La Cuarta Bienal de Diseño Chile se diseña, en el Centro Cultural Estación Mapocho, fue un repaso de algo de lo que ocurre desde la última década del otro lado de la cordillera.
› Por Luján Cambariere
Catorce años pasaron de la anterior. El bicentenario y el caldo de cultivo de la enorme oferta académica que ostenta desde hace unos años Chile (27 escuelas de diseño y al menos siete grandes institutos profesionales) hicieron posible nuevamente su bienal. Así, organizada por la Universidad del Desarrollo y la Pontificia Universidad Católica con la meta de valorar la imagen del país reflejando el quehacer de la última década y bajo la consigna “Chile se diseña”, abrió las puertas en el edificio reciclado de la ex estación ferroviaria Mapocho, hoy devenida en centro cultural.
m2 viajó invitado especialmente por la UDLA, una universidad que tiene como flamante director al incansable Juan Pablo Fuentes, y por Passiontour de otra fanática, Gabriela Olivares, que conforman una dupla totalmente comprometida en la promoción de la disciplina en su país. Charlas, invitados especiales como uno de los diseñadores (sino él) más reconocidos del diseño español, Jaime Hayón, además de propuestas varias de diseño de producto, gráfico, joyas e interiorismo, de jóvenes promesas así como de algunos diseñadores más establecidos fueron el plato fuerte de un evento que acá, vale recordarlo, lamentablemente a pesar del volumen y la calidad de diseñadores locales, aún no tenemos.
Con estas propuestas daba la bienvenida la bienal. ¿Las más festejadas? Por lo menos para los que asistimos desde fuera, las que tienen que ver con particularidades de la región. No por la cuestión de la vapuleada “identidad” sino porque allí es donde se pueden apreciar las propuestas más originales. Entre ellas, el contenedor Savia Grapes, del estudio Walker Diseño & Asoc. Unas cápsulas que contienen una sustancia creada por Rethink, empresa biotecnológica que desarrolla soluciones para la industria agropecuaria, que imita la savia de la parra y mantiene fresco el racimo por 60 días. También la boya plástica para el cultivo de mejillones de Pablo Muñoz.
En el top del ranking de materiales, el mimbre, protagonista de varias propuestas como las luminarias de Cristian Domínguez (Made in Mimbre), que sobre todo buscan hacerlo más versátil y orgánico, aprovechando que es una materia prima que abunda (Chile es uno de los mayores productores del mundo) y con el que se puede dar trabajo a manos artesanas.
También la cerámica, con todo tipo de contenedores, muchos de ellos para envasar alimentos típicamente chilenos como mariscos o dulces de frutos rojos. Pero también ampliando tipologías como es el caso del Mimba Compost, un set de macetas en altura para facilitar el reciclaje de residuos orgánicos en casas y departamentos, de Paola Santero.
De un nombre fuerte del diseño chileno, Rodrigo Alonso, dos de sus creaciones más reconocidas, la Selk’bag, una bolsa de dormir que copia la forma del cuerpo para que uno se vista con ella y no pierda movilidad, y el mobiliario de plástico posconsumo reciclado y rotomoldeado. Además de su más reciente trabajo junto a la ONG Un techo para Chile para la que creó el proyecto Armo, un set de calzado ultraliviano para armar que forma parte de una iniciativa de Comercio Justo.
También en la búsqueda de colaborar con quienes menos tienen, dio el presente la propuesta de módulos de estudio de Alejandro Montero Rex para Masisa. Simple y muy adecuada para demarcar un espacio cómodo y apto para fomentar el hábito del estudio, como bien afirma su autor, “la mejor forma de superar la pobreza”.
Interesantes también los pallets de cartón ideados por Stephanie Fiebig para exportar fruta vía aérea. Y la indumentaria y joyas de la diseñadora Chantal Bernsau inspirada en algunos elementos y el traje típico del huaso chileno que vira de manta de hombre a kimono de mujer.
