El próximo 17 de noviembre se inaugura el primer espacio dedicado al arte musivo. Los responsables de la iniciativa son la empresa argentina Murvi, una de las cuatro productoras mundiales dedicada desde 1960 a la fabricación de mosaicos venecianos, quienes vieron la necesidad de mostrar cómo este soporte puede ir más allá de su empleo en la decoración arquitectónica en piscinas, baños y cocinas.
“El veneciano no nació con uso utilitario sino ornamental. Tiene posibilidades en varias vertientes como el arte, el diseño industrial o las artes aplicadas que vale rescatar”, señala la artista plástica Mabel Eli, directora del espacio y encargada de convocar para la muestra inaugural a doce artistas argentinos.
Jacques Bedel, Alicia Díaz Rinaldi, Rogelio Polesello, Clorindo Testa, Margarita Paksa, Luis Benedit, Tati Rybak, Nora Correas, Alfredo Prior, Karina El Azem, Ricardo Blanco y Marta Minujín, abren el juego en un espacio de 520 metros cuadrados que promete dar pie a cursos, concursos, conferencias, talleres de investigación, exposición de maquetas y objetos, demostraciones y prácticas con la que se intenta devolver al mosaico su antigua función artística y utilitaria.

Haciendo historia
“El mosaico tradicional hace su aparición en la antigua ciudad de Uruk en Sumeria alrededor del año 3000 a. C., desde donde se difunde a Egipto, Grecia y Roma. Aunque el mosaico tal como lo entendemos en la actualidad, aparece en el siglo II a. C. en la ciudad de Pérgamo. Un artista conocido con el nombre de Hefasio usaba fragmentos de vidrio de colores, combinados con piedra natural. En el siglo uno se introdujo en Roma la técnica de hacer mosaicos de piso, y con el tiempo, llegó a Constantinopla y Ravena. Posteriormente, pasa a Venecia, donde se consolida la tradición. En las iglesias de Santa Margarita y de San Teodoro, y sobre todo en la basílica de San Marco, se demuestra la maestría de los mosaicistas que conservaron el secreto de su fabricación hasta nuestros días. Durante el Renacimiento, pintores como Tiziano, Tintoretto y Veronese realizaron obras de mosaicos”, resume Eli.
Hoy, el arte musivo se ve beneficiado por la tecnología de avanzada. Programas de computación permiten una previa visualización de las obras, el cálculo y la ubicación de cada uno de los pequeños mosaicos. “Ninguno de los artistas convocados había trabajado antes en sus obras con el mosaico veneciano. Para todos, fue fascinante la experiencia de indagar en su fabricación y descubrir cómo se trabaja. Obviamente después cada uno lo aplicó a su mecánica de trabajo”, cuenta Eli. Así Polesello pasó toda la idea de su mural Nunca recuerdo olvidarte de 6,80m de largo por 2 de ancho a la computadora, aunque después intervino con fervor en el trabajo de la mosaiquista.
Clorindo Testa, como acostumbra, dibujó minuciosos planos de su obra con indicaciones de cada tipo de venecita y otros, como Minujín, cambiaron de idea varias veces y pidió la compra de un viejo Citroën para usar en su instalación El shock metafísico Venus y Termópilas. “Todos trabajaron con absoluta libertad en obras que sorprenden”, explica Eli. Así, JacquesBedel presenta Summa Stellarum, un cielo de cuatro metros de largo por dos de ancho; Luis Benedit la silla Mary; Ricardo Blanco la silla Vaquita en blanco y negro; Alicia Díaz Rinaldi el grabado Vestigios, Alfredo Prior su cuadro La Conquista de un Imperio, Karina El Azem, Agobiado, una figura recortada; Margarita Paksa una obra conceptual de una cancha de tenis; Nora Correas una instalación de doscientas amapolas y la escultora Taty Rybak otro chasis de auto, esta vez de carreras, intervenido. n
Murvi Espacio de Arte Musivo: Darwin 1038, 4854-8091, www.murvimusivo.com.ar, [email protected].