Sábado, 24 de abril de 2010 | Hoy
Joyeras contemporáneas argentinas reunidas por Metalistería viajaron al más importante simposio del tema en México. De regreso, lanzan lo allí presentado en Tienda Malba.
Por Luján Cambariere
Ya hemos comentado la destacada labor de la joyería contemporánea argentina. Fronteriza del arte, el diseño industrial y la arquitectura, es un segmento, por ahora, copado por virtuosas mujeres que asombran continuamente por su grado de innovación y la calidad de sus propuestas. Por lo que no sorprende que muchas de ellas, casi una troupe aunadas en un proyecto de larga data –Metalistería, la galería creada en 2004 por Francisca Kweitel y Marina Molinelli Wells, ya online– fueran invitadas a uno de los simposios más importante de la disciplina. Se trata de Area Gris, el primer encuentro de joyería contemporánea que busca generar lazos entre Latinoamérica y Europa, llevado a cabo del 12 al 16 de abril en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Invitadas por Otro Diseño para la Fundation for Cultural Cooperation and Development, llevaron la muestra “Heterogeneidad del Río de la Plata”. Es una original puesta en versión 2D donde en vez de las piezas viajaron con los retratos realizados por la fotógrafa Rosana Schoijett de las diez participantes –Cecilia Afonso Esteves, Cecilia Richard, Guigui Kohon, Marina Massone, Rita Hampton, Silvina Romero, Soledad Kussrow, Tota Reciclados y. por supuesto, las propias Kweitel y Molinelli Wells– luciendo sus propuestas. Piezas, por otro lado, que inauguran su versión 3D el 10 de junio próximo en la tienda del Museo Malba de Buenos Aires.
Además, dio el presente el proyecto “Encuentros y desencuentros” una expo dual entre Kweitel y la española Estela Sáez Vilanova. Iniciativa que nace del encuentro de 40 joyeros de todo el mundo quienes, invitados por Area Gris, discutieron en un blog de a pares para la conformación de una pieza (un latinoamericano y un europeo). Es que el simposio tenía como objetivo promover la comprensión de la disciplina, pero sobre todo fomentar el intercambio cultural entre artistas de ambos continentes. Por eso, además de mostrar lo propio, de nuevo la dupla a la batuta del desembarco argentino, Kweitel y Molinelli Wells, participaron de mesas redondas donde se debatió sobre el posicionamiento de disciplina en un contexto global y la gestión y promoción en América.
“Area Gris un área intermedia, señalan desde la web del evento. Algo que no es claramente una cosa ni la otra. Un término fronterizo entre dos o más cosas definidas de manera confusa. Algo que está abierto a la interpretación.” Y disparan muchas de las preguntas que nos hacemos todos: “¿Qué es joyería contemporánea? ¿Qué significado tiene para las diferentes culturas? ¿Tiene la joyería el poder para influir en nuestras actitudes, creencias, valores y comportamientos? ¿Es realmente importante llegar a un consenso en su definición? ¿Es necesario redefinir la manera en que la joyería contemporánea es expuesta, percibida y consumida? ¿Es capaz de reflejar una sociedad culturalmente diversa? ¿De qué manera cambia la globalización nuestra noción de espacio e identidad? ¿Es la escena de la joyería internacional tan internacional después de todo? ¿Qué se está haciendo a ambos lados del océano? ¿Qué sabemos los unos de los otros?”. Interrogantes que discutimos con Molinelli Wells y Kweitel, antes de la partida.
–¿La joyería contemporánea sigue teniendo el carácter espiritual, de ritual, que tenía para nuestros ancestros?
