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Sábado, 3 de abril de 2010

Design Museum Holon

Dunas de acero y una amplísima exhibición de objetos de diseño, para la inauguración del Design Museum Holon proyectado por Ron Arad en Israel.

 Por Luján Cambariere

Después de cuatro años de construcción, este verano abrió sus puertas el Design Museum Holon diseñado por Ron Arad en Israel. Construido en base a cinco sinuosas bandas de acero Cor-Ten, es el primer proyecto arquitectónico de esta escala de Arad y el pináculo de dieciséis años del programa de regeneración urbana que transformó la ciudad de Holon, al sur de Tel Aviv, en un epicentro global de cultura y educación.

La misión del Holon, detallan sus mentores, es la de explorar el impacto y la relación del diseño en los espacios urbanos y la vida cotidiana. El compromiso que asumen, al ser pionero en la región, es la de fomentar un ámbito creativo para la exploración y el examen de principios de diseño y de interpretación.

“Holon es una ciudad que se está reinventando culturalmente, con planes ambiciosos que están invirtiendo en la cultura. El concepto de este museo en el sol del Medio Oriente es una de las instancias. Como un centro líder en innovación en el campo del diseño dentro de Israel y hacia el mundo, se esfuerza por fomentar el diálogo internacional, destacando la importancia de un diseño de calidad y su importancia para nuestras vidas”, comenta entusiasmado Arad quien, siendo uno de los máximos referentes del diseño de ese país, fue el justo invitado por el intendente de la ciudad para diseñar un edificio que de ante mano le pidieron resultara icónico.

Para Arad, afecto desde el inicio de su carrera a un diseño muchas veces emparentado a la escultura y de hecho con formación artística (estudió en la Academia de Arte de Jerusalén), el desafío era interesante. Así, en referencia a su enfoque, aclara: “Cada proyecto es único. Cuando empezamos a trabajar en el diseño, el Design Museum Holon, era como un lienzo en blanco. Luego las ideas se fueron desarrollando y se formó una dirección donde, por ejemplo, la envolvente del edificio no es sólo un espacio sino también una estructura”, señala sobre una estructura que muchos hoy ya apodan “las dunas”.

PASEN Y VEAN

The State of Things - Design and the 21st Century, es la exhibición con la que arrancó su calendario de muestras el pasado 4 de marzo el museo. Y que permanecerá abierta hasta el 15 de mayo, presentando más de cien propuestas de diseñadores de todo el globo de los últimos cinco años.

Los curadores internacionales –Barbara J. Bloemink, Julie Lasky, Aric Chen y Garth Walker– explican que optaron por piezas que colectivamente contaran la historia de una práctica, concepción y el impacto cultural del diseño contemporáneo.

Así, desfilan por las amplísimas salas desde todo tipo de productos domésticos –sillas de plástico y empapelados– hasta tecnologías para mejorar la salud y el bienestar de distintas comunidades, reunidos en ocho categorías con nombres, algunos, un tanto especiales.

Bajo el paraguas de Nuevo Esencialismo, con el que los curadores trataron de reunir a exponentes de una estética embanderada por la simpleza y falta de ornamentos, se dan cita varios de los productos del genial Oki Sato creador de Nendo (nacido en Toronto, Canadá, en 1977 es licenciado en Arquitectura por la Universidad de Waseda en Tokio) como Hanabi, una luminaria que cual flor abre su capullo expandiendo el metal que forma sus pétalos al encenderse y lo cierra al apagarse. O la Cabbage Chair realizada por Sato para una muestra curada por Issey Miyake para conmemorar el primer aniversario de 21_21 Design Sight en Roppongi, Tokio. Un sencillo rollo de papel endurecido con resinas que a partir de distintos cortes se despliega y forma un asiento.

En la categoría Remix Mutante marcada según los curadores por la “hibridez y yuxtaposición de los tiempos modernos” que mixturan, por ejemplo, pasado y presente, encuadran la Chankley Bore Collection de Maarten Baas que evoca el estilo pop de los ‘60 para crear nuevos muebles con formato alienígena.

Dentro del segmento Cuerpo humano, una obsesión para los diseñadores de todas las épocas, presentan Lunocet, unas aletas súper tecnológicas que se adhieren a los zapatos cual extensión del pie y permiten nadar como un delfín en el agua.

Terrorismo, desastres naturales, crisis económicas, epidemias, hacen más que nunca que la categoría Emergencia Social esté en el candelero, aunque en este caso, con ejemplos de dudoso realismo. ¿Algunas propuestas? La pollera y el vestido inflable para evacuaciones de Yael Mer. Casi como una subcategoría de ésta, Economía artesanal apela a volver a las fuentes y rescatar tecnologías tradicionales, más al alcance y por sobre todas las cosas, sustentables, y como ejemplo presentan el trabajo de Stephen Burks: mobiliario hecho de revistas recicladas producido por una comunidad africana.

Por último, completan la muestra un sector apodado Más allá del diseñador, Super bello y el Design lab donde presentan, por ejemplo, el alargue súper ornamentado Wirepod de Joris Laarman, para la empresa Artécnica. Wirepod tiene una estructura flexible que lo hace más usable, los cables están forrados con goma termoplástica de modo que no hay peligro de roturas ni calentamientos excesivos, y los brazos son curvados y flexibles. Un chiche del que se puede estar orgulloso en vez de ocultarlo como pasa con los tradicionales.

En plus, algunas de las creaciones del colectivo mexicano Nel (Ricardo Casas, Alejandro Castro, Héctor Esrawe, Emiliano Godoy y Cecilia León de la Barra). En este caso una propuesta apodada Global Warning, una serie de alfombras que alertan sobre el calentamiento global, según ellos, contrastando la calidez del material con la crudeza del problema. ¿Como ejemplo? La del oso polar flotando en un bloque de hielo, de fibras, producida por la empresa española Nanimarquina.

Otro que merece mención es el trabajo de Julie Mathias y Wolfgang Kaeppner de WOKmedia, con base en Londres y producción en Shanghai, quienes para la ocasión presentaron su colección Once. Una serie de asientos producida en lo que nosotros conocemos como palitos chinos, unidos en una estructura caótica y obviamente muy pinchuda, más que nada, explican, como señal de advertencia a nuestros hábitos de consumo, ya que son sillas que no sirven para sentarse. Por último, diseñado por un ya amigo de la casa, Kouichi Okamoto, el original reloj que da la hora gracias a un novedoso sistema de imanes. Compuesto por un vaso de agua, un plato, imanes y dos pelotas, estas últimas flotan en el agua haciendo de puntero de reloj, gracias a unos magnetos giratorios que mueven las dos pequeñas esferas que flotan en el líquido. La roja, por su parte, indica las horas y la blanca, los minutos.

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