Clásico del diseño brasilero, el Premio Museu da Casa Brasileira acaba de presentar a sus galardonados. Como siempre, un termómetro de lo mejor que pasa en la región.
› Por Luján Cambariere
En esta edición 24 del premio de diseño del Museo de la Casa Brasileira, varios de los galardonados ya son nombres que suenan en la escena. El certamen oficia de buen registro de algo de lo mejor del diseño contemporáneo en la región. Un diseño que hoy más que nunca pasa por reflejar su identidad, ser respetuoso del ambiente y apuntar a dar buenas soluciones tecnológicas con los recursos de los que disponemos en el Sur.
Ya tiene nombre propio. Es que de los 538 inscriptos al certamen, más de la mitad eran proyectos de mobiliario, muchos de jóvenes promesas brasileñas. Es por eso que, frente a la calidad de las piezas presentadas, el jurado decidió otorgar tres primeros lugares en esta categoría. Uno fue para Zanini de Zanine, hijo del famoso arquitecto y escultor de Río de Janeiro, José Zanine Caldas, con el Módulo 7, fabricado a partir de una mezcla de plástico y fibra de vidrio que permite varios tipos de configuración de biblioteca y hasta de banco. Con tan sólo 31 años, Zanine hijo ya es reconocido por varios proyectos, como su línea infantil en metacrilato en la que se destaca el caballito Giocco, presente en la reciente bienal de Curitiba, o la silla Moeda.
La otra fue para Domingos Tótora de Minas Gerais, con el Banco Solo, hecho de papel reciclado de formas orgánicas moldeado a mano. Y el último para la también reconocida dupla de diseñadores paulistas que conforma Ovo –Gerson de Oliveira y Luciana Martins– por sus sofás de la línea Tiras, muebles realizados con madera de demolición y estructura de acero inoxidable pulido.
Como siempre, las otras categorías del premio también rescataron perlitas varias de lo nuevo que hay en danza, ya que otra de las virtudes del certamen es que premia a productos que están en la calle. Así, en Utensilios el galardón fue para la olla Wok de cerámica resistente a choques térmicos de Luís Evers de Curitiba. En textiles, destacaron la labor de la paulista Rosângela Ortiz de Godoy con su Tecido 3 Erres, que nace del reciclado de residuos, reaprovechando cordones unidos y tejidos con hilos de algodón, lana, sedas, tiras de cuero, cobre y acrílicos.
Una vez más, Fernando Prado arrebató el premio Iluminación, esta vez con su línea Bauhaus 90 para la empresa Lumini, a la que ya le ha dado numerosas satisfacciones con productos que se venden a gran escala. En este caso se trata de una pantalla y base en aluminio repujado y pintado, que según el jurado reúne toda su capacidad de síntesis. Con referencias al diseño de los años ’20/’30, tiene una composición innovadora y mecanismos simples que proporcionan una alta flexibilidad de uso y función.
Las categorías, tildadas siempre de menos glamorosas, pero quizá las más necesarias como la de equipamientos electrónicos y para la construcción, también tuvieron lo suyo. En la primera hubo otro empate en el primer puesto, que fue dividido entre el purificador de agua con indicador luminoso de reposición Cónsul de Mario Fioretti de Santa Catarina para Whirlpool, que al no usar reservorio de agua minimiza la proliferación de bacterias. Y el Id Rep, un identificador biométrico de alta tecnología, de Vinicius Alberto Iubel y Aguilar Selhorst Junior, de Paraná.
Hubo un premio especial al mejor prototipo, donde se destacó un proyecto que señala la preocupación de cierto sector del diseño por el bienestar de todos las personas, a través de la Bengala Longa Eletrônica de Renato Fonseca Livramento da Silva y Alejandro Ramirez Garcia, de Minas Gerais. Es un dispositivo ideado para personas con deficiencias visuales que a través de sensores y placas electrónicas, entre otros, identifica barreras físicas localizadas de la cintura para arriba. Una herramienta ideal para que puedan desenvolverse mejor sobre todo en espacios públicos.
En la categoría construcción se alzó con el premio otra marca registrada del diseño brasileño, Guto Indio da Costa (famoso por su ventilador de techo que está en muchísimas casas brasileñas), esta vez junto a André Lobo y Gabriella Vaccari, por su grifería de cocina con ingeniería de alta performance de la línea Simetría. Fabricada en metal cromado, el jurado destacó su alta cualidad plástica y actualidad estética, además de sus detalles técnicos de acabado.
Por último, uno de los pocos premios (o el único) en contemplar la categoría trabajos escritos consagró en primer lugar el trabajo Estado crítico – à deriva nas cidades de Guilherme Wisnik, una recopilación de sus artículos publicados en la Folha de S. Paulo.
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