› Por Matías Gigli
Hace una semana se presentó la muestra “Arquitectura emergente Colombia” en el MARQ. Es un colectivo traído por el Programa de Extensión Internacional que Carlos Hernández, de la Universidad Javeriana de Colombia, organiza todos los años para alumnos de ese país en Buenos Aires. Ya hace ocho años que se cumple el PEI y este año los tiene reunidos en un taller de Palermo que se complementa con la exhibición.
La muestra que gira en torno de la palabra emergencia, ya desde el prólogo viene siendo explicada y caracterizada por sus alcances: transcriben que según Steven Johnson “es lo que ocurre cuando un sistema de elementos relativamente simples se organiza espontáneamente y sin leyes explicativas hasta dar lugar a un comportamiento inteligente. Sistemas tan dispares como las colonias de hormigas, los cerebros humanos o las ciudades siguen las reglas de la emergencia. En todos ellos, los agentes de un nivel inferior adoptan comportamientos propios de un nivel superior; las hormigas crean colonias; los urbanistas, vecindarios”.
Se explica que “Los Sistemas Emergentes concilian la teoría evolutiva, los estudios urbanísticos, neurociencia e informática para introducirnos en la gran revolución Científica y Cultural del siglo XXI”.
Con estas dos frases como introducción se explica que desde hace ya mucho tiempo que la arquitectura tradicional entró en crisis, sin embargo los niveles dominantes en Latinoamérica y aquellos sistemas superiores que se encargan de organizar los concursos públicos y definir los encargos profesionales, no permiten la exploración de nuevas ideas ni aceptan la experimentación o la emergencia.
Hernández interviene como curador explicando que en un mundo cada día más abierto y complejo, los sistemas se caracterizan por ser cada vez más autoorganizados y emergentes. Las continuas bifurcaciones, fluctuaciones, la incertidumbre y la inestabilidad son algunas de las características del estado actual. Las ciencias de la complejidad o la computación que estudian los sistemas alejados del equilibrio y los cambios irreversibles y súbitos en la física, las matemáticas o la biología, han comenzado a filtrarse en los estudios urbanos y en la arquitectura.
En un formato casi de manifiesto, Hernández fija posición frente a la idea del mundo actual: “Los cambios y la evolución de la humanidad y por ende en la ciudad y la arquitectura, están directamente relacionados con los cambios en las ciencias; por lo tanto la arquitectura no puede ya solamente dedicarse al estudio de las transformaciones continuas y uniformes características de los siglos pasados, sino por el contrario, la arquitectura hoy en día se ve sometida al estudio de las rupturas, quiebres, pliegues y discontinuidades característicos del mundo contemporáneo”.
Se debería intentar comprender y aproximarse a los fenómenos que caracterizan los sistemas dinámicos no lineales, o sistemas complejos adaptativos. Así, la complejidad y la no linealidad en la arquitectura se implicarían y articularían recíproca y necesariamente en torno de tres conceptos: la irreversibilidad, las estructuras disipativas y la importancia y el carácter mismo del tiempo y el espacio. Surge un nuevo paradigma que se basa en la convergencia entre la información y la biología, entendiendo que la vida misma es información.
La propuesta de hablar de estos temas surge del equipo conformado por A57 (revista de arquitectura de Bogotá) y el PEI en esta muestra que estará colgada hasta el 15 de enero en la sede de Libertador y Callao.
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