Imágenes porteñas
Dos concursos sirvieron para crear la imagen identificatoria de Montserrat Arte y Moda y del Festival Internacional de Buenos Aires.
Por Matías Gigli
La vieja frase de que una imagen vale por mil palabras sirve como punto de introducción para describir la tarea de los diseñadores de logotipos. Ese arte de difícil militancia requiere del equilibrio exacto entre formas y letras. Además de problemas de diseño y de comunicación. Aquí se muestran dos isologotipos que empezarán a representar a un evento y a un museo.
Tatiana Mielnik, diseñadora gráfica chaqueña, ganó el primer premio que el Museo Nacional de Bellas Artes organizó para su nueva sede en el barrio de Montserrat. El edificio de Alsina al 1100, que albergó a la antigua empresa de Gas, es ahora una sede de Bellas Artes. La idea es destinar, en coordinación con otros esfuerzos en ese barrio de tradición textil, ese ámbito para impulsar a la industria y al diseño textil desde el nuevo museo. Que justamente fue inaugurado recientemente con una muestra de diseño y moda.
Tres letras y tres palabras fueron encargadas por Mielnik de fijar en la gente el recuerdo de ese lugar. La ganadora del concurso es una joven diseñadora recibida en FADU en 1997, que enseña allí mismo Diseño Gráfico y que hace seis años que trabaja en la creación de envases, puntos de venta y stands, ilustraciones de colecciones de moda y otros trabajos de identidad.
El estudiante de diseño gráfico Diego Vapore trabajó para su propuesta de identidad del próximo Festival Internacional de Buenos Aires sobre la confluencia de cuatro disciplinas, el teatro, la danza, la música y las artes visuales. Su trabajo fue premiado y representará al próximo festival, que se realizará entre el 10 y el 28 de septiembre. Vapore, con la simpleza de una mano abierta con el pulgar doblado haciendo el cuatro, supo ver una señal identificatoria para el evento.
La idea de llegar a una síntesis morfológica basada en un gesto cotidiano llena de fuerza y contenido a una imagen que por otro lado recuerda un puñado de signos de admiración. Fuerza y síntesis para un logo que no encuentra pautas en las disciplinas sino en su número y en un entusiasmo que busca provocar el festival.