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Sábado, 1 de noviembre de 2014

Historia de una casa

La política a veces hasta da sorpresas, como la que salvó de la ruina total a un petit hotel en la calle Pozos.

 Por Sergio Kiernan

Un efecto secundario de pasarse tantos años de periodista es el grosor que desarrolla la piel mental. Es que no hay tantas sorpresas en la vida, en especial en la vida política, y uno termina no asombrándose de casi nada que no caiga en los extremos. Y como esos extremos suelen ser de los malos, también se hacen rutina. Es por eso que el caso de una casa de la calle Combate de los Pozos que acaba de ser comprada por la Cámara de Diputados puede sacar al más resignado de sus expectativas. Es un caso de ejecutividad y velocidad para rescatar una pieza patrimonial, algo que raramente registra siquiera en la pantalla de nuestra vida política.

Para entender la historia hay que hacer algo de contexto. Resulta que una muy poco conocida pieza de legislación federal le crea un entorno al Congreso Nacional, una “zona legislativa” donde esa rama del gobierno tiene prioridad en la compra de inmuebles. Esto explica que en la manzana de Rivadavia, Riobamba, Mitre y Callao se apilen los anexos del Congreso, del horrible y vidrioso construido por la dictadura al muy bien restaurado de L’Aiglon. Y también que la vieja Caja de Ahorro sea una ampliación del Senado, o que la Biblioteca del Congreso esté ahí nomás hacia el sur. Por tradición, Diputados se queda con el lado norte, porque su entrada está ahí, sobre Rivadavia, mientras que el Senado se apunta hacia Hipólito Yrigoyen, su acceso físico y cotidiano.

La primera cuadra de Pozos toma el fondo del palacio, su contrafachada, con lo que es un territorio neutral. La cuadra está intacta excepto por un muy desangelado edificio de ínfima calidad constructiva, feo pero alto. El resto de esos cien metros alojan un caserón del siglo XIX en la esquina de Yrigoyen, un par de edificios muy bien construidos y en uso, y una belleza Art Nouveau, la clínica de ojos de la esquina de Rivadavia. Justo al lado de esta clínica se alza un arruinado petit hotel que supo ser una imprenta. Con el balcón perdido, con sus accesos tapiados a ladrillo, con la mansarda a medio hundirse y aperturas abiertas a las lluvias, todo indicaba que el lugar estaba deliberadamente en estado de putrefacción, para demolerlo. Después de todo, su única protección era “general”, la ambigua palabra para definir algo que está en un Area de Protección Histórica pero nunca fue catalogado.

Un día de este invierno, el presidente de la Cámara de Diputados Julián Domínguez estaba frente al ventanal de uno de los pasillos del palacio que dan a Pozos. Ventanal abierto, gente que va y que viene, y Domínguez que pregunta qué es esa casa, por qué está tan abandonada. Viniendo de un político, la inquietud sería llamativa, pero Domínguez fue ministro de Agricultura y arrancó la restauración de Las Mellizas, la peculiar y notable sede de esa repartición, y apenas llegó al Congreso organizó el PRIE, la muy exacta y demandante restauración del maltratado edificio. De una manera inesperada, el tema le resulta importante.

Lo que se pensaba era que meses o años después, tiempos políticos argentinos, una ley finalmente expropiaría o compraría el derruido petit hotel. Pero con la primavera hubo una expedición de arquitectos que entraron al edificio, con cámaras y laptops, para hacer un primer diagnóstico. Evidentemente, el dueño del edificio había tomado sus precauciones y alguien estaba encargado de avisar de cualquier peligro de ocupación, con lo que al rato se apareció un señor agitado avisando que no quería ocupas. Pronto se calmó y terminó hablando amablemente de una venta. El hombre fue razonable, no se puso a especular con precios absurdos y todo fue amistoso. A una velocidad que sorprendió a propios y ajenos, Domínguez apareció muy contento con la escritura.

En un país donde funcionarios de todo tipo y carácter ignoran que la ley ordena restaurar cualquier edificio público con más de 50 años de acuerdo con la reglas del arte, así como ignoran su deber de cuidar el entorno de monumentos históricos y piezas catalogadas, este tipo de pulsiones son ejemplares. El arquitecto Guillermo García, del PRIE, ya está preparando con su equipo un plan de restauración del edificio que incluye salvar todo lo salvable de lo original, reponer faltantes y dejar la casa intacta. ¿Para qué uso? Domínguez quiere que sea la oficina de restauraciones y mantenimiento histórico de Diputados, la primera en su tipo creada por un ente estatal argentino.

Con un poco de suerte, los trabajos van a empezar casi en conjunto con la votación y el rescate de la Confitería del Molino, otra idea patrimonial a la que le puso el hombro Domínguez.

En el Riachuelo

La Acumar es la entidad nacida de la completa inercia ante el duro problema de contaminación, marginalidad y abuso de la cuenca del Matanza-Riachuelo. Como se recuerda, tuvo que intervenir la Corte Suprema para que tantas jurisdicciones locales, provinciales y federales se pusieran de acuerdo en hacer algo, y lo que anduvo pasando tiene bordes de milagrito urbano. Como que uno ya no sepa que pasó la avenida Garay por el olor...

La cosa es que la Acumar encaminó el tema obvio y básico, el de limpiar la cuenca y frenar futuras poluciones, y gradualmente fue introduciendo nuevas temáticas. Primero fue el de las villas sobre los márgenes del Riachuelo, de las peores que supimos crear, introducido de a poco en el temario y finalmente tomado por los jueces. Luego vino el de los humedales y terrenos de amortiguamiento, para que la limpieza no resultara en una simple urbanización suicida. Y ahora viene el tema del rico patrimonio edificado de la región.

El viernes 14 de noviembre Acumar invita a su primer seminario sobre el patrimonio de la cuenca en el Teatro Cátulo Castillo de la Universidad de Lanús, 29 de Septiembre 3901, de 9 a 18 horas. La jornada abre con una bienvenida y presentación de Daniel Bozzani, director del Departamento de Humanidades y Arte de la universidad, y cierra con conclusiones de Antolín Magallanes, director de Relaciones Institucionales de Acumar, del presidente ejecutivo Jorge Calzoni y de la rectora de la UNLA, Ana Jaramillo. A lo largo del día se hablará de patrimonio industrial –Mónica Capano, Liliana Barela, María Déscole, Diego Barovero–, patrimonio natural –Lautaro Lorenzo, Alberto de Magistris, Carlos Fernández Balboa, Leonardo Rodríguez Parise–, experiencias de recuperación patrimonial –Marcelo Weissel, Gabriel Lorenzo, Gustavo Cañaveral, Tamara Basteiro– y patrimonio, cultura y sociedad, con Jaime Sorín, Silvina Montoya y el editor de m2. También se podrá ver el corto Memoria visual del Riachuelo.

La actividad es gratuita y libre, pero hay que inscribirse por mail a [email protected] o en persona el mismo día del evento antes de las nueve de la mañana.

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