Sábado, 15 de noviembre de 2003 | Hoy
Un grupo de jóvenes diseñadores industriales toca los temas centrales del país desde diciembre de 2001 –miseria, cartoneros, represión, educación, hambre, salud– en la muestra “Crisis Diseño”, hasta el 19 de noviembre en Hormiga. Es un espacio casi lúdico, con prototipos, maquetas y objetos de crudo simbolismo.
Por Luján Cambariere
Diciembre de 2001 fue una
fecha que puso a muchos a pensar. Entre otros, a un grupo de diseñadores
industriales Gabriel Barsotti, Franco Franceschini, Alfonso Lasala, Alan
Newmark y Darío Papagno cuya reflexión devino en objetos,
maquetas y prototipos que impactaron al punto de ser reconocidos internacionalmente
por la revista española Experimenta y expuestos en el Instituto Europeo
de Design de Madrid, en el Encuentro Nacional de Diseño Industrial en
Mar del Plata y, actualmente, como parte del BAND 03, en el local de diseño
Hormiga.
Entre que decidían si se iban o se quedaban, inmersos en un escenario
negro, surgió el debate. Si bien cada uno trabaja en lo suyo (en empresas,
talleres propios o haciendo maquetas y muebles), sintieron fuertemente el parate
del país y específicamente de su industria. Era muy angustiante
encontrar un motivo que justificara el día. No había lugar para
la indiferencia, explican. Casi como un camino de introspección,
empezaron a recorrer algunas fábricas del sector en un relevamiento que
les permitiera saber con qué contaban a la hora de ponerse a trabajar
en su propuesta crítica. Silencio absoluto, ni un ruido. Es muy
impresionante ver una fábrica parada. Es angustiante no escuchar ningún
sonido en un lugar con treinta máquinas. Que no se sienta nada, sólo
tus zapatos al caminar, cuenta Lasala.Reconocernos es curarnos de
a poco. Crisis Diseño es una retrospectiva de un proceso donde todas
las variables políticas, sociales y económicas de un país
habían sido alteradas. La realidad argentina, la austera tecnología
sobreviviente y las necesidades sociales y comerciales han forzado a los proyectos
de diseño a límites extremos. La nuestra, es otra forma de observar
el país mediante un lenguaje de diseño que no excluye el pensamiento
crítico, señala Papagno.
Exorcizándose
La idea era generar un conjunto de objetos que conformaran una serie de ideas.
Nos pasa esto, que seguramente es algo que te pasa a vos, y lo mostramos,
explica Lasala. Así empezaron por diseñar una zapatilla. Nos
pareció importante abordar el tema del calzado. Poner en ridículo
cierta significación que tiene acá, cuando por un lado se matan
por tenerlas. Y cuando, por el otro, calzar a la gente no es imposible,
explica Barsotti. Por lo menos no con una alpargata de goma eva.
Después llegó la cuna. El tema de la vulnerabilidad de los menores,
la maternidad, la fragilidad de los más chicos en este contexto de crisis.
A mí me llamó mucho la atención ver en Pacífico,
a una familia bajando del tren y ver al bebé en un cajón de manzanas
con ruedas. La necesidad de tener esa cuna está, pero no la pueden satisfacer,
suma Papagno. Así, su cuna se hizo mediante un tambor de aceite.
Enseguida se aventuraron en el tema educación. Además de
lo que todos sabemos y vivimos, tenía una amiga que es maestra en una
escuela del Gran Buenos Aires, donde los chicos iban principalmente a comer
más que a aprender. No estaban atentos, era un caos. Lo que le tocaba
a ella era enseñar valores y ahí salta la necesidad de hacer un
pupitre que muestre el desequilibrio, la inestabilidad de la educación
en un país con una alta deserción escolar, explica Barsotti.
Hasta ahí suma Franceschini, venían abordando
temáticas políticamente correctas. Después llegaría
la camilla fabricada con los escudos y bastones de la policía antidisturbios,
el diván de cartón ironizando sobre la cantidad de gente que vive
y duerme en la calle, el contenedor de basura-alimentos y la parrilla, cuya
morfología está inspirada en un esqueleto, la estructura de un
costillar. La parrilla pone en evidencia la manera en que nos comemos
y nos cocinamos, unos sobre otros, huesos sobre huesos y carne sobre carne.
Y es también una reflexión sobre el hambre en un país de
vacas gordas, señalan.
Reflexiones varias acerca del diseño
¿Cómo vivían o veían hasta entonces, diciembre
del 2001, la industria del diseño?
