Sábado, 3 de enero de 2015 | Hoy
El respeto por el entorno como aliado y la naturaleza como protagonista, eje de la propuesta del hotel design Plenilunio en Mar de las Pampas.
Por Luján Cambariere
En sintonía con una época donde lo único que queremos es pensar en el bosque, la playa o el mar, una propuesta que recurre al diseño para aliarse al entorno costero y destacar a la naturaleza como gran protagonista. Se trata del Plenilunio, obra de los arquitectos Mario Zambonini y Daniel Szuldman, que apostaron a la cultura slow del lugar.
Emplazado en Mar de las Pampas, un precioso pueblo marítimo con playas vírgenes, bosque de coníferas y calles sin asfalto, la apuesta del hotel está en sintonía con el concepto de “vivir sin prisa” que se impone en este balneario.
Ocho habitaciones, un pequeño spa, recepción, cocina y un estar-comedor con el bosque como telón de fondo. “Las habitaciones se ubican en las plantas altas, primero y segundo piso, buscando mayor luminosidad, y presentan caras ciegas hacia la calle y al sector común del complejo, para garantizar la privacidad de las mismas hacia el exterior. Tienen además ventanas de ambos lados, una que da al balcón-terraza propio de cada habitación, orientado al Norte, y la otra ofrece vistas abiertas. Sus dimensiones permiten incorporar el paisaje desde en su interior, predominando las coníferas hacia ambas direcciones y generando la sensación de estar durmiendo entre árboles”, señalan los profesionales. Madera dura para pisos, aberturas, barandas de balcones y mobiliario, colores claros engamados con la tierra y la arena, y hormigón visto en techos y mampostería revocada, completan la escena.
–¿Qué variables tuvieron en cuenta al proyectar un hotel en la costa?
–El proyecto se resuelve como una operación quirúrgica para aprovechar la superficie del terreno. Uno de los mayores desafíos de la obra, con amplias visuales al bosque de coníferas, fue evitar la tala de árboles. Algunos quedaron dentro del conjunto y fueron incluidos mediante operaciones de recorte para contenerlos. La premisa que guió al proyecto fue proponer una alternativa que garantizara la armonía y la convivencia con el entorno natural existente, pero con una tendencia arquitectónica y un marco legal que no contempla ni prioriza el resguardo de tal patrimonio. Se propuso entonces una arquitectura de mínimos recursos materiales y formales, utilizando los medios disponibles y que mantengan relación con el entorno.
–¿Por qué optaron por el paradigma slow y sustentable?
–La identidad slow y sustentable se trabajó junto a Nicolás Bursztyn, uno de los dueños del hotel. Con su visión profesional en conceptualización y análisis de proyectos hoteleros, definimos que el hotel debía respetar no sólo el entorno natural sino también la identidad del destino en el que se encuentra. Mar de las Pampas fue diseñado tomando conceptos del movimiento nacido hace casi 30 años en Italia, y sus primeros habitantes llegaban con un objetivo común: “Vivir sin prisa”. Hoy, el destino prioriza una vida más plena y desacelerada, sin agenda ni horarios, y el hotel adhiere a esa filosofía, tanto desde su arquitectura como desde sus servicios y actividades.
–¿En qué se evidencia concretamente?
–En la pisada mínima del edificio con respecto al terreno no se modificó el sustrato original (pendiente de la duna). Con respecto a la organización del programa, se buscó orientar las habitaciones al Norte, con una protección horizontal que minimice el gasto energético. Todos estos espacios cuentan con una ventilación cruzada natural, ya que poseen orientación Norte-Sur. En cuanto al diseño de los sistemas de instalaciones, decidimos preservar el gasto energético con diferentes dispositivos que economizan el uso de recursos como termotanques solares, tarjetas de corte eléctrico, electrodomésticos eficientes e iluminación led de bajo consumo.
–¿Qué otros diferenciales hay desde el diseño?
–El valor agregado de proyecto se logró con simpleza volumétrica, respeto por el entorno, luz natural y articulación con la naturaleza. Algunas operaciones de diseño a destacar tienen que ver con la ubicación de las escaleras, que funcionan como una solución arquitectónica para dotar de privacidad a cada unidad. Estas piezas están materializadas en madera guayubira. Tienen la particularidad de que la misma baranda funciona como estructura. También se realizaron en este mismo material las barandas de las terrazas, los pisos, el mobiliario y el equipamiento exterior, dotando al complejo de uniformidad estética y funcional.
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