› Por Jorge Tartarini
Hacia 1950, Obras Sanitarias de la Nación ocupaba uno de los primeros lugares en América latina entre las instituciones de saneamiento, tanto por la cobertura de sus servicios como por la excelencia técnica de sus realizaciones. Uno de los factores fundamentales que posibilitó tal espiral de crecimiento fue la calidad de la trama humana y profesional que conformó la institución. Y, de manera especial, el arraigado espíritu de cuerpo que existía en todos los niveles de actuación. Esta cultura empresaria, sólida tanto en lo técnico-profesional como en los lazos internos, junto con una conjunción de factores internacionales y locales, constituyó un componente de valor en el desarrollo del saneamiento argentino durante la primera mitad del siglo XX. Monumentales puentes, diques y embalses en todo el país, junto con un vastísimo número de localidades servidas por obras de salubridad, son algunas de las manifestaciones tangibles que hoy encontramos de aquel momento impar en la historia de Obras Sanitarias de la Nación.
A los logros obtenidos y a la consolidación de esta suerte de orgullo y sentido de pertenencia contribuyó una diversidad de fenómenos. Uno de ellos fue la continuidad de gestión que tuvo OSN. La mayoría de quienes en 1912 integraron aquella empresa autárquica de saneamiento venía trabajando en las obras de salubridad desde fines del siglo XIX; eran autores de los principales proyectos y también ejecutores de sus grandes obras. En ellos existía conciencia de que la historia del saneamiento argentino había comenzado casi cuarenta años antes, en el Buenos Aires de la Gran Aldea.
Cuando hablamos de continuidad como sinónimo de coherencia de conducción, y de cierta estabilidad en los cuadros técnicos y gerenciales, con capacidad para el diseño y ejecución de los planes elaborados, también nos referimos al personal en general y a una tradición que se iba transmitiendo de padres a hijos y que involucraba familias enteras.
Otro factor de peso en la consolidación de esa “cultura empresaria” fue el papel asignado por OSN a la formación de sus cuadros profesionales y técnicos y el constante apoyo a la especialización y a la jerarquización de la ingeniería sanitaria.
Este respaldo también se encontraba presente en la formación técnico-laboral. La creación de la Escuela de Aprendices, y la experiencia desarrollada en la formación previa, teórico-práctica, de quienes ingresaban en la institución, es uno de los ejemplos más acabados de un sentimiento colectivo que se iniciaba en el trato de los aprendices con los profesores y artesanos de OSN encargados de la enseñanza.
Para llegar a los logros evidenciados hacia 1950, OSN debió superar considerables obstáculos. Entre ellos, dos guerras mundiales (1914-18 y 1939-45), una crisis financiera internacional (1929) y las primeras rupturas del orden constitucional.
Las experiencias de sustitución de insumos sanitarios importados por otros de fabricación local y el reemplazo de materiales y tecnologías extranjeras, experimentados con éxito en las fábricas y talleres de la institución, demuestran que su capital humano y técnico había alcanzado un desarrollo más que aceptable. Saber, aptitud y compromiso afloraban no sólo por los efectos de las conflagraciones mundiales. Sus efectos se perciben antes y después de cada crisis, y encuentran testimonios de peso en la calidad de los estudios, proyectos y obras emprendidas por sus oficinas técnicas en todo el país.
Este legado material y cultural merece ser conocido, valorado y preservado, habida cuenta de que, además de testimoniar una etapa fundamental de nuestra historia, rescata valores estrechamente ligados a la cultura del trabajo y la producción, al servicio de la higiene y salubridad de todos los argentinos.
La próxima Noche de los Museos, el sábado 15 de noviembre, los argentinos podrán conocer por dentro una de las máximas creaciones de nuestras obras de salubridad, el maravilloso Palacio de las Aguas Corrientes o, mejor dicho, de Obras Sanitarias de la Nación. Una magnífica excusa para acercarse a aquella cultura empresaria, a su historia y a la renovada vigencia que adquiere en el pensamiento y la acción de Agua y Saneamientos Argentinos, su orgullosa sucesora hoy.
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