Laura Peirano es diseñadora gráfica, fotógrafa y estilista, y una feliz exiliada de la gran ciudad. En su isla sigue creando imágenes de fuerte atmósfera y productos románticos y especiales.
› Por Luján Cambariere
Laura Peirano se merece el título de hacedora, de creadora de climas en fotos, en muebles reciclados, en el diseño de un calendario o un cuaderno, en la papelería artesanal, en las producciones para revistas de decoración. Es una obra insinuante, deliberadamente arcaísta, con mucho de anglofilia, con ganas de vivir en un libro de Virginia Woolf, pensativamente femenina. Desde que hace años se mudó a la tercera sección del Delta, se pudo construir un mundo de acuerdo a estas reglas y maneras, algo como vivir en la atmósfera de sus obras.
–Soy diseñadora gráfica egresada de la UBA. Trabajé varios años en diseño, pero como siempre tuve un estilo propio muy personal, y además la posibilidad de formarme y viajar a Nueva York, enseguida me incliné por desarrollar mis propias cosas. Así cree mi marca de papelería. Libretas, álbumes, cuadernos, sets de sobres y tarjetas, muy especiales que yo misma salía a vender. Al tiempo puse un local en Quilmes y luego otro en Cañitas, donde hacía absolutamente todo. Desde los productos a los muebles exhibidores. Y tenían mucha repercusión. Es que mi lema en la vida es: ‘Si no lo tengo, lo fabrico’. Fueron siete años muy intensos hasta que decido venirme al Tigre.
–Toda mi vida alquilé y la verdad no me sentía cómoda en la ciudad. ¿Por qué el Delta? Porque es real. No es nada que se parezca a nada. Mi mamá me llevaba de chiquita. Así una vez que me decidí, la segunda casa que vi, la Dominga, la compré. Una casa vieja de machimbre, reciclada de un arroyo a otro, a la que básicamente le faltaba maquillaje. La pinté, la arreglé. Con paciencia. Nunca perdiendo la calma porque lo hice todo absolutamente yo. Siguiendo un gran instinto que me decía que hacía debía ser. Hoy de esto hace ya ocho años. Y realmente fue mágico. Cuando hice toda la mudanza en un barco y dormí sola la primera noche me sentí tan acompañada. Es que cuando entendés que sos parte, una parte más de la naturaleza, la sabes respetar y vivir armónicamente, te sentís acompañada por todo lo que te rodea. Hoy desde acá trabajo, desarrollo propuestas que a mis tiempos vendo en la ciudad, además de trabajos especiales de fotografía. Producciones o mis propias fotos para una futura muestra. Mientras siembro mis flores, hago mis dulces.
–Sí. Es a lo que estoy más abocada últimamente. Son imágenes que construyo de mi mundo. Por ahí agarro algo del piso una flor, un fruto y le doy la trascendencia que para mí se merece. Mi desafío pasa por crear algo en un entorno con mi impronta.
–Trato de imaginarme que soy alguien que no vive en esta época. De hecho eso siempre me pasó. Cuando tenía 15 años me decían ‘la joven vieja’ porque me siento feliz en ambientes que recreo como de antes.
–Del 1920 con las reminiscencias del 1900 al 1940, no más. La cosa inglesa, soy muy de la era Virginia Woolf. Siempre leí biografías de mujeres inglesas que son las más avanzadas y las que me inspiran. Lo curioso o en realidad justamente no, es que cuando lleguéa la isla descubrí que mi barrio era conocido como el inglés y que dos de mis vecinas nacieron el día que murió Virginia Woolf. En fin, una señal, un símbolo para mí. Con respecto a estilos adoro la papelería botánica, me identifico mucho con los naturalistas, hago mis propias semillas que cultivo de las flores, las envaso y armo packs especiales que parezcan de otra época.
–Y sí, porque es la escenografía para mí. Yo abría la puerta de mi departamento y no era nada que ver con mi mundo. En el Delta estás en la época que querés, más en el antes que en el ahora.
–Todos los días encaro un proyecto nuevo. Trabajo en papel de algodón en mis fotografías. Realizo productos especiales. Y todo lo relacionado a mi casa. Aprovecho todo lo que me dan, reciclo cosas todo el tiempo. Mis vecinos saben que antes de tirar cualquier cosa tienen que pasar por mi casa. Trato de no consumir casi nada. Lo básico porque me doy cuenta que es cada vez menos lo que necesito. Ropa nueva, por ejemplo, no compro. Y trato de hacer poca basura. Mi pequeño aporte a este planeta tan destruido.
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