La muestra y feria Flora introduce el “arte plantístico” y prueba que la inspiración en lo verde sigue vigente.
› Por Luján Cambariere
La naturaleza oficia como fuente de inspiración desde tiempos inmemoriales. Algunos toman su paleta, otros sus formas perfectas. La artista visual, muralista e ilustradora Lucila Domínguez se ocupa de reunir a diseñadores y artistas que la comparten como fetiche para la feria Flora. Ahí venden y exponen piezas en distintos soportes –pintura, dibujo, acuarela, ilustración, collage, papercut– y joyería contemporánea, mobiliario y bordados, con la botánica como protagonista. El otro nombre del evento es “Arte plantístico”, y todo podrá verse del 4 al 6 de diciembre en Modos Galería, Nicaragua 5041.
“Descubrí el interés por las plantas reflejado en muchísimas personas, de muchísimas maneras. Vi ese concepto repetido de muchísimas formas y lo entendí como un oasis necesario en medio de la ciudad, de la vorágine cotidiana y de la virtualidad en la que vivimos diariamente, como un escape y una vuelta al origen, a lo simple y a la vez infinitamente profundo de la naturaleza. Y vi que al igual que yo, muchos artistas y diseñadores de mi generación encontramos en la botánica un universo mágico donde refugiarnos y en el cual nos inspiramos para crear y expresarnos. Así como un brote que explota surgió Flora en mi cabeza, y quise abrirlo, compartirlo con colegas que admiro para mostrar juntos nuestras obras y que lleguen a la mayor cantidad de gente posible”, adelanta Domínguez.
–Un mundo infinito de posibilidades. Desde tiempos remotos ya se utilizaba como elemento decorativo: plantas y flores aparecen en murales, cerámicas, revestimientos en todo tipo de edificios, textiles y ni hablar de las artes plásticas. La botánica proporciona una infinidad de elementos visuales con que trabajar: formas, colores, texturas, ritmos, climas, y temas. Es un cofre lleno de inspiración para cualquier artista o diseñador. No sólo por la riqueza estética que brinda sino también por lo que transmite: belleza, armonía, bienestar, alegría. En seguida uno siente afinidad con las plantas, algo así como reconocer un sentido de pertenencia.
–En primer lugar, porque me gusta mucho lo que hacen. Cada uno tiene un estilo particular que lo hace único y eso es lo lindo, poder identificar al artista por su obra. Como la botánica es mi propio leitmotiv a la hora de crear, me interesaba mostrar un recorte de diversas producciones contemporáneas sobre el mismo tema, ver cómo mis colegas abordan la misma temática que yo, en qué nos diferenciamos y cuáles son nuestros puntos de contacto. La selección pasa por Ana Paula Méndez que es una ilustradora que también borda. Su imagen es muy lúdica y suelta. Angela Corti, una mano impecable a la hora de componer con papeles. El collage es su lenguaje. Consuelo Vidal contagia vida. Se apropió de la paleta de flúos para pintar la flora tropical. Eugenia Mello crea imágenes románticas y misteriosas con pinceles digitales. Geraldine De San Bruno es la maga del origami. Hace brotar plantas y frutos de papel increíbles. Inés Picchetti, la simpleza en el bordado. Su botánica es casi geométrica, oriental. Johanna Wilhelm es la reina del papercut en Argentina. Sus siluetas son inconfundibles. Katalina Guerrico es el expresionismo. Su pintura desborda alegría y movimiento sobre formatos diversos. Leni parece salida de una enciclopedia. Su obra tiene clasificación de libro científico. Maite Oz combina dibujo y acuarela en imágenes muy delicadas y femeninas. María Elina Méndez tiene el pulso de la ilustración antigua, de los libros de cuentos que leíamos de chicos. Mariana Espeche es una explosión de gesto y color en la pintura. Crea mundos fantásticos e infinitos. Martín Lowenstein es la visión masculina de las plantas. Su dibujo es descontracturado y fresco. Mercedes Güiraldes rescata el bordado como lo hacían nuestras abuelas. Silvina Romero es una transformadora nata. Crea naturalezas textiles para lucir en el cuerpo y en la casa. Silvina Wernicke transmite la calma del río. De trazos sutiles, se despliega entre acuarelas y carbonillas. Sofía Wiñazki tiene el don de generar la textura del bosque con el gesto del dibujo. Soledad Kussrow crea un universo botánico en metal súper atractivo y único. Catalina Estrada es nuestra invitada especial, ilustradora colombiana radicada en España. Su obra se caracteriza por la riqueza de elementos y el atrevido uso del color, por el juego constante entre las formas geométricas y orgánicas, y por aplicarse sobre todo tipo de superficies y objetos: desde papeles estampados que forman enormes murales sobre pared hasta estampas sobre ropa, tapas de libros, autos o botellas de Coca-Cola. Catalina es un ejemplo del arte aplicado y una artista de enorme inspiración para otros tantos artistas y diseñadores. Y yo, qué decir de uno mismo, intento crear una botánica surreal y enigmática.
–Creo que quienes trabajamos a partir de la botánica sentimos un gran amor por la naturaleza. Entiendo que las plantas son seres vivos muy sabios, que tienen muchísima información ancestral en sus células, que curan y alimentan tanto física como espiritualmente y que por eso no es casualidad que tantos artistas –que somos seres bastante sensibles– nos sintamos profundamente atraídos por ellas. Creo que quienes hacemos arte, artesanía, diseño y tantos otros oficios afines lo hacemos por amor, y porque no podemos evitarlo. El hacer es nuestro motor y creo que inspirarnos en la botánica nos mantiene ese motor vivo y en movimiento, pues es una fuente inagotable.
–Hay un hombre. Somos 19 mujeres y un hombre. Fue difícil encontrarlo pero está. En realidad apareció sorpresivamente a través de una de las artistas y me gustó mucho su trabajo así que quise convocarlo. Yo ya me había hecho a la idea de que la muestra sería sólo de mujeres y no tenía una razón de ser en particular. Buscándosela llegué a la conclusión de que la botánica está muy asociada a lo floral, a lo bello y a lo decorativo. Tres cualidades en las que el mundo femenino se siente mucho más representado que el masculino.
–No es fácil seguir generando obras nuevas y originales a partir de un tema tan recurrente, y eso es lo interesante: que sigan apareciendo técnicas, soportes, materialidades y estilos diferentes con un mismo tema. Quizá por cuestiones del azar dos artistas diferentes tomaron una misma especie de planta como protagonista, pero la cuentan en diferentes idiomas: las puntadas de un bordado brillan diferente a una pincelada de acrílico o a un recorte de papel, y a su vez cada uno tiene una magia propia.
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