La idea surgió como una ayuda para los edificios patrimoniales únicamente, pero terminó generalizada. Resulta que uno de los problemas de la restauración, limpieza y mantenimiento de los edificios viejos o antiguos es el costo de esos trabajos, que los consorcios –muchas veces nada pudientes– no pueden afrontar. Como los andamios de obra deben ser cubiertos obligatoriamente y esa cobertura es liviana, de tela plástica, surgió la idea de permitir que fueran outdoors gigantes provisionales. Como mínimo, el consorcio obtendría andamio gratis, ya que la empresa proveedora podría cobrar lo suyo al anunciante. Y tal vez hasta podrían pagar otra parte de los trabajos con el ingreso publicitario. Finalmente, la ley terminó generalizando el negocio a todos los telones protectores, con lo que se licuó por completo el aspecto patrimonial de la idea y se transformó en una opción de promoción más. Es que si hay tantos “outdoors” de obra por la ciudad, se van a alquilar únicamente los que estén bien ubicados y tengan cierta escala urbana. Como el de la foto, que cubre un edificio sin el menor valor patrimonial en Santa Fe y Paraná, buena locación para cartelería si las hay.
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