Por último, entre las curiosidades, un grupo de arquitectos y diseñadores al que se suma una licenciada en ciencias políticas al que no les molesta (más bien lo lucen con orgullo) el título de “nerds del design”: los gt2p (Guillermo Parada, Tamara Pérez, Sebastián Rozas, Alexy Narváez y Diana Duarte, Christopher Carter). Es que su camino al diseño de mesas, bibliotecas, bodeguitas u objetos varios como jarrones surge de la observación de un sinfín de fenómenos (desde el crecimiento de las ramas del tronco de un árbol al ordenamiento de un grupo de canicas en un envase), procesos que ellos homologan a través de modelamiento digital con algoritmos generativos paramétricos. Este recurso, entre otras cosas, permite personalizar y adaptar la dimensión de la estructura de sus diseños a las necesidades de cada cliente y mejorar la producción de los mismos. “Somos un estudio chileno de diseño paramétrico y fabricación digital. Creamos ADN para generar familias de productos, lo que nos permite desarrollar desde un objeto o un mueble, hasta una intervención artística o un edificio. La innovación en las metodologías de diseño y fabricación digital, así como la integración de procesos y la personalización masiva de los proyectos han sido logradas con la ayuda de diseño asistido por conocimiento computarizado, facilitándonos la constante investigación sobre materiales, procesos y nuevos diseños. Bajo el concepto de desarrollo de ‘metodologías estándar para soluciones no estándar, hemos logrado personalizar cada proyecto desarrollado. Este proceso enfocado en la fabricación se hace más eficiente y optimizado debido a que el conocimiento productivo se puede sistematizar a través de algoritmos generativos”, resumen prontos a su próximo desafío, la participación en la Stockholm Furniture Fair en febrero.
Incentivados por sus docentes o por ellos mismos que entienden que para competir, desde el Sur, hay que dejar de mirar para arriba, los estudiantes de 24 instituciones dieron pruebas de que van por buen camino, atacando ellos aún más que los profesionales, segmentos claves de la economía chilena.
¿A saber? Recipientes para viveros de arándanos producidos con desecho de borra de café (Consuelo Arias de la Universidad del Desarrollo); extractores de ovas y alevines muertos de salmón (Alejandro Lobos de la Universidad de Talca), envases para paltas en pulpa moldeada de papel que viene con recetas que promueven el consumo de este fruto tan usado en la cocina chilena (Genoveva Cifuentes, Matías Sir, Juan Quiñónez, Dolores Quiroga y Macarena Schmitt de la Universidad Diego Portales); bandejas para introducir el consumo de las tres especies de quinoa (Annaliese Bornhorn y Francisca Bermejo, de la Universidad Andrés Bello) y sets para guardar pinón (Chile Taste Andrés Orrego y Bernardita Rodríguez de la Universidad Mayor).
Interesante y sobre todo muy necesario, un sistema autónomo para suministrar suero a niños hospitalizados de otras alumnas de la Andrés Bello (Constanza González y Josefina Noguera) y el mobiliario en mimbre de Gabriela Corvalán, de Universidad Tecnológica Metropolitana.
Como es lógico, la tremenda catástrofe que vivió el pueblo chileno estuvo de manifiesto de diversas formas. Una de las muestras paralelas se realizó sobre los afiches que enviaron diseñadores, ilustradores y personajes de la escena de todo el mundo en símbolo de apoyo. Mientras que el montaje de la bienal fue realizado por el estudio Magia Diseño con planchas de terciado que, una vez concluida, serán donadas para su reciclado en casas de personas afectadas por el terremoto.
No sabemos si la exigencia en el empleo de este material o la sugerencia de la utilización de la dimensión vertical de la nave de la estación de más de veinte metros de altura complicaron la labor de estos profesionales que, además de bastante aparatosa, tenía graves fallas expositivas como los reflejos de luz en las vitrinas que impedían ver por completo lo que había dentro. Una cuestión no menor la del diseño expositivo en una bienal justamente de diseño.
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