Sábado, 1 de noviembre de 2014 | Hoy
El Malba organiza un seminario de diseño social en el marco de su notable muestra Antonio Berni: Juanito y Ramona.
El Malba organiza un seminario de diseño social en el marco de su notable muestra Antonio Berni: Juanito y Ramona.
Pocas cosas incomodan tanto al mundillo design como la frase “diseño social”, algo que se repite en el periodismo y en otras disciplinas. Para algunos es admirable; para otros, desconcertante; para muchos es algo que cuesta definir, acotar, delimitar. Por eso incomoda a la par que transforma.
Luján Cambariere, nuestra especialista en diseño, es la coordinadora del seminario “Mi Norte es el Sur” junto a Tienda Malba. El evento se llevará a cabo en el auditorio del museo el lunes 10 de noviembre de 17.30 a 20 horas, y pasa centralmente por la cuestión social. “Estos emprendimientos requieren un diez por ciento de diseño y un noventa de empatía y sensibilidad”, explica Cambariere. “Son iniciativas que involucran a otros actores, nos hacen salir de nuestra zona de confort y sobre todo mueven otras metas y aspiraciones. Empoderamiento, autoestima, aprendizaje de oficios desde otra mirada..., el diseño como puente.”
Cambariere viene investigando y desarrollando hace años este tipo de proyectos que unen el diseño y lo social. Primero fue su micro solidario en Radio Continental, Solidaridad al día. Luego proyectos de diseño como Marca Cárcel x Satorilab o Patrona de los Pilpintos con artesanos de Jujuy y la dupla de diseñadores de Usos Carlos Gronda y Arturo de Tezanos Pintos. Este año, con artesanos wichí en la Feria Fedema en Formosa y con artesanos correntinos en la iniciativa Todo el año Carnaval, junto a la gestora cultural Hada Irastorza, que se presentará ese mismo día en el museo.
“El diseño puede ser tachado de frívolo. Sin embargo, al Sur del mundo, sin industrias ni grandes tecnologías, ligado a la cuestión artesanal o junto a poblaciones vulnerables, puede transformarse en una gran herramienta de inclusión social. Rescatando técnicas y materiales. Y con ellos, saberes, historias, colores y paisajes. Ensayando diálogos más sensibles y comprometidos. Empáticos. Nuevos escenarios donde la ética prima sobre la estética. Y fundamentalmente donde la disciplina puede mejorar de forma concreta la calidad de vida de mucha gente”, explicaba Cambariere, ya hace tiempo, más precisamente en 2004, cuando fue galardonada con la Beca Avina en Investigación Periodística para el Desarrollo Sostenible, publicada en este suplemento.
En el seminario, luego de la charla inaugural, hablarán las diseñadoras creadoras de Manto, Clara de la Torre y Diana Dai. Es un proyecto emblemático porque vienen trabajando honestamente, rescatando y realzando a través de sus diseños el trabajo de manos artesanas –tejedoras salteñas– hace más de veinte años, cuando nadie hablaba de sustentabilidad ni comercio justo.
Continúa Silvina Fenik, de Tucumán, quien desde su cargo de directora del Centro Cultural Virla viene empujando el rescate de la randa, acervo material e inmaterial de esa región, también con diálogos entre jóvenes diseñadores y las randeras en búsqueda de darle nuevo impulso a esta artesanía.
Se suman casos de jóvenes proyectistas como las diseñadoras de Cooperativa de Diseño, que recién comienzan su camino con una primera experiencia con artesanas de Chaco. Y Cristian Mohaded, que con un perfil más comercial desarrolló toda una colección junto a artesanos de Catamarca, su ciudad natal, y la empresa Voilá. Por último, desde el Estado, Karina Yarochevski y Silvina Papasaragaras darán cuenta de la iniciativa Emprendedores de Nuestra Tierra. De Chile, Gabriela Olivares, coordinadora de la carrera de vestuario de la Universidad Udla, dará cuenta de dos experiencias referentes del otro lado de la cordillera: el trabajo 2PM del diseñador Paulo Méndez junto a tejedoras de Puente Alto, una comuna de Santiago, y Pusi C’Chakura, de la diseñadora Gabriela Farías, proyecto colaborativo con artesanas de la región de Calama y norte de Chile.
