Sábado, 2 de agosto de 2014 | Hoy
Adriana Torres es la creadora de Miga de Pan y viaja enseñando bordado creativo. Antes de una gira a Estados Unidos y después de ir a España, una charla sobre este talento argentino de exportación.
Por Luján Cambariere
A Adriana Torres la conocemos desde hace tiempo por sus bellísimas creaciones de crochet y fundamentalmente por sus exquisitos bordados. En un mundo que a contracara de la tecnificación se esta volviendo más “maker”, ella se destaca. Pero como también resulta que en este planeta globalizado el talento no tiene fronteras, la vinieron a buscar de Estados Unidos y España. Justamente, emprendimientos que insistieron en que viajara a enseñar su don for export. Y allí partió tímidamente, como es ella, por primera vez en 2013 y hasta hace unos días durante más de un mes, a un megatour por Europa organizado por The Hobby Maker, donde un sinfín de fanas escriben cosas bellísimas de ella y su trabajo.
Por eso, la entrevistamos antes de que vuelva a embarcarse en otra experiencia deliciosa ahora en septiembre, un workshop en Boulder, Colorado, Estados Unidos, en el marco de la experiencia The Makerie, que propone una especie de minivacaciones donde el relax pasa por fomentar el hacer con las manos. Resulta emocionante que los flujos de conocimiento e información se estén invirtiendo (del Sur al Norte), aprendiendo a través de ella hasta nuestros modismos o animales autóctonos (es curioso ver a las catalanas bordando un tatú carreta, su Coco Terráqueo) y sobre todo esto de leer un sinfín de agradecimientos por “haber cruzado el Atlántico y llevarles algo de su magia”.
–La primera vez que viajé a enseñar fue en julio de 2013 a Barcelona, a un lugar llamado Duduá, que es un referente de talleres en España. Fui por tres talleres, pero se llenaron y tuvimos que abrir un cuarto, que también se llenó. Esa fue mi primera experiencia en la docencia y me encantó. La segunda fue ahora, una gira por España organizada por The Hobby Maker. Di clases en ocho ciudades durante un mes y medio: Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga, Valencia, Palma de Mallorca, La Coruña y Bilbao. Y ahora en septiembre voy a dar un intensivo de tres días en Estados Unidos en The Makerie, que es un lugar (de los pocos que hay en el mundo) que organizan creative retreats (recreos creativos). El primer taller se llenó y hay lista de espera de 16 personas. ¡Demasiada expectativa! Además es un lugar muy especial, donde dan clases famosas y talentosas artistas como Amy Butler, Helen Dardik, Tamar Mogendorff, Mimi Kirchner. Todo un desafío. Me siento muy honrada de que hayan mirado tan al sur del mundo y me hayan invitado, habiendo tantas mujeres tan grossas en todas partes (y mucho más cerca de ellos).
–Ser diseñadora es lo más, pero ser maestra es un regalo: aprendí muchas cosas, conocí chicas maravillosas, hice nuevas amigas, me traje a Buenos Aires regalos hermosos, probé nuevos sabores, descubrí lugares paradisíacos... y recibí el cariño de decenas de alumnas que nunca voy a olvidar. Esta experiencia, que marcó mi vida personal y profesional, me va a acompañar por el resto de mi vida. Y las chicas se fueron muy felices, a veces con lágrimas en los ojos. Me decían que el taller había superado sus expectativas. Yo siento que di todo lo que podía dar, les conté y mostré mi manera de trabajar y eso creo que fue lo que las flasheó. Una alumna me dijo que con sólo ver mis trabajos en vivo y en directo ya había sido suficiente. El taller que preparé no es sólo técnico, no me interesaba enseñar puntadas de bordado. Eso hoy en día lo encontrás en Internet y muchos libros especializados. Por eso quería que fuera algo especial, una nueva forma de ver y pensar el bordado, una guía para poder elegir los colores antes de encarar un proyecto de bordado. Hay chicas que viajaron desde muy lejos (una chica se vino desde Bélgica y una mexicana que estaba en París fue al de Bilbao), otra que vivía en Bilbao se vino a Valencia y unas cuantas venían de algún pueblo del interior. Me di cuenta de que la enseñanza es una parte que te completa como artista y que poder transmitir tus conocimientos y tus descubrimientos es otra forma de felicidad. La gratitud de las alumnas te llena el alma.
–Claramente el bordado hoy está de moda y eso está muy bien porque algunas dejarán de hacerlo cuando se aburran o no encuentren lo que estaban buscando, otras seguiremos hasta que nos dé la vista, pero esta movida tan fuerte algo movió en todos los niveles. El bordado como técnica nos trasciende y es ancestral. Como forma de expresión está siendo despojada de ciertas connotaciones que la ubicaban en un lugar alejado de lo artístico. Bordar era para un mantel, una servilleta, una sábana, algo que decora y embellece lo utilitario. Y hecho como un hobby por abuelas que aprendían el oficio a través de sus madres o sus propias abuelas. (Excepto en Gran Bretaña o Francia, donde hay escuelas de bordado). Creo que la necesidad de buscar una nueva forma de expresión nos llevó a algunas ilustradoras y artistas de todo el mundo a apropiarnos de esta técnica y eso provocó un giro, una nueva forma de ver el bordado. De pronto venimos nosotras, con un bagaje de conocimientos, en mi caso con un andamiaje de arquitectura, bellas artes, fotografía, ilustración y varias cosas más y claro, hicimos algo que no estaba hecho. Y de pronto el bordado, que estaba encasillado como una artesanía textil, saltó a las galerías de arte. Es maravillosa esta apertura, este cambio de mentalidad, que yo sospecho que tiene que ver con dos cosas. Primero con el hartazgo de las viejas técnicas, el bordado es un soplo de aire fresco. Por otro lado, esta nueva forma de querer vivir, la búsqueda de modos más lentos contrarrestando la vorágine que nos consume tan rápido y efímeramente. El bordado es lo opuesto. ¡¡¡Lleva tanto tiempo bordar!!! Tenés que sí o sí cambiar tu mente, no podés bordar rápido. Es una especie de meditación sentada, entrás en un estado y fluis y es maravilloso. Yo si estoy nerviosa no puedo bordar, es imposible. Tengo que estar muy relajada y me olvido del mundo. Y ahí estoy yo o ni siquiera. Está una tela que me inspira, unos hilos con colores que me fascinan. Lo que me pasa con el bordado no lo sentí antes con ninguna otra técnica. Me siento libre, una tela vacía no me inhibe en absoluto, todo lo contrario. Mi amiga Leonor dijo una vez que sentía que había sido tejedora en otra vida y seguramente lo haya sido. Yo siento que fui bordadora alguna otra vez. Fluyo en el bordar y me conecto en otro lugar. o mejor dicho me desconecto de este lugar, de lo terrenal. Bordar es lo que mejor sé hacer. A veces me preguntan si enseño crochet y no, no me interesa enseñar a tejer. Mi verdadero amor es el bordado, porque es lo que me permite expresarme. El tejido es algo muy básico, que es genial porque me permite diseñar y crear formas textiles en tres dimensiones. Pero tiene sus limitaciones. El bordado está mucho más cerca que el tejido de un hecho artístico. Por eso bordo para expresarme.
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