañas de sensibilización. También trabajamos con empresas, instituciones, ONG que buscan aplicar programas de compras bajo RSE y les proveemos de remeras para campañas. Como el caso del Liceo Jean Mermoz y la Cooperativa Obrera por ejemplo.
–En todas las tiendas de Comercio Justo argentino. Arte y Esperanza (Suipacha 892 y Balcarce 234) y Pedro de Mendoza 589 en San Isidro; Artesanías Argentinas (Montevideo 1386), Arte de Pueblos (Libertad 948) y Silataj (Vuelta de Obligado 1933).
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