“La meta del simposio es comunicar, que no es otra cosa que poner en común –suma Cambariere–. Compartir lo que se viene haciendo. Algunos desde hace mucho tiempo, otros con iniciativas más recientemente. Pero siempre con el objetivo de seguir aprendiendo.”
Finalizado el seminario, en Tienda Malba se exhibirán las piezas surgidas del proyecto Todo el año Carnaval auspiciado por la Subsecretaría de Responsabilidad Social del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Una iniciativa, por otra parte, muy ligada a la obra de Antonio Berni, alguien interesado en lo social, en el descarte y en el Carnaval.
“El Carnaval es el sello, la marca registrada, un acervo material e inmaterial de la provincia de Corrientes que involucra a una mano de obra absolutamente especializada. Son bordadores, soldadores, modelistas que trabajan de manera estable de cuatro a seis meses por año, entre septiembre y febrero, y quedan desocupados el resto del año”, cuentan desde el proyecto. Su sello distintivo es el uso de materiales asociados al lujo –pedrería, mostacillas, strass, lentejuelas, canutillos, plumas de faisán y cristales– que se sustenta en técnicas complejas y exclusivas. Ninguna otra festividad nacional tiene tan complejo y virtuoso trabajo detrás.
El Carnaval en Corrientes tiene, como en otras latitudes, esa inexplicable magia del vale todo. Comparte también con otros carnavales la magia de lo efímero y temporal que obliga a esperar con ansias el mes de febrero, pero se relaciona más que ningún otro con el lujo. No sólo por los materiales utilizados, sino porque todo está hecho a mano.
“Como en otros lugares y exacerbando el tema de lo efímero, también aquí los trajes de un año a otro no se guardan, aunque en este caso no se tiran, sino que se los desarma y se guarda cada uno de los materiales preciosos con los que están realizados. El saber-hacer que tienen los artesanos del Carnaval de estos pagos los convertirá al año siguiente en la nueva piel que habitarán los personajes en los que se convertirán los comparseros. Lo de “menos es más”, en los diseños de Carnaval, no cuenta. Para ellos lo importante es destacarse y, más que nada, ¡brillar!”, suma Irastorza.
Todo un acervo técnico y material que se puede capitalizar en otras piezas y otros mercados a través del valor agregado del diseño, para que no se pierda el conocimiento, pero fundamentalmente para generar otra fuente de ingresos durante el resto del año sin perder su identidad. Ni el carácter altamente inclusivo –junta a personas de distintos estratos sociales e incluso promueve la reunión de la familia, que en muchos casos se reúnen para colaborar con el bordado de los trajes– que tiene esta expresión cultural, cuentan.
¿La colección? “Mburukuja en lengua guaraní, Pasionaria o Mburucuyá en lengua castellana, era el nombre que le había dado un aborigen guaraní a una hermosa doncella española a la que amaba en secreto y con la que se encontraba a escondidas. Como ocurre con la mayoría de los amores prohibidos, los amantes fueron descubiertos y todo terminó en tragedia. El padre de Mburucuyá mató al joven, y ella, sumida en la más absoluta tristeza, decidió quitarse la vida en donde él había sido enterrado. No pasó mucho tiempo antes de que los indios que recorrían la zona comenzaran a hablar de una extraña planta que nunca antes habían visto y cuyas flores se cierran por la noche y se abren con los primeros rayos del sol, como si el nuevo día le diera vida”, adelantan.
Una especie absolutamente bella y exótica característica de la región. Filamentos, pétalos, estambres... que en este caso fueron materializados en piedras, canutillos, strasses, materia prima del más virtuoso carnaval, pero para dar vida ahora a todo tipo de accesorios –brazaletes, vinchas, pulseras– y objetos para la casa –caminos de mesa y candelabros– que extendieran la celebración todo el año, por algunos de los artesanos más destacados del mismo: Marcelino Andrés Zalazar, Fernando Cabral, Rosa Cáceres, Oscar Sánchez y Milagros López.
Mi Norte es el Sur tendrá lugar en el Auditorio Malba el 10 de noviembre de 12 a 19.30. Las entradas, gratuitas, se entregarán a partir del primero de noviembre, todos los días de 12 a 19.30, en la recepción del museo y hasta agotar la capacidad de la sala. Informes al 4808-6515. Alcorta 3415, www.malba.org.ar.
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