Sáb 19.12.2009
m2

El libro de las tristezas, versión Mar del Plata

El artenauta ediciones y el Cedodal continúan con su tarea de deprimir completamente a quienes aman el patrimonio con sus libros sobre arquitecturas ausentes. Ya lo hicieron con el que le dedicaron a Buenos Aires hace un tiempo, un bello álbum de fotografías de joyas arquitectónicas demolidas para construir cosas más grandes, más feas y más rentables para el especulador. Y ahora lo repiten con uno dedicado a Mar del Plata que es igualmente espantoso o más, ya que nuestra capital del veraneo supo ser una ciudad de una elegancia particular, amiga del gesto excéntrico y del historicismo.

La idea de estos libros es de Marcelo Kohan y la investigación es de Ramón Gutiérrez, Patricia Méndez y Felicidad París Benito, que cuentan a coro que el daño a la ciudad fue todavía mayor que el registrado por ellos, ya que su libro recoge sólo edificios notables que quedaron registrados fotográficamente. Otros notables y hectáreas de obras lindas y bien hechas pero de menor fuste desaparecieron sin beneficio de inventario. Lo que se ve en estas páginas es una prueba forense de nuestra frivolidad colectiva: las casas elegantes, bien construidas, aplomadas y a la vez divertidas de Alula Baldassarini, que fue el arquitecto de Mar del Plata en los años de preguerra y prácticamente inventó el estilo local, de piedra y madera; los hoteles increíbles de todo tipo, desde palaciegos hasta prearmados y de madera inglesa; los edificios públicos opulentos.

Revisando el álbum se puede percibir algo que ya no está más en la ciudad, el horizonte tierra adentro, hoy completamente tapado por las torres. Los autores le ahorran al lector el soponcio de agregar la foto de lo que reemplazó a estos edificios, sistemáticamente peor. Sólo se salva para el debate la famosa Rambla, que figura en el álbum en sus encarnaciones de madera y de símil piedra francesa, para terminar en la obra de Alejandro Bustillo, la última de gran arquitectura marplatense. Kohan y Gutiérrez adelantaron a m2 que pronto van a reeditar el libro sobre nuestra ciudad y que preparan otros sobre ciudades del interior igualmente maltratadas.

Curiosamente, la Sociedad Central de Arquitectos está presentando en el Marq una muestra muy afín, “Buenos Aires demolida”, inaugurada ayer mismo y formada por las fotos tomadas por el arquitecto Roberto Bonifacio en los años sesenta y setenta, cuando la ciudad fue destruida con saña comercial. La SCA presenta la muestra para “hacer conocer a los arquitectos más jóvenes fragmentos urbanos o edilicios hoy demolidos total o parcialmente”. Más aún, la exposición sí hace la maldad extrema de comparar lo que había y lo que lo reemplazó, con la sana intención de “evidenciar la responsabilidad de los diseñadores en la dirección que asume la transformación de la ciudad, que pocas veces ha tenido en cuenta la relación con el patrimonio arquitectónico de su contexto”. Sabias palabras.

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