Sábado, 2 de agosto de 2014 | Hoy
Hola, lector, ¿cómo va eso? Sí, claro, ni usted ni nosotros tenemos claro qué es exactamente “eso”. Porque “eso” puede ser
lo desconocido, lo inconsciente,
el romance clandestino que tiene con la chica que llama por teléfono para ofrecerle promos,
el curso de “especialista en chocotorta” con título oficial luego de tres años de práctica,
el viaje que están planeando con su marido para ver si pueden salvar a la pareja
el tratamiento para la caída del pelo
la situación en Ucrania, en Gaza, en Suiza (que no haya bombardeos ni tiren aviones, no quiere decir que no haya situaciones en Suiza)
el proyecto de adquisición de un caniche toy, y eventualmente casarse con él
el sueldo que le alcanza, que no le alcanza, que le sobra, que apenas llega al 10 de cada mes
la búsqueda de un motivo de queja interesante para la próxima reunión con las chicas
la angustia existencial, o la insoportable levedad del ser, o el conflicto con usted mismo, o la dificultad de encontrar su yo, su deseo
n la operación para agrandarse, achicarse, arreglarse “eso” o “esas”
la lucha infructuosa del ser humano contra la incertidumbre
la escritura de un nuevo tema, digamos un himno, del tipo “Brasil, decime qué se siente”, para el Mundial Rusia 2018
bajar de peso, hacer ejercicio
los fondos buitre
todo el resto de las cosas
¿Se da cuenta, lector, de todo lo que le estoy, o podría estar, planteándole con una sola pequeña pregunta? ¿Se da cuenta de todo lo que se puede esconder detrás del “eso”? Me acuerdo de una amiga que, quejándose, suele decir que “lo que pasa es que los hombres sólo piensan en eso”, pero ese “eso” que para ella era una sola cosa, en verdad esconde todo un mundo. ¿Vio como en la película Men in black, que en un pequeñísimo objeto se escondía, estaba guardada, toda una galaxia?
Dicen por ahí que las mujeres son más detallistas, entonces “no piensan sólo en eso”, también en esto, aquello, lo de más allá y, sobre todo, en “ésa”. Pero todo es opinable, todo es criticable, todo es discutible si se tiene con qué y/o con quién.
Y en estas últimas dos semanas quizás pasaron un montonazo de cosas en el mundo. Y en el país. Y en las ciudades. Para no hablar de las galaxias, las nebulosas, el universo en su conjunto. O de la mente de un solo ser humano. Aunque nos maree, estamos en constante movimiento, nos pasan cosas todo el tiempo a diferentes niveles, y hay que bancárselo.
Los que son docentes, los que son padres, madres, tutores o encargados de niños saben de qué estoy hablando. Saben que a esta altura del año, todos los años, las vacaciones de invierno promueven un encuentro familiar, un momento de reposo y meditación, o de jolgorio, o de turismo, o de permanencia calma o tensa en el ámbito hogareño.
Sea como fuera, los chicos estuvieron de vacaciones de invierno.
Y si los chicos están de vacaciones de invierno, algo pasa. Nada es como era. Algo se mueve. Algo se gasta. Algo se renueva. Algo se rompe. ¿Qué se rompe? Estamos tentados a responder “eso”.
Pero en vez de darle esa respuesta certera y delirante, vamos a hacer mucho más, lector, por usted y por nosotros mismos. Le ofrecemos hoy, aquí, un suplemento sobre lo que pasó en estas vacaciones de invierno. Para que las recuerde. O para que las olvide. Pero en cualquiera de los casos, que sea con una sonrisa. O mejor, con una carcajada.
Hasta la semana que viene.
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