Una colección de postales
› Por Matías Gigli
Todo arquitecto necesita un descanso. Miguel Baudizzone se refugia en el dibujo y en el pequeño formato. Es alguien acostumbrado a trabajar en grandes intervenciones urbanas: manchas en la ciudad. Hoy muestra en la galería Arroyo una serie de Postales urbanas imaginarias.
El oficio de arquitecto se vale del dibujo como vehículo para transmitir con estricto rigor un proyecto, para ser materializado luego tal cual se pensó en otro soporte: ladrillos, hormigón o madera. Pero además el dibujo es una disciplina en sí misma, que comienza y concluye con cada obra, empieza con el hecho plástico y concluye con la mirada de un tercero.
Baudizzone tiene esto muy en claro, y escinde el uno del otro. En la serie de Postales que se exponen no hay arquitectura, pero sí un espacio que se configura en torno a los objetos, figurines y planos de colores.
La obra de Baudizzone parte del fragmento y se vale de la alegoría para organizar un espacio onírico lleno de color. Trabaja más con argumentos literarios que plásticos, por eso la mancha de color se impone sobre todo efecto plástico. Clorindo Testa e Ignacio Lewkowicz fueron convocados para escribir sobre la obra en su pequeño catálogo.
Hasta el 31 de marzo, en Galería Arroyo, Arroyo 834.