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Sábado, 17 de enero de 2004

Para todos

Organizado por el INTI, la Red Nacional de Adultos Mayores y la Defensoría del Pueblo, un concurso de diseño para adultos mayores fue el disparador para profundizar una temática poco abordada en nuestro país y en el mundo.

Por Luján Cambariere

¿Qué queremos decir cuando hablamos o anhelamos un diseño para todos?: ¿Un diseño que se adapte a las necesidades y requerimientos de todo tipo de usuario? ¿Un diseño que se adapte a todos los bolsillos? ¿Un diseño que contemple a los excluidos de tercera edad o con algún tipo de discapacidad?
Son bienvenidas las propuestas que intenten ahondar de manera seria y crítica en territorios tan poco transitados. Mucho mejor si además se incluye en ellas desde el inicio a los protagonistas, los adultos mayores, máximos interesados en buscar alternativas de diseño que mejoren su calidad de vida.
Esto fue lo que pasó en el Concurso de Diseño 2003 “Diseño para todos” Edición Adultos Mayores, organizado por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), la Red Nacional de Adultos Mayores y la Defensoría del Pueblo, que la semana pasada premió a sus ganadores. Del lado de los organizadores, las propuestas fueron extremadamente elaboradas, claras y precisas. Del lado de los concursantes, en su mayoría diseñadores industriales de todo el país, comenzó a verse cierto compromiso por una realidad todavía novedosa.

Sentar las bases
El concurso se dividió en dos etapas. En la primera, los organizadores se tomaron el trabajo de realizar una convocatoria de ideas. El objetivo fue que los adultos mayores participen activamente en el relevamiento de sus necesidades y requerimientos. Así, mediante talleres en distintos ámbitos (centros de jubilados, hogares de ancianos) y lugares del país (San Luis, Córdoba, Chubut, ciudad y provincia de Buenos Aires, Misiones y Mendoza) se confeccionaron fichas identificando los problemas y sus consecuencias para la vida cotidiana en los ámbitos relacionados con la movilidad, la seguridad, la recreación, la comunicación, la salud y la convivencia.
“Con este concurso quisimos instalar la solución de los problemas concretos de la gente, desde la producción y el diseño”, resume Marina Pérez Zelaschi, ingeniera responsable del Programa ProDiseño del INTI. “El de los adultos mayores es un problema mundial, que en muchos casos no tiene solución real en ninguna parte. Desde el INTI hablamos de diseño ‘universal’, es decir un diseño nuevo e innovador para todos, que contemple las necesidades de los más necesitados y que sea beneficioso para todos, desde la concepción del producto; en caso contrario terminamos poniendo ‘parches’ a los objetos. Cuando los productos tienen esos ‘anexos’ terminan siendo discriminatorios y aquellas personas que no necesitan de esos ‘parches’ suelen rechazarlos. Hay problemas en nuestra vida cotidiana que por ser tan obvios y habituales no vemos. Dar respuesta a ellos es lo que nos motivó.”

Necesidades básicas insatisfechas
La movilidad reducida que dificulta trasladarse tanto dentro de sus casas como en espacios públicos y que vulnera la intimidad en situaciones cotidianas como el aseo personal o el vestirse, fue una de las problemáticas a resolver. Otro problema expresado fue el de las veredas desparejas, con obstáculos que dificultan el desplazamiento así como la accesibilidad en transportes públicos (escalones y agarres de colectivos y escaleras). La comunicación, desde la parte visual y la auditiva, como la señalética y medios de comunicación masivos, que contemplen el tamaño adecuado de las letras, los colores, los contrastes, la claridad del mensaje y las alturas de lectura también surgió con una cuestión a atender, así como el etiquetado de los medicamentos y la forma diferenciada de los comprimidos. Pero fundamentalmente el de la recreacióny la compañía. La posibilidad de poder usar de manera efectiva su tiempo en lugares adecuados, con buena luz y con herramientas o elementos de fácil manipulación que les permitan, por otra parte, paliar un poco la soledad o el aislamiento que muchos padecen.

Criterios de selección
Así dadas las cosas, el jurado integrado por el diseñador Hugo Kogan, los arquitectos Eduardo Frank y Norma Sharovsky e integrantes de los equipos organizadores, entre otros, priorizó el grado de utilidad y la viabilidad técnico-económica pero, sobre todo, que fuesen productos que aportaran a la integración. “Muchos productos que se idean tienden a problematizar aún más situaciones sencillas de la vida cotidiana de estas personas, como los dispositivos de medicación automáticos que apelan a complicados sistemas de aprendizaje para poder utilizarlos. No toman en cuenta las dificultades de visión o control fino en la manipulación por parte del potencial usuario. Muchos tienen un carácter más de invento sin llegar a tener una resolución desde el punto de vista del diseño y otros queriendo ayudarlos en determinadas tareas, los terminan excluyendo o discriminando como ciertos andadores o sanitarios”, explica Raquel Ariza, diseñadora industrial y Coordinadora del Programa ProDiseño del INTI.
No fue casual que el jurado otorgara el primer premio a Cecilia Lasagno Suganuma, una diseñadora industrial mendocina de 25 años recibida en Universidad Nacional de Cuyo, que creó un gimnasio terapéutico en madera sustentable con tratamiento para exteriores. Un producto que sin dudas coloca a los adultos mayores en un lugar activo y positivo, además de integrarlos, ya que éste puede ser utilizado por otras personas, desde chicos a grandes. Desde el punto de vista económico productivo, dado su simplicidad es factible de ser fabricado y coherente con el contexto que se plantea.
La autora da su justificación: “Lo que más me interesa resaltar del proyecto son los aspectos emotivos que me impulsaron a realizarlo. Mi seudónimo en el concurso fue ‘obaasan’ que en japonés significa ‘abuela’. Mis abuelos maternos son japoneses, ahora sólo tengo a mi abuela y con ella tenemos mucha afinidad. Ella forma buena parte de mis impulsos por lo que mi trabajo final de la facultad estaba ya dirigido a la tercera edad. El concurso fue mi oportunidad para mostrarlo, sobre todo porque es muy raro que se realicen concursos con esta temática. Es triste, pero a poca gente le interesa, tal vez porque pensamos que nos falta mucho para llegar a esa etapa de la vida. ¿Por qué un gimnasio? Porque siempre que iba me parecían sumamente fríos con esos aparatos de caño negro que más que incentivar, deprimen. Además los gimnasios no están pensados para que la actividad sea más integradora y en el caso particular de la tercera edad, esto es fundamental”, señala Lasagno.
El segundo premio fue otorgado a un moderno sistema de ortopedia de estética deportiva creado por los diseñadores Emilio Bargo y Juan Esteban Fisch. “Intentamos crear una imagen relacionada con el movimiento y la ergonomía y no las habituales estructuras de caño que se asemejan más a un andamiaje estático que a facilitar la movilidad de las personas. Además, lo más novedoso es que cuenta con una articulación que permite al usuario el paso de la posición erguida a sentado y viceversa”, cuentan.
Y el tercer premio, a la “Mecedora Tandem” de Juan Manuel Cusi. Un producto que plantea una visible intención de integración de generaciones diferentes como nieto y abuelo. “Cuando leí las bases del concurso me llamó mucho la atención el problema de la soledad. Por eso apunté a un producto para compartir”, señala.
“Diseño para todos, es otra forma de decir diseño para uno”, remata Lasagno, como otro modo de explicar que de este concepto de diseño más inclusivo depende nuestro bienestar futuro.

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