Una resolución de la Defensoría del Pueblo que preside Alicia Pierini permite recordar quién es la persona responsable de la masacre regular de árboles que sufre nuestra ciudad. En la subsecretaria de Mantenimiento del Espacio Público, Analía Cristina Leguizamón, que tiene para responder al defensor adjunto Gerardo Gómez Coronado un pedido por la masacre en el Parque Rivadavia. La cosa arranca ya en febrero de 2010, cuando el vecino Guillermo Rey se acercó a la Defensoría preocupado por las cosas que le veía hacer al Ministerio de Ambiente y Espacio Público. Rey hasta adjuntó un pedido de informes a la Comisión de Ecología de la Legislatura, jamás contestado.

En ese entonces, Gómez Coronado hizo un pedido de informes a Espacios Verdes, que tuvo que repetir porque tampoco le contestaban.

Finalmente, recién a fines de junio de 2010, los Verdes le informaron que se habían enfermado los ombúes del parque.

De hecho, como no sabían de qué enfermedad se trataba, habían cortado drásticamente las copas y removido algunos árboles. El informe no era muy claro y, por ejemplo, no se entendía si el colihue del parque, probablemente el único en un jardín público porteño, seguía vivo. La cosa quedó así hasta que a principios de este año Rey volvió a la carga con más información y observaciones. La Defensoría empezó a frecuentar el parque y encontró chapucerías inexplicables de parte de profesionales. Por ejemplo, que los ejemplares de gingko bilova fueron retirados uno a uno, el último este invierno, mientras que se plantaban especies que no tienen que ver con la escala y el arbolado del parque, como crespones. El diseño de Carlos Thays, totalmente desrespetado, está siendo enmendado por manos contemporáneas. Gómez Coronado finalmente le pidió a la funcionaria Leguizamón que repusiera los gingkos, que le informara en qué estado están los ombúes y también que informara del estado de los árboles del parque.