M.M.W.: –La joyería tiene algo muy fuerte por tratarse de objetos muy íntimos a los que uno puede darles valores simbólicos mucho más allá del material o lo físico. Por más que pese más gramos de oro la pieza no va a ser más preciada, simplemente va a tener más valor económico. Creo que en la joyería es donde más se da esto del valor sentimental. Sobre todo en la contemporánea, que viene un poco a romper con los cánones tradicionales de lo que es una joya. Abre el campo al salir de los materiales y hace hincapié en el mensaje que tiene una pieza. Este tipo de joyería arranca en el mundo en el año ‘50 con lo cual es verdad que es bastante nueva y más por estos pagos que en el viejo mundo. Además, por el tipo de formación al que se puede acceder acá donde todavía no hay escuelas donde se pueda estudiar joyería en un sentido más amplio. Acá tenés por un lado lo que es la técnica del oficio, donde podés aprender a ser un muy buen replicador de técnicas, pero en cuanto a lo creativo hay muy buenos talleres particulares. Por eso la formación de la gente que hoy hace joyería es muy amplia. Creo que ahí hay mucha riqueza. Rico y caótico.
–¿Ustedes se definen más como diseñadoras, joyeras, artistas?
M.M.W.: –El tipo de joyería que hacemos, por más que en nuestro caso somos de profesión diseñadoras, yo estudié diseño industrial y Francisca indumentaria, es más artística.
F. K.: –Yo sí considero definitivamente lo que hago como arte y no diseño. Y me siento hoy más dentro de las artes plásticas porque lo estoy llevando cada vez más hacia ese lugar. Cuando empecé eran piezas únicas pero más cercanas a la joyería, pero hoy se fue deformando con piezas que están vinculadas al cuerpo porque, por ejemplo, tienen un pinche pero no son necesariamente un accesorio. Y en el grupo pasa eso. Además la pieza única ya hace que se diferencien de lo tradicional.
–¿Cómo ven, por su experiencia, a la joyería en Latinoamérica?
M.M.W.: –Prevalece la tradicional, en general. Aunque ahora nos vamos a encontrar con mucha gente de la que sin dudas conocemos menos que de Europa, donde siempre está puesta más la mirada.
–¿El simposio de México surge de ellos o de los europeos?
F.K.: –Mexicanos residentes en Europa. En Amsterdam, más precisamente, que es el corazón de la joyería contemporánea, prácticamente, donde todo –workshops, talleres– los tienen a una hora de avión. Por eso a ellos les interesa hacer este puente entre Latinoamérica y Europa porque saben que a pesar de eso, o por eso, hay mucho por descubrir y digno de ser mostrado acá.
–¿Hay limitantes al Sur, con respecto al trabajo de los europeos?
M.M.W.: –Y... de calidad de materiales a veces sí.
F.K.: –Imaginarios, herramientas también. Pero eso no se vislumbra necesariamente en los resultados.
M.M.W.: –Y si se ven, es más en las producciones en serie, no justamente en las piezas únicas donde nos equiparamos. Y donde la cosa no pasa además por ahí.
–¿No viajan con las piezas?
F.K.: –Decidimos no llevar las piezas e hicimos los retratos para evitar ese traslado. Porque la idea es poder hacer una expo itinerante que las mostrara de una manera distinta.
–¿En la propuesta se distingue cierto rasgo en común?
M.M.W.: –No, por eso le pusimos “Heterogeneidad del Río de la Plata” hablando justamente de la identidad. Una identidad donde cada una muestra cosas distintas, trabajos más proyectuales, otros más intuitivos. Todo tipo de materiales.
F.K.: –Es un tema ese de la identidad, por eso decidimos para trabajar plantándonos desde esa heterogeneidad. Si tenemos rasgos en común seguro los descubren otros, no nosotras.
–¿Importante entonces el debate?
F.K.: –La discusión si es arte u otra cosa, me parece una discusión interesante entre disciplinas más que entre joyeros. Porque además, para poder entrar al mundo del arte necesitamos debatir con artistas y galeristas. Después lo de debatir, entre nosotros, para darle un marco a la disciplina me parece súper importante porque Argentina tiene muchas falencias en cuanto a galerías, coleccionistas, escuelas, museos y este es un modo de que miren lo que está pasando acá y que quede una base de reflexión.
–Volviendo al principio, ¿consideran que son piezas con alma?
F.K.: –Para mí es un modo de expresión como cualquier otra disciplina artística, que además tiene la posibilidad de ser llevada en un cuerpo con lo cual eso permite el diálogo, la discusión o el debate con la persona que te cruzás. Exhibiéndola o escondida, y eso me parece maravilloso.
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