La pasión macrista por asfaltar todo y sacar adoquines ya es obsesiva, y ya está generando un nivel de papelón francamente incomprensible. La propia auditoría porteña anda preguntando dónde están unos treinta millones de piezas faltantes, cada vez se ofrecen más adoquines obviamente usados en corralones y sitios web, y cada vez queda más en claro que no hay el menor control sobre las montañas de piedras que se arrancan sin razón de las calles de la ciudad. En estos días, y como para zafar, el gobierno porteño admitió que buena parte de los adoquines son triturados para ser reutilizados en otras obras, mientras discutía los números a los que había llegado el auditor. Que si eran cuarenta millones, que si eran once millones, lo que quedó en claro es que el gobierno local sólo puede ofrecer otro cálculo, ninguna certeza. No tienen ni idea ni interés de qué ocurre con los adoquines. Y todo para darles contratos a los amigos, en el Plan Jefas y Jefes de Empresas Constructoras...
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