Sábado, 26 de marzo de 2011 | Hoy
Los vecinos del barrio de Floresta están sentando un ejemplo que levanta el ánimo. Los de Salvar a Floresta la pelearon y festejaron que su barrio recibiera, por fin, un Area de Protección Histórica de particular significación. Es que este APH no se compone de palacios ni de ruinas circulares, es nada menos que una muestra viva de tejido porteño, con sus buenas y sus malas. Que los vecinos la hayan pedido, que la Legislatura la haya votado, es una muestra de madurez y un parate a los elitistas tontos –y a los especuladores vivos– que dicen que sólo hay que preservar unos cuantos edificios históricos.
Lo otro ejemplar en estos vecinos es que supieron que una ley no solucionaba el problema, con lo que se pusieron a vigilar con ojo de águila su cumplimiento. Como Floresta está sufriendo un proceso de especulación de la peor calaña, con una proliferación de locales instantáneos, los vecinos la tienen dura. Pero no se rinden y siguen denunciando. Esta vez se trata de un muy hermoso galpón en la calle Goya y de obras no autorizadas en una vivienda de la calle Bacacay.
Como se ve en la foto, el garaje de Goya 621 fue un lindo ejemplo de Art Decó aplicado a la arquitectura de servicios. El garaje es enorme y traspasa la cuadra hasta la Avenida Segurola. El edificio no sólo es anterior a 1940, con lo que cae plenamente en el trámite especial de la ley 3056, sino que tiene su propio proyecto de catalogación de mano de la diputada Silvina Pedreira, el 3249.
En las dos fotos se ve cómo era el frente y cómo es hoy, con daños. Los vecinos afirman que estaba en perfectas condiciones hasta que, sin cartel alguno, comenzaron a romperlo para ampliar la entrada. Por supuesto, nadie en el gobierno porteño detectó la infracción y mucho menos hizo nada por detenerlo.
El otro caso que detectaron los vecinos de Floresta se da en una esquina que ya tiene hasta historia de ilegalidades. En Bacacay 3800 funcionaba un taller clandestino de costura, que empezó a atraer, al fin, la mirada municipal por las masivas denuncias por reducción a la esclavitud y explotación en ese rubro. No consta que fuera el caso, pero parece que el taller estaba en orsay, porque un buen día de octubre pasado las máquinas desaparecieron y el taller quedó vacío.
Ahora, aprovechando la calma de un fin de semana largo, abrieron un gran boquete en la ochava, le pusieron una persiana metálica y lo reabrieron transformado en maxikiosco. Los miembros del consorcio dicen que nadie se molestó en avisarles de las obras. El barrio entero puede ver que el kiosco no tiene habilitación, apenas el cartelito de la AFIP, y la obra se realizó sin papeles, avisos ni formalidades. Los vecinos ya denunciaron varias veces al lugar por violar el código de edificación y por modificar una fachada en un APH sin permiso especial. De hecho, la legislación de áreas protegidas prohíbe abrir un kiosco.
Los vecinos de Floresta ya están convencidos de que viven en una zona liberada para este tipo de desmanes. La indiferencia del gobierno porteño hacia este tipo de infracciones es completa. Ni al jefe Mauricio Macri ni mucho menos a su ministro de Desarrollo Urbano Daniel Chain parece importarles el nivel de ilícito en que se vive en grandes zonas de la ciudad que gobiernan.
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