D.P.: Había carencias. La industria tiene una tecnología
muy austera. No cuenta con plata para invertir, no hay financiación de
ningún tipo.
A.L.: En general el diseñador si no encuentra un trabajo se lo
inventa. Diciembre fue un disparador de una cosa que existía desde antes
y que existe ahora. De hecho nosotros no inventamos nada. Nos pusimos a debatir
y eso tomó cuerpo.
G.B.: El concepto de qué hacer no estaba muy claro. Síi
sabíamos que había una capacidad de hacer pero no había
público. Yo siempre lo comparo con la música. Comerciar y hacer
pop no podíamos, entonces creo que nos dedicamos al rock contestatario.
D.P.: Intentemos acordarnos de la efervescencia de esos días. Marchas
y asambleas por todos lados.
¿Por qué lo condensaron en esos temas?
A.L.: Son temas de noticiero. De diario, de portada. Nos juntábamos
y todos esos temas salían. Cuando, por ejemplo, se cae el camión
de vacas en Rosario o cuando veíamos a los chicos muriéndose por
desnutrición en el norte o acá nomás, en el Gran Buenos
Aires, el tema de la parrilla sale solo.
¿Por qué eligieron la carrera, qué sueños
tenían?
A.L.: A mí me gustaba dibujar y la opción arquitectura me
parecía como ser médico o ingeniero, demasiado estructurado. La
verdad me gustaba como sonaba la frase diseño industrial.
Permitía ciertas licencias.
D.P.: Todos venimos de colegios industriales y lo lógico era seguir
ingeniería, por eso el diseño industrial era zafar de eso.
G.B.: Hasta es algo que tiene más que ver con el arte. El hecho
de crear algo nuevo.
¿El diseñador siempre está anclado en la realidad?
¿El diseño tiene un costado antropológico?
A.L.: El diseñador industrial trabaja con premisas muy claras.
Tiene limitaciones de costos, tecnología, materiales. Público
al que va dirigido. Si te sentás con un cliente a hablar, la premisa
siempre es que el producto tenga éxito. Es ridículo. Yo te pregunto
qué estás buscando y vos me decís: esto tiene que funcionar.
G.B.: O hay tanta plata. Para hacerlo y para uno. No se está acostumbrado
a pagar el diseño.
D.P.: Ahora por ahí parece que algunos diseñadores son más
estrellas de rock. En una nota, hace poco, decían que había vuelto
ese glamour al diseño industrial. Nosotros no sentimos eso. Al contrario,
lo menos que tenemos que tener es sensibilidad con lo que está pasando.
¿De qué se nutre un diseñador?
A.L.: Es muy personal y la investigación depende del trabajo a
realizar.
F.F.: Tiene que ver con lo que uno va incorporando.
G.B.: Nosotros tenemos una forma especial de analizar a la gente, al sujeto.
Al que va caminando, en un recital. La problemática del sujeto. Y eso,
creo que suma a nuestro trabajo.
¿Hoy el diseño es un emergente?
A.L.: No sé. Yo creo que el diseño no es un valor en sí
mismo. Algo no es más caro, o mejor o peor porque tenga impregnado diez
gramos o un kilo de diseño. El valor agregado del diseño es aleatorio.
Puede ser positivo o negativo. Nuestra conducta es tener conciencia y una disciplina.
¿Cómo tomó el público sus diseños?
G.B.: El diseñador industrial que lo veía por primera vez
se preguntaba cómo se aplicaba. Pero después sí venía
el tema de la reflexión.
F.F.: El diseñador produce con una función, no para debatir
o criticar. Eso es algo que compete a otras disciplinas o al arte. Por eso está
bueno que haya un espacio así.
¿Quedaron temas pendientes?
D.P.: Lo lúdico en los chicos y el tema de la igualdad.
A.L.: Muchos más. Nosotros no le cambiamos la vida a nadie. No
cambiamos nada. Pero algo dentro nuestro sí se armonizó. Y sí
se marcó algo en esto de hablar desde un lugar distinto. La reflexión
duele, pero te hace crecer.
G.B.: Cuando el diseño crea para la gente tiene más alma
y eso siempre es interesante.
Crisis Diseño de Gabriel Barsotti, Franco Franceschini, Alfonso Lasala,
Alan Newmark y Darío Papagno, con colaboración de Juan Carlos
Carbonell (diseño gráfico), y Martín Pellizzeri y Guillermina
Montello (fotografía). En Hormiga, Honduras 4660, 48323043, hasta
el 19 de noviembre, crisisdiseñ[email protected].
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