Sábado, 14 de septiembre de 2013 | Hoy
Los vecinos de La Boca todavía no paran de reírse de la comedia de las rampas que les armó el gobierno porteño. La foto de la obra, flamante e inaugurada pero con un tremendo poste con tacho de basura y todo en el medio, circuló como fuego por las redes. Es que pocas veces se puede graficar tan certeramente y con tan pocos elementos la incompetencia del macrismo en funciones. Lo que siguió fue vintage PRO, la búsqueda inmediata de cómo echarle la culpa a otro para zafar.
Los lectores de este suplemento recordarán la foto de las chapas que cubrían una bella zanja en Belgrano y Boedo, que lucían una enorme calcomanía avisando que “esto no es un bache” sino una obra ilegal. Este, muestra –en colores y con el sello de la ciudad– de la tendencia macrista a esquivar el bulto, llegó a lo metafísico: una depresión en el asfalto es un bache si y sólo si no hay manera de culpar a otros. En el caso del poste, fue a la compañía de electricidad y a la de cable, que negaron terminantemente haber recibido alguna vez una comunicación al respecto.
La foto de este recuadro muestra otra rampa, ésta en la Nueve de Julio, que arruinaron con el metrobus. La rampa está bloqueada por el tragaluz del estacionamiento subterráneo a la altura de Belgrano, propiedad también de la ciudad. Aquí no hay agencias nacionales a quienes culpar, ni empresas privadas de servicios a quienes señalar, porque todo lo que se ve es propiedad y obra municipal. Algún genio se olvidó de tomar en cuenta el tragaluz y así quedó todo en una obra que funciona porque decenas de policías de tránsito lucen sus saquitos amarillos para que nadie doble a la izquierda en la avenida. Cuando se acaben los fondos para estas interminables horas extras –tal vez en octubre, justo después de las elecciones– ¿qué pasará con esta obra tan mal pensada?
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