› Por Sergio Kiernan
Quienes trabajan en el Teatro Colón se están preparando para el 15 de abril, cuando comienzan los ensayos de la función de gala del Bicentenario, el 25 de mayo. Cuentan con que el gran teatro ya esté listo, sospechando siempre que la sala y el foyer podrán estar presentables al público pero que, como en toda obra, habrá mucho por terminar donde no se vea. La sospecha puede estar tan justificada que se quedaría corta, ya que la principal preocupación actual es que justamente las obras de la sala del teatro se están demorando.
La restauración, refacción y reequipamiento del Colón es uno de los proyectos más cuestionados de los últimos años, y llegó a bordear en lo caótico. Una de las razones es que se terminaron haciendo catorce contratos para distintos aspectos del trabajo, lo que terminó superando claramente la capacidad de gestión de los últimos tres gobiernos porteños. Finalmente, se llamó a la caballería y se contrató a una firma especializada en, justamente, administrar obras enormes. Para este primer mes de 2010, trece de los contratos están “bajo control” –según la frase cabulera de los consultados– y las preocupaciones se centran en la sala y aledaños.
Este contrato lo tiene la Constructora San José, una firma española con sucursales en medio continente, en Portugal y hasta en la India. La San José tiene a su cargo la restauración de la sala en sí y de los foyers sobre Viamonte y Tucumán, lo que incluye la restauración del telón, de todos los textiles, de la instalación eléctrica –excluida la luminotecnia del escenario– y de los equipos de aire acondicionado, aunque sin tocar la provisión de agua enfriada, asunto de otro contratista. Como es un porcentaje grande de la obra, no extraña que la San José tenga buena parte de los mil trabajadores que restauran ahora el Colón. Justamente, una de las preocupaciones era que la firma tenía pocos trabajadores presentes y fue un alivio que en diciembre apareciera súbitamente un cincuenta por ciento más de gente por la sala.
¿Se puede terminar a tiempo? Los consultados piensan que sí, si la San José se empeña y si la situación económica nefasta de España no le crea problemas financieros. Quienes siguen de cerca el tema señalan que las demoras –calculables en un mes– surgen en parte de la cultura interna de la firma, poco acostumbrada a una obra tan mañera y cambiante como la del viejo edificio de 1908. Por ejemplo, San José contrató toda la albañilería de una sentada, para encontrarse con etapas en que había que hacer trabajos que el contratista nunca había hecho. Las raras estructuras y soluciones del teatro, que hasta tiene rieles de ferrocarril en algunas bovedillas, en lugar de perfiles, requiere una flexibilidad “a la antigua”.
No fue posible consultar con la San José si son optimistas o no: su presidente está en España, la empresa no tiene vocero y nadie habla si no está el jefe.
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